Genios de allí y el ingenio de aquí

OPINIÓN

La quimera más famosa de la catedral de Notre Dame
La quimera más famosa de la catedral de Notre Dame CHARLES PLATIAU | Reuters

28 ene 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

I.- Un genio de genios:

Fue el francés Víctor Hugo el que acumuló tantos genios por ser de familia numerosa de locos y locas, y al que sólo le faltó uno para ser total: Le Génie du Christianisme, que fue de Chateaubriand. Eso no ha de importar para los muy cristianos, pues Víctor Hugo dejó escrita una novela: Notre-Dame de Paris, que habrá que leer ya, ya, en este año 2024, que es el de la reapertura de la Catedral francesa, siendo esa la actualidad, después del incendio que la limpió. Es previsión que la reapertura catedralicia la presida esa mujer, llamada Brigitte, la de Macron, de piernas que parecen estacas viejas, acompañada del epiceno primer ministro. Y en la plaza des Vosges, en París, está la casa que fue de Víctor Hugo.

La novela de Hugo, fechada en el siglo XV, es una mezcla de lo sublime y lo grotesco, con personajes tan sublimes y grotescos como Quasimodo y Esmeralda. Drama romántico, el de los teatros y las alcobas, que antes y ahora, son combinación de lo mismo: sublime y grotesco. Todo es sublime y todo es grotesco al mismo tiempo. Y los ingleses que de esto saben mucho, por boca de Thomas Paine, ya lo explicaron: «Lo sublime y el ridículo están tan próximos que es difícil separarlos». Uno de entre dos como en el sacramental matrimonio, del Vaticano.

Si escribo de Notre Dame de Paris y del incendio, es también para lamentar que desde 2019, fecha del incendio, no pude escuchar las músicas de Olivier Latry, tocando con manos y pies ese instrumento tan sagrado que es el órgano, el órgano de Notre Dame. Y aprovecho para decir que sólo acudo a los auditorios de las catedrales; tampoco a los de los teatros, pues los perfumes de Chanel, a un lado y otro, delante y detrás, no me dejan oír.

Emilio Zola, también llamado «la furia de la escritura» (al igual que yo así llamo a un buen escritor y amigo, del que no debo decir que es ovetense, pues es natural de tierra de anises como el de La Praviana), escribió: «Víctor Hugo fue el hombre del siglo, el pensador, el filósofo, el sabio del siglo. Y esto lo escribo, en el momento en el que se acaba de publicar El Asno de Hugo, que es un increíble galimatías». La burrez, añado yo, siempre fue de mucho enredo. Genio el de Víctor potente y de contrastes, lírico, épico, dramático y todo lo demás.

Genial por loca fue la frase de Hugo Víctor: «La verdadera manera de ser fuerte es parecer idiota». Idiotez total; a pesar de lo cual hay que analizar la frase u oración a modo de comentario de texto, que fue invento de Lázaro Carreter, el de El dardo en la palabra. Se destaca lo de «fuerte» e «idiota», tan relacionados, pues los varones, generalmente, cuanto más fuertes, suelen ser siempre más «idiotas», y eso per se o por naturaleza, no por apariencia o convención, como, de manera optimista, creyó Víctor, el del talento precoz. Esto lo saben muy bien las mujeres, siendo ese uno, entre muchos, de sus secretos: ellas siempre introvertidas a diferencia de ellos extrovertidos, pues todo lo tienen vertido hacia afuera, ad extra, escrito en latín.

Y escribir de «fuertes» en el siglo XXI es comprometedor y complicado, pues unos quieren seguir siendo fuertes, idiotas o no idiotas, creyendo, equivocadamente, que ese es el gusto de algunas mujeres,n incluida su mamá que para eso los educó así. Otros, de «fuertes», no quieren nada, prefiriendo ser sensibles y apocados, ni de un sexo ni del contrario, gustando de lo compungido, los suspiros y gemidos, lo blando frente a lo fuerte. «Dame, mami, algo para estar fuerte, que me examino hoy», reclaman ellos. Y Archie Brown, que escribió El mito del líder fuerte, dijo que «fuerte» no es sinónimo de buen líder.

