El potencial de las sustancias alucinógenas para mejorar la salud mental

Rafael Jódar Anchía DEPARTAMENTO DE PSICOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD PONTIFICIA DE COMILLAS

OPINIÓN

CAPOTILLO

24 abr 2023 . Actualizado a las 07:25 h.

Estamos ante una explosión de noticias esperanzadoras en torno al potencial terapéutico de los psicodélicos. Proliferan los documentales en plataformas de streaming, a la vez que no dejan de llegar resultados de ensayos científicos acerca de sus beneficios para la salud mental. Estas sustancias, llamadas psicodélicas, enteógenas o alucinógenas, provienen de vegetales (algunos tipos de arbustos, hongos o cactus, principalmente) que alteran la consciencia. En los años 50 se cosecharon miles de artículos científicos que empezaban a explorar sus potencialidades, pero, durante las administraciones de Nixon y Reagan, todo se paró en seco y los países occidentales, contagiados, las proscribieron e ilegalizaron. Se han perdido 30 años de investigación. 

Sin embargo, en las últimas dos décadas han aparecido diversos proyectos de investigación en prestigiosas universidades que han desembocado en la aprobación de la psilocibina y el MDMA en algunos países (Australia, Canadá y algunos estados de EE.UU.), para tratar el estrés postraumático o la depresión. Los resultados son prometedores también para el tratamiento de las adicciones, la cefalea en racimo o el trastorno obsesivo compulsivo y parecen no tener problema de abuso o adicción. Y la altura científica de los investigadores que lideran estos proyectos de investigación (Guy Goodwin, Rolan Griffiths o Robin Carhart-Harris) es incuestionable.

Creo que es muy importante tener paciencia y dejar a los científicos el tiempo suficiente para hacer su trabajo, pues la capacidad que prometen de reducir el sufrimiento humano es enorme. Y no solo en paliar dificultades psicológicas muy agudas que se muestran obstinadamente resistentes a los tratamientos convencionales, sino también porque producen oportunidades que nos pueden ayudar a entender la naturaleza de la consciencia. Precipitarnos pidiendo un uso abierto de estas poderosas sustancias puede volver a condenarlas al ostracismo, ante el miedo y la preocupación lógicos si se usan indiscriminadamente. Por tanto, creo que es muy importante que su administración se produzca siempre en instituciones sanitarias, universidades y/o centros de investigación, que están sujetos a comités de ética y a todos los controles, y que su administración sea acompañada de guía psicológica o psiquiátrica, con formación específica en estos procesos. Ojalá sepamos aprovechar sus posibilidades.