Batucada crítica «en la acera de enfrente»

Carmen Fernández REDACCIÓN

OVIEDO

El Orgullo Crítico de Oviedo responde a la decisión del Gobierno local de sacar la bandera del balcón municipal con música, sarcasmo y la defensa de las libertades

28 jun 2019 . Actualizado a las 21:26 h.

Las calles de las ciudades de toda España se llenarán este fin de semana de los colores del arcoíris una vez más para reivindicar la lucha por la diversidad y el amor, los derechos fundamentales que cada año demanda el colectivo LGTBI. En Asturias se celebra desde hace unos años el Orgullín del Norte para que los habitantes de la región también puedan alzar la voz en un día tan especial. Antes de que esta protesta se celebre en Gijón, Oviedo se ha adelantado con un Orgullo Crítico muy especial. La música ha sido la protagonista en la lucha contra los recortes de libertades, sobre todo, a raíz de que el nuevo Gobierno de PP y Ciudadanos decidiera no colgar la bandera en el balcón municipal y la desplazara a «la acera de enfrente», en otro edificio municipal. Esta sorprendente decisión, de un gesto que venía repitiéndose desde el 2012, es decir, ya con el último Gobierno del PP, ha encendido aún más la reivindicación. Los tambores resonaron con fuerza, a ritmo de batucada, desde la estación de tren hasta la misma plaza del ayuntamiento. La marcha compuesta por dos centenares de personas estaba repleta de banderas, pancartas y voces que gritaban al unísono «No es una fiesta, es una protesta».

A las siete y media de la tarde, todas ellas se congregaban alrededor de la estación pidiendo a los agentes de la Policía que comenzases a cortar el tráfico para que pudiera dar comienzo la manifestación. «Más orgías, menos policías», gritaban con mucha sorna los manifestantes, ataviados con las banderas LGTBI y trans, así como con carteles que rezaban mensajes como: «Abrid las fronteras, queremos más bolleras». Las camisetas Gaysper, el famoso fantasma arcoíris que en su momento el partido Vox utilizó como meme en contra del colectivo, también estuvieron presentes en una reivindicación en la que no faltaron los colores y la música. Todo sirve a la hora de reivindicar, ridulizar al que discrimina o utilizar looks rompedores y provocadores que hacen que los viandantes de la calle Uría saquen su móvil para sacar fotografías.

La batucada tocada por los tambores ponía el ritmo a la marcha, animando a la gente a unirse: «No nos mires, únete». Los mensajes feministas, en una lucha contra la opresión de las mujeres, tuvieron su propio protagonismo: «Mi cuerpo, mi vida, mi forma de follar, no se arrodillan al sistema patriarcal», o «copas menstruales para los chavales». También se dio importancia a la visibilización de las lesbianas: «Mi familia mola más porque tengo dos mamás» y de los transexuales. Los asistentes preguntaban a viva voz por qué este último colectivo no estaba en el mundo laboral. «Que el binarismo se vaya al abismo», apuntaban. 

Por supuesto, no faltaron las sátiras contra los políticos y la iglesia con cánticos irónicos en los que Abascal, el Vaticano y el PP eran los protagonistas indiscutibles: «Abascal necesita sexo anal», «Dónde están no se ven, las bolleras del PP» o «Placer clitoriano contra el Vaticano».

La política local también fue objeto de crítica por parte los manifestantes, en cuya opinión general «había sido una cagada el hecho de colocar la bandera LGTBI en la acera de enfrente». Esther González, una mujer que portaba una banderín en su mano lo tenía claro, «quisieron correr un tupido velo y la liaron más, no quedaron bien con nadie», aunque a su modo de ver siempre podría ser peor: «En Madrid todavía más mal en este día tan señalado poniendo la banderona de España y celebrando el orgullo facha». Otros, como Roberto Álvarez, afirmaban que «era de esperar por parte de la nueva dirección». Aún así decidieron combatir esta «actitud retrógada», dicho por Lucía Fernández, otra de las manifestantes, con música, «porque no hay mayor desprecio que no dar aprecio». De esta forma concluyeron sus protestas en la plaza del ayuntamiento bailando y cantando porque «no estamos enfermas, estamos estupendas».