Barreras al mar

Juan Miguel Fernández

OPINIÓN

Oleaje en Corrubedo
Oleaje en Corrubedo MARCOS CREO

28 oct 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Dicen que los seres humanos somos los únicos animales capaces de tropezar dos veces en la misma piedra, y no es así, somos capaces de tropezar dos, tres, cuatro e infinitas veces. Basta con acercarse a cualquier punto de la costa del Cantábrico para observar como algún humano tuvo la idea de levantar una obra que intenta limitar la acción del mar. Ahora es en As Figueiras donde se pretender modificar el muelle incidiendo en las aguas de la ría con consecuencias imprevisibles. 

En un principio los puertos pesqueros eran cobijos naturales que precisaron de algunas obras para un mejor cobijo de los sufridos pescadores. Más tarde las obras se multiplicaron, se ampliaban los puertos, se construyeron muelles, se levantaron escolleras, todo con el propósito de frenar el impacto de olas y mareas. En la actualidad las flotas pesqueras de nuestras costas están diezmadas y por el contrario se multiplican las embarcaciones deportivas, que requieren cada vez de nuevas obras. Todo ello implica una intromisión en los dominios del mar, que de vez en cuando se irrita mandando mensajes en forma fuertes marejadas que echan a pique las obras que, en nombre del progreso, se levantan. El mar, el Cantábrico es dañino, sí, pero avisa y no queremos hacerle caso. 

Mas tarde se produjo el advenimiento del turismo, sobre todo de costa. Había que embellecer pueblos y villas marineras aunque fuese a costa de arrinconar a los pescadores tradicionales. Los paseos marítimos se prodigaron por doquier, otra intromisión en los de por sí terrenos marítimos. Y hubieron de ampliarse los paseos y llenarlos de todo tipo artificios para hacerlos más atractivos, y hubieron de protegerse con escolleras y diques cada vez más grandes. La tozudez de los humanos se ve aquí de forma palpable. Se levantan, el mar los derriba y se vuelven a levantar, en una absurda pugna contra las fuerzas de la naturaleza. 

En pocos años hemos visto como el mar arremetió contra el dique de Navia o el de Cudillero, como en Luarca por dos veces invadió las instalaciones del Museo del Calamar y así sucesivamente. Pero no hay forma de entrar en razón. 

Ahora en la ría del Eo, ya deteriorada por la continuada actuación de los humanos, se proyecta un nuevo dique en Figueras que se ha de sumar a la escollera levantada en Ribadeo. El millonario proyecto está aún en fase de redacción y cabría esperar que la decisión final estuviese en manos de expertos y no de intereses particulares. Aunque la experiencia hace que reine la duda, pues no pocas veces los considerados expertos dictan sentencia no con criterios técnicos sino para complacer al cliente. De momento se ha conseguido que la población de la zona esté dividida.