Alucinados

OPINIÓN

Foto de archivo de una votación en una mesa electoral de Lugo.
Foto de archivo de una votación en una mesa electoral de Lugo. ALBERTO LÓPEZ

01 jun 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Creo que buena parte de Occidente vive una alucinación colectiva. El auge de la extrema derecha y la asimilación de los ideales de esta por parte de la derecha tradicional tiene su origen en esa alucinación, y los partidos políticos ultras y sus brazos mediáticos se encargan de ensuciar el ambiente hasta el punto de que ya no es posible distinguir cuándo estamos recibiendo información o basura procedente del estado alucinatorio en el que vive la mitad de la población.

En Estados Unidos, algunos alucinados la han emprendido a golpes con las tiendas Target por vender productos para celebrar el Orgullo LGTBI. El gobernador fascista de Florida está intentando eliminar cualquier rastro de cultura LGTBI, hay varios estados censurando libros cuyo contenido consideran woke, y hace unas semanas, el rockero más idiota y mediocre que ha pisado jamás un escenario, Kid Rock, compró latas de cerveza Bud Light para ametrallarlas en protesta por el obsequio con latas de cerveza personalizadas de la marca a una influencer trans. Cualquier video de esta mujer en TikTok tiene más visionados que ventas el último disco del patético músico, que es el Sherpa del sur de Estados Unidos, pero no deja de ser espeluznante que esta gente tan podrida de odio  hacia un sector de la población tenga en su casa armas de fuego.

Aquí tenemos una ultraderecha y otra ultraderecha, además de la ultraderecha recientemente fallecida, la de naranja. Como soltar soflamas contra los judíos está mal visto después de la II Guerra Mundial por lo que sea, el objetivo son las personas LGTBI, especialmente las personas trans. Además cuentan con cierto sector de la izquierda más delirante en esta guerra de alucinados como aliados y todos juntos forman una entente alucinatoria donde el mundo está secretamente a las órdenes de la reducidísima población trans y su todopoderoso lobby cuyo objetivo es… bueno, en realidad ninguno de los alucinados tiene muy claro cuál es, solo ven que por alguna mágica fórmula, que estas personas adquieran derechos les quita los suyos.

Hace unos días vi un vídeo en el que muy alucinados policías italianos, pues Italia es hoy en Europa uno de los centros neurálgicos del alucine, propinaban una paliza a una mujer trans indefensa. Por supuesto, surgieron pequeñas teorías conspirativas sobre qué fue lo que llevó a la policía a hacer eso, todas ellas falsas. Y lo más espeluznante fue ver los comentarios alucinatorios de alucinados internacionales aplaudiendo la fascista, cobarde y criminal actuación de los agentes.

El peligrosísimo camino que estamos emprendiendo puede llegar a ser muy difícil de revertir. Los idiotas creen que a ellos no les va a afectar, como no les va a afectar el encarcelamiento acompañado de torturas a supuestos pandilleros perpetrado por el fascista presidente de El Salvador. No quiero hacer spoilers, pero esta actitud suele acabar mal incluso para quienes creen estar en el lado correcto cuando estas cosas pasan, que suele ser el de los cobardes. El problema con esto es que el lado correcto cada vez será más estrecho y al disponer de menos espacio, te verás obligado a situarte en el lado incorrecto incluso a tu pesar, pero para entonces ya será demasiado tarde.

La alucinación occidental se sustenta en la mentira tanto como la alucinación de los ayatolás en Irán. Los problemas reales ya no existen, solo existen los okupas, y un ejemplo clarísimo de cómo se va estrechando el lado supuestamente correcto es la transformación que han realizado los medios de comunicación de los inquilinos con problemas económicos llamándoles «inquiokupas». Incluso el candidato del PP ha dicho sin despeinarse que en casos en los que el casero quiere expulsar al inquilino, hay que invertir la carga de la prueba para su inmediata expulsión y ya luego, en todo caso, mirar a ver si tiene algún derecho. La alucinación es fruto de la maldad y el odio, y eso los líderes de la derecha lo manejan con notable soltura, sabiendo perfectamente lo sencillo que es someter a la mitad de la población bajo los efectos de una alucinación colectiva. Ganar unas elecciones bien merece pueblos debidamente pastoreados sobre pastos de la nada. Las consecuencias son lo de menos.