Carlos Casaprima, uno de los últimos artesanos del tiempo en Oviedo: «Ya no quedan relojeros»

Esther Rodríguez
Esther Rodríguez REDACCIÓN

LA VOZ DE OVIEDO

Carlos Casaprima es uno de los últimos relojeros que queda en Oviedo. Está al frente de la relojería que lleva por nombre el apellido de la familia
Carlos Casaprima es uno de los últimos relojeros que queda en Oviedo. Está al frente de la relojería que lleva por nombre el apellido de la familia

El ovetense mantiene vivo un oficio que, aunque no tiene paro, corre el peligro de desaparecer

25 jun 2023 . Actualizado a las 09:22 h.

Hay negocios en Oviedo por los que el tiempo apenas pasa. Uno de ellos es la relojería anticuaria Casaprima. Es poner un pie en esta tienda, situada en el número 12 de la calle del Fontán, y dar la sensación de que haces un viaje al pasado. Las paredes están repletas de antiguos relojes con péndulos y en el mostrador no cabe ni un solo reloj de bolsillo con decenas de años de historia más. Pese a la edad, todos ellos funcionan correctamente gracias a Carlos Casaprima, uno de los pocos relojeros que quedan en Oviedo y también en Asturias. El ovetense lleva 20 años manteniendo vivo un oficio que, a pesar de todos los avances tecnológicos, aún se rige por los viejos códigos de la profesión. «Aquí apenas hay máquinas», asegura el artesano. 

Carlos Casaprima es la segunda generación de relojeros. Al igual que la mayoría de compañeros del sector aprendió el oficio de la mano de su progenitor. «Mi padre abrió esta tienda en 1951. Cuando cumplí 25 años empecé a trabajar en ella como aprendiz. Después fui a trabajar al local que inauguró tiempo después en la calle Uría. Allí estuve hasta que cogí las riendas de este negocio», cuenta, antes de señalar que en el 2003, momento en el que se puso al frente de la relojería de la calle Fontán, le dio un giro a la misma. «Quité el taller de joyería que teníamos, dejé de arreglar relojes de cuarzo, de pila y electrónicos para centrarme en la reparación y mantenimiento de relojes antiguos, autómatas, cajas de música y todo tipo de artilugios de mecánica antigua como pueden ser los aparatos astronómicos», detalla.

Vista de la entrada de la relojería Casaprima
Vista de la entrada de la relojería Casaprima

Desde entonces la forma de trabajar no ha cambiado. «Aquí lo hacemos todo de la manera tradicional, con los mismos métodos que se enseñan en las escuelas clásicas de relojería. Incluso procuramos utilizar las mismas herramientas que se empleaban antiguamente. Por eso aquí no verás ninguna máquina eléctrica, salvo el motor del torno o la lavadora», asevera Carlos Casaprima, antes de señalar que si se dedicasen también a arreglar relojes modernos sí que tendría que actualizar al taller en función de las nuevas piezas que salen al mercado.

Por las manos de Carlos Casaprima han pasado infinidad de relojes de época. «Ya llevamos más de 3.000 arreglados», asegura. La mayoría de ellos son del siglo XVIII y, «aunque parezca que tienen muchos años, son muy habituales porque en ese tiempo la relojería vivió su época dorada». De la misma manera, arregló alguno que otro con más de 200 años de historia, perteneciente al siglo XIX. No obstante, el más antiguo que tuvo que reparar databa del siglo XVII. «Al final, nosotros trabajamos con relojes que, como mucho, son de 1950; de ahí para atrás», cuenta el relojero.

Algunos de los relojes que están a la venta en la relojería Casaprima
Algunos de los relojes que están a la venta en la relojería Casaprima

Para que un reloj dure tantos años, como cualquier otro objeto, requiere de unos cuidados. «En realidad es una máquina y, por tanto, necesita un mantenimiento. Lleva aceites que hay que cambiar, la suciedad con el tiempo es perjudicial… Por eso, es recomendable hacer una revisión general, que implica desmontar completamente el reloj y limpiar todas las piezas. Si este es pequeño, la revisión tiene que hacerse cada cinco o diez años y si es grande, pues el doble, entre 10 o 15 años, porque si no, sí se va desgastando y la reparación va a ser mucho más cara», aconseja Carlos Casaprima.

