Una mujer consuela a una niña durante el funeral de cuatro adolescentes en Gaza
Una mujer consuela a una niña durante el funeral de cuatro adolescentes en Gaza SUHAIB SALEM | REUTERS

20 oct 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Ojalá se pudiera usar esa repetida muletilla periodística de «calma tensa» para ganar tiempo en Oriente Próximo, porque significaría que la diplomacia estaría funcionando en la búsqueda de un acuerdo entre las partes enfrentadas. Sin embargo, creo que aunque Israel no haya cumplido (por ahora) sus amenazas de arrasar con Gaza (ha obligado a la población a desplazarse al sur del río Wadi), no hay nada que celebrar cuando en la franja la gente sigue sin agua, sin luz, sin combustbile y sin un solo refugio seguro donde estar (ni tan siquiera los hospitales, porque también son objetivo militar). El drama humanitario que llevamos en la última semana es terrorífico. En la parte palestina hay 3.800 muertos (1.500 de ellos eran niños) y 12.500 heridos, mientras que en el lado hebreo hay más de mil muertos (y Hamas mantiene secuestradas a doscientas personas).

A diferencia de otros momentos históricos anteriores, parece que los países árabes no están a partir un piñón con la causa palestina (a Irán y a El Líbano [a través de Hezbolá] realmente se les vincula con Hamas), y lo digo especialmente por Egipto, que no acepta abrir así por así sus fronteras en Rafah para el paso de personas. Israel, en cambio, sí que ha contado con un amplío respaldo internacional, y lo hemos visto con la visita de dirigentes tan importantes como la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen; el canciller alemán, Olaf Scholz; y el presidente norteamericano, Joe Biden.

En el caso del último citado, la verdad es que su visita a Tel Aviv me ha parecido un rotundo fracaso por dos cuestiones: salvo con Benjamin Netanyahu no ha sido capaz de establecer más encuentros con otros mandatarios de la región y, lo más sangrante, ha sacado pecho de sus gestiones para que hoy veinte camiones con ayuda humanitaria (hasta hace dos semanas entraban a través de la península egipcia del Sinaí más de cien cada día) ingresen en Gaza cuando a todas luces es insuficiente para cubrir las necesidades de los dos millones de personas que viven allí.

Estoy de acuerdo con personas a las que les resulta agotador la exigencia de posicionarse tras lo ocurrido desde el 7 de octubre, porque estamos ante gente que dirige, en ambos bandos, su política en el odio y en la eliminación de su adversario, no en la paz y en la justicia. ¿Quién es el bueno y el malo en esta historia? Lo que está claro es que quienes más sufren son los inocentes que les ha tocado vivir en una parte del planeta que es un verdadero polvorín geopolítico.

Que el periodismo sufre desde hace bastante tiempo una importante crisis reputacional no es nada nuevo, pero cuando en una misma semana se aglutinan verdaderas chapuzas, meteduras de pata, manipulaciones y malas praxis, resulta agotador seguir defendiendo el actual sistema. Ejemplo uno: Ángela Rodríguez Martínez (conocida como «Pam», es la secretaria de Estado de Igualdad y Violencia de Género en funciones) tuvo que desmentir el contenido de una noticia que aseguraba que se había presentado a un examen.

En el relato publicado se decía que era una prueba más que palpable de su próxima salida del Gobierno nacional y que el tema que tuvo que desarrollar en esa oposición se titulaba «El liderazgo femenino en el ámbito político, económico y social». El diario El Mundo modificó la versión digital con respecto a lo publicado en la edición en papel, pero ni pidió perdón a la afectada ni a las y los lectores ni, que se sepa, ha realizado algún tipo de actuación sancionadora al autor de ese relato inventado. Ejemplo dos: «En un tweet del día 15 de octubre, se afirmaba que Mónica García no había condenado los actos terroristas de Hamás.

No es cierto, lo hizo en la Asamblea de Madrid, el 9 de octubre. Pedimos disculpas por el error y procedemos a borrar el citado tweet». Telemadrid seguramente sea hoy la TVE infumable que conocimos en los años de Aznar en La Moncloa pero elevado a la máxima potencia. Entristece e indigna que un medio de comunicación público no está al servicio de las madrileñas y los madrileños, sino únicamente de la señora Isabel Díaz Ayuso. Ejemplo tres: Tras varios días buscando al joven cordobés Álvaro Prieto, TVE emite en directo el hallazgo de su cadáver (entre dos vagones estacionados en la estación de Santa Justa de Sevilla). El presentador del espacio «Mañaneros» (Jaime Cantizano) dijo instantes más tarde que «fruto de la rapidez y de lo que se estaba narrando, hemos ofrecido unas imágenes que nunca deberían haberse emitido».

Yo quiero poner en valor la importancia de un periodismo ético, responsable, democrático y capaz de transmitir a la ciudadanía veracidad, porque cada vez más pseudocomunicadores sin escrúpulos campan a sus anchas por las redes sociales (y se les permite el acceso a lugares tan importantes como el Congreso de los Diputados) sin que nadie sea capaz de frenar la desinformación y los bulos que propagan. Creo que la única manera de luchar contra ese perfil de gente es con un periodismo de calidad, por lo que ojalá no volvamos a ver nunca más casos que perjudican gravemente a la credibilidad y buen hacer de las y los profesionales del ramo.