Innovar no solo en tecnología
OPINIÓN
Desde la aparición de la Inteligencia Artificial y sus múltiples aplicaciones en diversos sectores, venimos identificando la innovación con la necesaria adaptación de nuestras empresas a los nuevos retos tecnológicos que ha traído consigo. Sin embargo, sin dejar en ningún momento de apoyar este acercamiento a los significativos avances y beneficios que sin duda nos proporcionará la IA, quisiera centrar hoy el tema en otra suerte de innovación: La que nos afecta a nosotras, mujeres empresarias, directivas, profesionales y trabajadoras en general.
Está claro que la actividad que desarrollamos durante años tiende a crear en nosotras una inercia que nos conduce a continuar en la misma línea. Nos da miedo cambiar, en definitiva, tememos innovar.
Sobre este tema escribo con conocimiento de causa y relato para ello mi experiencia más reciente. Mi empresa centra la mayor parte de su actividad en África. Mis comienzos han sido en Guinea Ecuatorial, que sigue siendo mi centro álgido de operaciones comerciales, pero, hace algunos años decidí innovar y extender mi actividad por todo África, primero a países limítrofes y luego no tan limítrofes, asumiendo los riesgos que ello conlleva debido a la no tan estable situación que padecen algunos países de ese magnífico continente.
No hicieron huella en mí las palabras desalentadoras y advertencias de mi círculo más cercano sobre el hecho de extender a esos países mis viajes de trabajo y sobre todo ahora, después de haber permanecido retenida en Trípoli (Libia) durante cuatro días, como consecuencia de los enfrentamientos armados entre milicias de diferentes facciones. No estuvo en mi ánimo en ningún momento la idea de modificar mi propósito. Ni siquiera en tan difícil situación, ni cuando nos ordenaron por nuestra propia seguridad dirigirnos a los sótanos del hotel en el que nos encontrábamos, ni en nuestro traslado a la Embajada Española en vehículo blindado y con la incertidumbre de en qué momento nos podrían repatriar a España sin riesgo para nuestras vidas, ni durante el traslado al aeropuerto de Misrata, trayecto de poco más de cuatro horas, sabiendo que en nuestra ruta también habría milicias. Porque África merece una mirada más profunda. Merece ser comprendida en sus peculiaridades, en sus problemas, en sus luchas tribales, en sus ansias por salir adelante como el Continente lleno de posibilidades que es. Porque África es el futuro.
En África hay infinidad de mujeres valientes que luchan día a día, rompiendo barreras y, en definitiva, innovando. ¿Sabíais que el Continente Africano tiene el porcentaje más alto de mujeres emprendedoras en el mundo? Son mujeres que han sabido luchar contra dos tipos de marginación, la sufrida en el extranjero por ser mujeres y negras y la que sufren en su propio país por el mero hecho de ser mujeres. Y ahí están trabajando, emprendiendo y en muchas ocasiones siendo el sustento de sus familias.
Guardo infinidad de ejemplos de ellas. Comenzando por Camerún, me viene a la memoria Esther Tallah, que logró realizar la carrera de Medicina, que financiaron entre sus nueve hermanos tras el fallecimiento de su padre, y especializarse en Pediatría, siendo nombrada responsable del área de salud del «Plan Internacional para la Salud Materno-Infantil». Ha actuado con éxito contra la mortalidad en ese campo, obteniendo grandes logros en la lucha contra las enfermedades endémicas de su país promocionando la vacunación. Y después de toda una vida dedicada a la medicina, decide innovar, y alcanzada la edad de jubilación, mantiene su propósito de seguir trabajando y ahora se dedica a promover una educación de calidad para las niñas.
Otro ejemplo de auténtica innovadora es el de Ebele Okoye que, siendo una prestigiosa farmacéutica, decide dar un vuelco a su actividad y dirigir un programa denominado AMAD, que fomenta el liderazgo entre las mujeres del área rural. Y no se detiene ahí su propósito de innovar, sino que además ha destacado como Programadora Informática y en el desarrollo del software, así como en el diseño gráfico.
Destaca también por su capacidad de reinventarse e innovar Elmine Kouyaté, de Costa de Marfil. Su primera iniciativa empresarial fue crear una fábrica de jabón, pero su idea fracasó. Entonces decide intentarlo con una refinería, pero también fracasa. De nuevo monta una empresa de recuperación de residuos, igualmente fallida. Se encuentra en la ruina y es entonces cuando, lejos de rendirse, decide estudiar el cultivo de los hongos. Hoy tiene una próspera empresa, Axxiom Agrícola SARL, y es conocida como «la reina del Champiñón». Ella mantiene que sus fracasos no lo han sido en realidad puesto que le han ayudado a acumular la experiencia necesaria para emprender su actividad actual, evitando errores cometidos anteriormente y, en definitiva, innovando.
Y no olvido a Frankie Wanjeri Gikandi, activista en Kenia, perteneciente a la tribu Kikuyu, que ha dedicado su vida a la enseñanza y a la gestión de centros educativos. Ahora ha decidido también innovar y se dedica a ayudar a las mujeres más pobres y vulnerables de su país, recolectoras de café y té. Podría seguir relacionando mujeres sobresalientes e innovadoras en otros países africanos, como Congo, Senegal, Nigeria, Gabón etc.. Lo haré en otra ocasión para no extenderme en exceso.
Estamos, pues, a tiempo de mirar al futuro con optimismo y determinación, con el deseo de cumplir aquellos propósitos que no nos atrevimos a emprender en su día, eso sí, sin olvidarnos de nosotras mismas, de dedicarnos ese tiempo necesario del que una parte generosa debemos regalar a nuestros seres queridos. Para ello debemos organizar bien nuestras tareas y saber delegar, porque no somos ni queremos ser super mujeres. Todo ello en definitiva será para nosotras INNOVACIÓN.
Comentarios