Así es el mecanismo de un reloj
Así es el mecanismo de un reloj

Al taller de Carlos Casaprima no solo acuden asturianos, sino también personas de otros puntos de nuestro país. «La mayoría de nuestros clientes son coleccionistas, sobre todo de relojes de bolsillo. Luego tenemos a los aficionados, a los que les gusta tener relojes en casa, y a gente que solo tiene uno y viene esporádicamente a arreglarlo», asegura, antes de advertir que el futuro de la profesión pende de un hilo. «El problema está en que no hay relojeros y mucho menos especializados en relojes antiguos y de pared», apercibe.

Bajo esta premisa, el relojero lamenta que los pocos profesionales que hay en España son «absorbidos» por los servicios técnicos de las marcas. Además, aprender el oficio no es tarea sencilla puesto que «no hay escuelas de formación profesional para ello». «Solo hay una en toda España, que está en Barcelona, y tiene muy pocas plazas», implora, antes de confesar que «es una pena» porque en este sector «si trabajas bien, no hay paro».

«Te lo puedo asegurar al 100 % porque nosotros estamos de trabajo hasta arriba. A mucha gente le tenemos que decir que no porque no damos abasto. De ahí el límite de tiempo en los años 50, no porque no sepamos arreglar relojes de hace 10 o 20 años», asevera el relojero, quien trabaja codo con codo con su hija a quien le ha enseñado el oficio. No obstante, «tener un gran volumen de trabajo no significa que ganas más, porque al final aquí todo es artesanal y lleva su tiempo».

En la relojería Casaprima hay a la venta relojes de bolsillo de todos los tipos y tamaños
En la relojería Casaprima hay a la venta relojes de bolsillo de todos los tipos y tamaños

Aún así, las reparaciones permiten mantener las puertas abiertas de la Relojería Casaprima, puesto que «si tuviéramos que vivir de las ventas, estaríamos cerrados segurísimo». «Algún día de vez en cuando vendo algo bien, pero lo que me da la regularidad es el taller. El dinero que consigo de las ventas procuro volver a invertirlo porque si vendes y no repones, te quedas sin género», apunta.

Lo cierto es que desde el año 2008, con la crisis económica, el número de ventas empezó a bajar drásticamente. «A día de hoy está totalmente de capa caída, pero lo que más daño ha hecho sin duda ha sido internet. Ahora todos los coleccionistas y amantes de las antigüedades tienen todo lo que buscan a golpe de clic, cuando antes se tenían que ir moviendo por las ciudades para buscar entre las tiendas. Además, al haber tanta demanda, los precios bajaron y, como encima no se venden, pues se desplomaron. En ciertos relojes de bolsillo o de pared se pagaban más hace 10 años que ahora. Hubo gente que compró en su día a un precio que no recuperan ahora ni por asomo».

Relojes de pared con años de historias que se encuentran en la relojería Casaprima
Relojes de pared con años de historias que se encuentran en la relojería Casaprima

Para adaptarse a los nuevos tiempos, desde la relojería Casaprima ya trabajan en la creación de una página web. Aunque Carlos considera que el portal online no solucionará la situación de las ventas del negocio, sino que permitirá dar a conocer el mismo. «Cada vez nos llega más gente de fuera de Asturias; sobre todo, con relojes de bolsillo y de pulsera antiguos, porque tampoco hay relojeros por muchas ciudades de España, incluso en las grandes como Madrid, Sevilla o Valencia. Entonces, que en otros puntos del país sepan que existes es bueno», asegura.

No obstante, si hablamos de futuro, el relojero no tiene muy claro si llegará a jubilarse. «No te creas que cuento con ello. Soy autónomo y ya sabes que en realidad trabajas para ti. Eso es un aliciente porque una de las partes buenas que tiene ser autónomo es que tú eres tu propio jefe, te organizas como tú quieras y, si te gusta el trabajo, pues con más razón para hacerlo, pero luego, por otro lado, la cobertura no es la misma que un asalariado. Por eso, la jubilación es un tema que lo harás cuando puedas y si puedes», asevera Carlos Casaprima, quien mientras tanto seguirá manteniendo con vida el tiempo.