Francisco Nieva, que además de piezas de teatro, es autor de cuentos fantásticos, caso de El burdel más bello del mundo. Y eso que no conoció el que hubo en Oviedo, con orquestina y todo, que miró a una plaza de un general liberal, o cerca de Fruela, pasando por la acera de Almacenes Silka, la afamada casa de los trajes, o bajando por la pesada calle, desde el Ayuntamiento, la de locales de comercio que llevan ese nombre tan ovetense y de sonoridad ambigua: Polledo.

Nieva es también autor de artículos sensacionales. Uno de ellos lo tituló De curas y gatos; en otro contó las aventuras de Pertinax, nada fuerte, sino andrógino, que «ha querido vivir como monja unos días y ha terminado enamorando a todas y creando una confusión terrible en el convento». Y añade, antes de abordar el asunto de Las muñecas sagradas, lo siguiente: «Pertinax puede que tampoco se deje conocer ni comprender. Es todo misterio. Puede que tampoco se deje amar, y entonces, ya es un ser perfecto».

En el número especial de El Cultural (25 Aniversario), de noviembre de 2023, con Prólogo inevitable de Luis María Ansón, Ignacio Amestoy dice de Francisco Nieva: «Me lo confesó pocas semanas antes de su muerte, como colofón de una larga sesión de confidencias: ¿Lo más importante de la vida? El sexo». Si tan bien empezó Amestoy, de la siguiente, tan mal, lo terminó, con palabras del mismo Nieva: «Te he de confesar que para mí la vida es un castigo, y el mayor castigo de todas, la sexualidad». No creo que defendiera con ello, bajo ningún concepto, la conveniencia de permanecer durante toda la vida capón o ser un caponazo.

II.- Otro genio francés:

Fue Michel Tournier, que, si aquí lo traigo es por imperativo de actualidad, pues la ministra de Hacienda aludió, con sorna o sarna, hace días a la calvicie de diputado Tellado (del PP), apellido que en asturiano, suena con muchos significados. Y acudo al libro de Tournier titulado Célébrations, uno de cuyos capítulos se titula «La fortuna por los cabellos». Diré que la señora ministra, apellidada Montero, por serlo de Hacienda, puede ser montera para la caza mayor, o por ser motera, puede ser una Harley Davidson de exposición. Acaso lo más genuino y socialista sea permanecer siendo churrera de barraca en el barrio de Triana, lindante con sastrería de capirotes para la Semana Santa, al otro lado del Guadalquivir. Y para más risa, Montero sucedió en Hacienda al taurino «MonTORO».

En el capítulo indicado Touvier escribe acerca de una «especie de tabú bíblico: Las mujeres, como es bien conocido, se infiltran en todas las corporaciones. Pero las peluquerías de caballeros se les resisten: cortando los cabellos de Sansón, Dalila le privó de la fuerza. Desde entonces los hombres desconfían de las mujeres armadas con tijeras». Eso parece ser cierto. Mi peluquero, que es de señoras, se llama don Julio Suárez, el mejor, el de la calle San Bernardo de Gijón: sólo él me corta el pelo. Es sabido que las mujeres pueden empezar cortando los cabellos, luego pueden cortar la lengua y al final acaban con todo… He ahí el tabú bíblico: «Lo más terrible para el inconsciente masculino es representar a una mujer armada con tijeras».

Y recuerdo que, acaso con presentimiento, en mi artículo A derechas o al revés, ya escribí del barbero psicólogo, titular de La Higiénica, que Camilo José Cela incluyó en su texto de El gallego y su cuadrilla. Y Michel Touvier, en Célébrations, añade:

1º: «Los cabellos debilitan lo mismo la fealdad que la belleza. Un rostro feo es aún más feo si el cráneo está calvo, y a la inversa la calvicie puede hacer espectacular una belleza que hubiese pasado desapercibida en una cabellera excesiva».

2º: «El hombre adulto poseyendo una cabellera intacta tiene algo de infantil, una especie de inocencia impúber independiente de la virilidad de su rostro. Una especie de pureza animal, como si fuese, no una cabellera, sino una pelambrera (toison) de oso o de tigre que él lleva sobre la cabeza».

