Original o copia: cómo preservar una joya de hace 15.000 años

OVIEDO

Proceso de réplica y pintado de un colgante de la época magdaleniense encontrado en la cueva de Las Caldas (Oviedo, Asturias)
Proceso de réplica y pintado de un colgante de la época magdaleniense encontrado en la cueva de Las Caldas (Oviedo, Asturias) MUSEO ARQUEOLÓGICO DE ASTURIAS

Los expertos realizan la réplica de valiosas obras de arte prehistóricas del Museo Arqueológico de Asturias para exponerlas y proteger así las piezas del deterioro

15 may 2022 . Actualizado a las 10:37 h.

¿Cuál es el hilo conductor que lleva a un artista prehistórico hasta la alta tecnología actual? Hace 15.000 años, un hombre o mujer tallaba y decoraba un colgante sobre una pieza de marfil. Su lienzo provenía de la boca de un cachalote, y así lo representó en una de las caras. En la otra, aprovechando el contorno del material, representó con fidelidad un bisonte.

Irónicamente, como explica Beatriz García Alonso, restauradora del Museo Arqueológico de Asturias, «es dificilísimo tallar sobre hueso o marfil. Hay que tener una gran destreza; yo misma lo intenté y me resultó imposible, incluso con torno eléctrico». Pero aquellos humanos que aún estaban despertando al amanecer de la civilización lo conseguían, y con resultados espectaculares, gracias a lo que ella llama «su psicomotricidad fina». Su arte era también, sin duda, valioso para esa sociedad no sobrada de tiempo ni recursos.

«Una parte de mi tarea -explica García- consiste en observar al microscopio cómo estaban hechas esas piezas». Y, como es natural, especialmente en el difícil tallado, a veces se equivocaban o la herramienta se salía por la tangente y dejaba un surco no deseado. A veces incluso «tachaban» los errores.

La réplica fiel

En un salto de al menos quince siglos, algunas de esas preciosas obras de arte han llegado hasta nosotros, ocultas durante todo ese tiempo en el subsuelo de cuevas asturianas. Es el caso de ese colgante de cachalote y bisonte, encontrado en la cueva de Las Caldas (Priorio, Oviedo), donde está muy documentada la presencia humana prehistórica.

Aquí es donde intervienen los expertos: algunas de esas piezas son muy frágiles, debido al paso del tiempo y la acción del clima, o el mal tratamiento que se les dio por error o descuido cuando fueron descubiertas (no olvidemos que hay arqueólogos aficionados desde hace siglos). Desgraciadamente, en el Arqueológico recalan incluso rotas, y es necesario recomponerlas como un puzzle. Así que su traslado para que puedan ser vistas en otros museos o incluso su exposición a la luz las pone en serio peligro.

De forma que una solución es realizar una copia lo más fiel posible, al menos visualmente, puesto que los materiales son completamente diferentes. El proceso que se hace en Asturias parte de un escaneo y la realización de un modelo informático de la obra en 3D. A continuación, la empresa especializada que se encarga de esta primera fase (en el caso del colgante de Las Caldas, la ingeniería Dogram) produce también una réplica en resina azul que se aproxima bastante al original, pero solo en la forma y volumen.

A partir de ahí comienza el trabajo de Beatriz García. Armada con un pincel fino, pintura acrílica y una paciencia infinita, va reproduciendo los colores trazo a trazo, sombra a sombra. El arte estaba ahí, pero hay que saber sacarlo de su cueva.

El resultado es espectacular, como se puede ver en la imagen que acompaña este reportaje. Tal vez el tacto y el peso sean diferentes, claro, pero a la vista habría que ser un gran experto para diferencial el original y su copia. «E incluso a algunos expertos les costaría distinguirlos», dice la restauradora con cierto orgullo. La réplica está lista para ser admirada en el museo o para viajar a otros y preservar, así, un patrimonio único… e irrepetible.