El mapa del ruido municipal que ha salido a información pública establece la máxima protección sonora el entorno del templo
15 ene 2021 . Actualizado a las 11:42 h.Hace años que el Cabildo de la Catedral viene quejándose de los daños que el exceso de ruido causa en el edificio milenario. La legislación, ahora, le dará la razón: el nuevo mapa del ruido municipal que está en información pública establece que tanto el templo como todo su entorno deben gozar de la máxima protección acústica, lo que de hecho impediría los tradicionales conciertos de las fiestas de San Mateo en la plaza. La Cámara Santa, en la parte antigua de la Catedral, fue declarado, además, Patromonio de la Humanidad por la Unesco.
Según la Zonificación Acústica de Oviedo, que obligará a cumplir unos determinados objetivos, tanto la basílica de San Salvador como su entorno (el monasterio de Las Pelayas, el complejo arzobispal y San Tirso) están encuadrados dentro del tipo sanitario, docente y cultural que establece niveles máximos de entre 50 y 60 decibelios. Un concierto de música al aire libre puede superar fácilmente los 90 decibelios (más o menos como una calle con un tráfico muy intenso) e incluso llegar hasta 120, es decir, el doble de lo permitido.
La Iglesia llegó a encargar un estudio para demostrar que el ruido y las vibraciones podían dañar tanto las valiosas vidrieras como al propio templo. Eso ocurrió durante el anterior mandato del tripartito (PSOE-IU-Somos), pero hace muchos más años que viene denunciando el hecho ante los gobiernos anteriores del PP.
El gobierno actual (PP-Ciudadanos), se propuso eliminar los conciertos de la plaza de la Catedral, pero por un problema de pleitos con la empresa que realizó el pavimento. La pandemia de covid-19 también trastocó todos los planes para los festejos de San Mateo, que fueron las más atípicas en décadas.
Si bien es cierto que las anteriores normativas permitieron el nivel sonoro hasta 90 decibelios, eso cambiará si finalmente es aprobado el mapa del ruido tal como se ha presentado a información pública. El deán, Benito Gallego, ya manifestó que en su opinión el ruido era «claramente dañino» y remarcó que se trata de un Bien de Interés Cultural que goza de la máxima protección.
Por su parte, los redactores del plan director de la Catedral también señalaron en su momento que la fuerte vibración podía afectar a la estabilidad de algunos elementos como pináculos o vidrieras.