3º: Touvier afirma que, más que la seducción de la calvicie, lo que le preocupa es que su falta prive de los beneficios de unas fricciones adecuadas. No se refirió, naturalmente, a las fricciones verdosas del fijador Floid, de venta en farmacias y droguerías.

Tales pensamientos son ricos en conclusiones: Así (1), por la calvicie no se ha de desesperar, pues en ella puede estar lo estético, la bel…le…zza que cantan clérigos y solitarios italianos; también (2) tener pelo es propio de impúberes y adultos, prueba de pureza animal, como los toisones vitalicios, sólo vitalicios, que ponen los reyes a sus hijos e hijas, y a algún tío que otro. Y las fricciones (3) que también son adicciones, pues algunos frotan y frotan sin parar de frotar, que, con mucho pelo, se dificultan. En cualquier caso, se recomienda paciencia, pues empezando por secarse allá arriba, por la llamada «copa», es común a árboles y humanos. Véanse hoy las pobres palmeras, tan mustias.

III.- El ingenio de aquí:

Hace ya años, las radios de la calle Asturias de Oviedo, la de Falange y la EAJ 19, no dejaban de repetir el siguiente anuncio: «Tres cosas hay en Asturias de fama mundial, la farola gijonesa, la ovetense catedral y las famosas tijeras de Evaristo Carbajal». Y como la sastrería de don Evaristo Carbajal, con aquellos maniquíes colorados de tanto impacto, era de Oviedo, vuelven a salir las tijeras, siendo Oviedo ciudad de tijeras, tijeras de sastres, del gremio de los tales, plácidos como Plácido, filantropía de doña Velasquita, tal como ya escribimos, y tijeras de barbería, hoy también tintorerías de canas.

Y hablando de barberos, también tintoreros de canas, lo hago con cuidado, pues son gente peleona, como lo acredita Cervantes con el incidente del Baciyelmo, que fue invento de Sancho Panza, bacía de barbero que llevaba en la cabeza don Quijote y que dijo que era el Yelmo de Mambrino. Y doy fe que el artículo de Fidel Sebastián Mediavilla, titulado Bacía-bacinete-baciyelmo, que se publicó en el año 2009, en el Bulletin of the Cervantes Society of America, es recomendable.

Y de la «farola gijonesa», dejando La Iglesiona a la izquierda, por la calle Instituto, llego a la diminuta Plaza del antes Monte de Piedad, y apoyado en la que fue «Galería Tioda», cruzando pies y manos, contemplo con melancolía el edificio, que está destartalado, en forma de barco, que fue de la Caja de Ahorros de Asturias, habiendo vivido durante muchos años en el piso tercero.

A ese edificio me referí en el artículo que titulé La placita del Monte llamado de Piedad y que se publicó en el mes de noviembre de 2023. Y he ahí que los titulares, llamados registrales del mismo, ahora ya son otros: por una parte, Unicaja Banco S.A. y, por otra, «Gestión de Inmuebles Adquiridos S.L».

Y los asturianos tenemos derecho a saber quién es el titular de la sociedad «Gestión de Inmuebles Adquiridos» y en virtud de qué títulos esta Sociedad adquirió el 58,81 % de ese inmueble, que fue de la Caja de Ahorros de Asturias. ¿Será genial la transmisión de «Beyos y Ponga» a «Gestión de inmuebles adquiridos»? ¿Quiénes están detrás o delante de esa sociedad? ¿Quién o quiénes pueden enajenar la cuota indivisa?

Recuerdo que según el artículo 1 de Ley, nefasta y nefanda, del Principado de Asturias 2/2000, de 23 de junio, de Cajas de Ahorros, la Caja de Ahorros de Asturias fue una entidad de crédito sin ánimo de lucro, de naturaleza fundacional y carácter benéfico-social. Y recuerdo que según el artículo 2 de aquella ley, el Protectorado de la Caja de Ahorros de Asturias correspondió al Consejo de Gobierno del Principado de Asturias, que lo debió ejercer a través de la Consejería de Hacienda.