Un futuro para el oriente de Asturias

María Humildad Gutiérrez

OPINIÓN

Asiegu, en Cabrales
Asiegu, en Cabrales Alberto Morante

16 jun 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

En los próximos cuatro años la comarca oriental asturiana se juega su futuro. Si queremos una tierra en la que vivir y trabajar, hay que avanzar en un modelo productivo sostenible, potenciando el sector agroalimentario y con una hostelería basada en la calidad y el empleo decente. Solo así lograremos asentar la población y atajar el envejecimiento, sobre todo en un medio rural como este, que tanto nos gusta y no vamos a dejar morir.

La situación de nuestros sectores productivos y del empleo es muy preocupante. Hemos perdido 660 puestos de trabajo desde la crisis de 2007, el 50% en la construcción y el 29% en el sector primario, con la progresiva desaparición de explotaciones agrícolas y ganaderas. El sector servicios acapara actualmente el 75% de los puestos de trabajo. Todo ello marca a una comarca con una fuerte estacionalidad, muy vinculada al turismo, que produce una variación relativa (entre los meses de más y menos empleo) de más del 25%, cuando en el conjunto de Asturias esa variación es del 2%. Solo los servicios y la industria agroalimentaria superan el empleo de 2007.

La comarca necesita aprovechar sus recursos, fomentar un turismo sostenible y de calidad, desestacionalizado, evitando la masificación de los grandes núcleos que actualmente ya se encuentran al límite, avanzando en la digitalización para mejorar la gestión y el servicio. Y desde la Administración local se puede hacer mucho también por promover experiencias integrales, capaces de generar nuevos yacimientos de empleo y aumentar el valor añadido. La «Marca Oriente» tiene que ser un referente de turismo de calidad, respetuoso con el paisaje, atento con las personas que nos visitan y laboralmente responsable.

La industria agroalimentaria tiene mucho presente y puede tener más futuro. Pero para ello es fundamental incentivar la profesionalización de la actividad ganadera (en vez de subvencionar el abandono de la producción), generando un tejido vinculado al territorio y más competitivo, sobre el que pueda estructurarse el sector. También hay que abordar, en otro orden de cosas pero estrechamente ligado al futuro rural, la problemática del matorral que invade el espacio forestal, y que representa un peligro. 

Por otra parte, urge mejorar la formación en gestión empresarial de los ganaderos y ganaderas. Ejemplo claro son las empresas de transformación alimentaria, especialmente las dedicadas a la fabricación de quesos y otros derivados lácteos, con grandes posibilidades de expansión y empleo de calidad, y que deben avanzar en la creación de unidades productivas de mayor dimensión y en la concentración empresarial, para ser más pujantes, profesionales y poder así ganar cuota de mercado. Otro de los ejes vertebradores del cambio es el establecimiento y apoyo financiero a fórmulas de cooperación y agrupación de producciones lácteas y cárnicas, fomentando la incorporación de la producción láctea de caprino y ovino en explotaciones de alto rendimiento.

Al mismo tiempo, necesitamos una política de ordenación del territorio bien definida, que promueva y garantice una actividad urbanística equilibrada, el aprovechamiento de los recursos forestales, el desarrollo de la cadena de valor en el ámbito agroalimentario, la generación de actividad económica ligada a la costa y el mar, y la gestión económica de los recursos naturales en zonas protegidas.

Tenemos claro igualmente que para asentar población y mejorar la calidad de vida es imprescindible garantizar el acceso a la vivienda, sobre todo desde el ámbito público, y dotarnos unos servicios asistenciales sólidos. Y por supuesto, favorecer la conciliación laboral y familiar efectiva que permita a las mujeres avanzar en su proyección laboral sin las sobrecargas ocasionadas por las labores domésticas, de crianza y cuidados.

Por último, y no menos importante, las ayudas públicas deben orientarse hacia las necesidades reales del territorio (teniendo en cuenta el problema de envejecimiento), como subsanar la insuficiente oferta de transporte público, lo que genera un grave problema de aislamiento en los núcleos de población menos habitados y agrava los de circulación y aparcamiento, haciendo imposible la movilidad sostenible y dificultando el acceso al lugar de trabajo, la vivienda, los servicios públicos, los recursos asistenciales, y también, por qué no, al deporte y el ocio.

En esos objetivos siempre podrán contar con Comisiones Obreras. 

*María Humildad Gutiérrez es secretaria general de la Unión Comarcal de Comisiones Obreras del Oriente