El discurso de Abascal, el silencio de Feijoo

Uxio Labarta
Uxío Labarta CODEX FLORIAE

OPINIÓN

María Pedreda

23 mar 2023 . Actualizado a las 09:14 h.

Hans Magnus Enzensberger defendió el derecho a la incoherencia. «No cultivo el gusto por posiciones fijas, suelo decir que no soy un árbol…». Cierto que con sus adecuados matices. En cualquier caso, no es la incoherencia lo que acompaña a Tamames al aceptar la propuesta de ser candidato a la presidencia del Gobierno con las angarillas de los 52 diputados de Vox. Tamames es coherente con sus posiciones desde que a los 45 años se hizo tránsfuga —en solitario— del grupo de Izquierda Unida en el Ayuntamiento de Madrid para entregar la alcaldía a las derechas.

Por ello, el papel de Tamames no es incoherente, cuarenta y cuatro años de coherencia que ahora le llevan a hacerle juego a la ultraderecha y apoyar su normalización política. Por eso, lo importante es conocer qué posiciones políticas se normalizan y se hacen pasar por aceptables para esta sociedad, y para ello nada mejor que atender al discurso de Santiago Abascal, al que no es difícil imaginar como vicepresidente en otro gobierno de coalición en España. Discurso que asombra, por lo que dice y porque pueda ser aceptado por la derecha popular.

Empezó por sostener, como acostumbra, la ilegitimidad del Gobierno de Sánchez, para anclarse en el nacionalpopulismo tan propio de las derechas radicales, desde Trump a Bolsonaro u Orban y Meloni. Asentando la descripción de una España negra, con todas las referencias a los males que han traído Sánchez y su gobierno. Un discurso que olvida Europa o la guerra de Ucrania, y nuestra realidad. La de las mujeres, la violencia, la enseñanza o la sanidad, enfatizando el debilitamiento por Sánchez de la monarquía y la Constitución. El Gobierno Frankenstein con delirios totalitarios, dedicado según Abascal al saqueo y al robo a los españoles, restringiendo derechos y libertades con desprecio de la Constitución. Y con desprecio de la historia, aunque nadie cite a Pío Moa sosteniendo que la Guerra Civil se inició en la Asturias del 34 y no con el golpe de Estado del 18 de julio de 1936.

El discurso de Abascal y de Vox es preocupante no por sus posiciones políticas, sino porque con ellas puedan formar un gobierno de coalición con el Partido Popular. Escenario posible, y tan real, que ya existe. A falta de ceder la prepotente Ayuso y su contraparte Monasterio.

En este juego de las sillas, donde todo el mundo pretende ganar en la transferencia de votantes, sobre todo entre socialistas desencantados, populares reafirmados, ciudadanos esmorecidos y nacionalpopulistas asentados, es necesario recordar el cuento de Gloria Fuertes y el mono trece. Un mono que, por solo haber doce sillas y no tener donde sentarse, provocaba continuos quebraderos de cabeza.

Por eso, Feijoo no hubiera debido andar de embajadas, ni esquivar la moción de Abascal, pues su ausencia trae a la memoria aquella tarde donde Rajoy se fue del hemiciclo, mientras Vox le preguntaba si derogará las leyes «inspiradas en una ideología de género», las de memoria histórica, la «expoliación fiscal», la ley del aborto…