Acaba una semana de perlas, de frases para la historia, de alta literatura, en el que dos personajes están a un mismo nivel para un documental de Netflix. Tamames y Georgina, juntos o por separado, nos han dado la brocha gorda de lo que somos como país. No soy capaz de entender, y mira que hay analistas que nos lo explican, por qué estos dos seres han liderado esta semanita gloriosa. Pero tampoco soy capaz de comprender por qué nos atraen tanto. Pero ahí están, llenando titulares y dándonos frases para la posteridad. Tamames ha conseguido vender su discurso a 4,74 euros en la Red y ya es el quinto más comprado en la plataforma y todo un best seller de política. Y Georgina, en su divismo estratosférico, se ha atrevido a afirmar que ella no es materialista en absoluto y, aunque le ha regalado tres coches a Cristiano Ronaldo, ya no lo hará más porque no es original. «Mi marido me regala tiempo», ha soltado por la boca, en lo que es ya el colmo del exceso en el que se mueve. Pero nos tienen absortos, maravillados, y a los dos los hemos seguido como los influencers de una realidad apabullante. Cuesta comprender el interés que despiertan si somos capaces de ver sus excesos, el bochorno que causan y la vanidad que los mueve. Pero ahí estamos, atrapados en esta extraña pareja de egos sobredimensionados y prepotentes. Dos egos fuera de toda lógica.