Sara Baras, bailaora: «Oviedo es uno de mis sitios favoritos para actuar»
LA VOZ DE OVIEDO
La coreógrafa gaditana se subirá al escenario del Teatro Campoamor en dos funciones dedicadas a rendir homenaje a Paco de Lucía
20 jun 2025 . Actualizado a las 05:00 h.Sara Baras alzará el vuelo en Oviedo para rendir homenaje a Paco de Lucía con el respeto, el cariño y la admiración que siempre se profesaron. La bailaora gaditana se subirá este viernes (19.00 horas) y también el sábado (19.30 horas) a las tablas del Teatro Campoamor para rendir tributo al genio por antonomasia de la guitarra. Con motivo del 25.º aniversario de su compañía de baile, la artista ofrecerá un espectáculo que será inolvidable y transportará una vez más al público a ese mágico mundo que solo ella sabe crear. La producción de Vuela pondrá además fin al Ciclo de Danza, que la Fundación Municipal de Cultura lleva años impulsando en la capital asturiana.
—¿Qué fue lo que le inspiró a crear Vuela como un homenaje a Paco de Lucía?
—La verdad es que estábamos intentando buscar cómo celebrar los 25 años de compañía. La primera propuesta fue pensar en los momentos especiales que ha tenido la compañía en todo este recorrido, como coreografías, espectáculos o momentos que hayan significado mucho. De ahí pasamos a lo importante que era la influencia de un maestro, que en mi caso también me ha acompañado durante toda mi vida. No solamente su música, sino también sus consejos y su cariño. Entonces, sentía que el agradecimiento y la influencia eran tan grandes que teníamos que hacerle este homenaje, porque realmente si tú piensas en bailarle al maestro Paco de Lucía nunca te parece suficiente lo que puedas hacer, por el respeto que le tenemos. Sin embargo, el agradecimiento y el poder mirar atrás de estos 25 años y ver la influencia tan importante que tenemos de él ha sido motivo suficiente para poder dedicarle Vuela. Encima coincidía con los diez años de su fallecimiento y entonces era algo que parecía como una señal, que había que hacerlo.
—¿Qué siente al bailar con la música de Paco de Lucía?
—Bailar la música de Paco es un regalazo. Poder bailarla en el escenario, coreografiarla, darle un vestuario, una escenografía y una iluminación, y llenarla de tu esencia, es un auténtico regalo. Sientes todo lo más bonito que se puede sentir con este arte, con el flamenco. Sientes un profundo respeto, pero también es un gustazo. Su música forma la banda sonora de nuestra vida, especialmente la de los flamencos, así que es como si te llevara.
—¿En algún momento de su carrera sintió una conexión especial con la música de Paco de Lucía? ¿Alguna canción o un concierto que la marcó profundamente?
—Sí, sí, todo. Creo que mi generación, y también las que han venido después, hemos estado profundamente marcadas por la música del maestro. Cuando él sonaba, ahí estábamos todos. Si sacaba un disco, nos poníamos nerviosos por escucharlo. Y si daba un concierto al que podías ir, ibas sin pensarlo. El maestro ha sido, y sigue siendo (musicalmente hablando), una figura fundamental. No solo en lo musical: nos sabemos sus discos, sus momentos, sus colaboraciones. Nos ha marcado su forma de hacer las cosas, su saber estar, su grandeza tanto musical como personal. Todo eso nos ha marcado muchísimo.
—¿Cómo fue el proceso de ensayar y preparar este espectáculo, teniendo en cuenta que la obra es para, principalmente, homenajear a uno de los más grandes?
—Ha sido precioso. Una de las partes más delicadas era la música, ya que Keko Baldomero, que es el director musical de la compañía, hacía el encargo. Estuvimos hablando y reuniéndonos muchos días y dándole muchas vueltas para no hacer y tocar la música de Paco, sino para poder dedicarle nuestra propia música a través de la influencia que tenemos de él. Por supuesto, también quisimos unir eso con momentos musicales suyos que nos han marcado mucho. Esa mezcla era muy difícil de lograr. Creo que tanto Keko como yo hemos tenido una conexión bestial en ese proceso, porque era algo muy delicado. Lo mismo ocurría con la coreografía y la dirección de la obra: hay mil detalles pensados para él, dedicados a cosas que le gustaban. Y la verdad es que, en ese sentido, lo teníamos todo muy claro. Sabíamos lo que queríamos contar, y lo hemos contado. Por eso te digo que la música fue quizás lo más complejo, porque estamos hablando de Paco, uno de los mejores músicos del mundo. Imagínate esa responsabilidad. Aun así, Keko Baldomero ha hecho una maravilla, fusionando la música del maestro con composiciones propias, para dedicarle este vuelo.
—A nivel psicológico, ¿cómo se prepara una artista para hacer una gira tan intensa?
—Llevamos 25 años de compañía y hemos pasado ya de las 5.000 funciones. Esta gira está siendo preciosa y la verdad que sí, es fuerte, pero que llevamos muchas detrás. No lo vivimos como un trabajo, sino realmente como una forma de vida. Entonces estás, entre comillas, acostumbrada. Digo «entre comillas» porque cada espectáculo es diferente: tú tienes otra edad, es otro público. Aunque muchos espectadores repitan, porque tenemos un público muy fiel, nosotros vivimos del directo, y el directo tiene algo especial cada día. La verdad es que, rodeándote del equipazo con el que tengo la suerte de contar —no solo mi equipo de compañía, sino también RLM, y ahora GTS, y todos los que hacen posible que esta gira sea un sueño—, todo se prepara bien y se vive con mucha intensidad. Y vuelve a ser eso: no solo unos meses intensos, sino una entrega continua. El año pasado hicimos 100 funciones, y este año vamos camino de otras 100. Así que, imagínate… es un no parar.
—¿Qué desafío enfrenta a la hora de interpretar Vuela sobre el escenario?
—Aquí hay una entrega total, no solo por mi parte, sino por parte de todo un equipo que da el 100% cada día. Aunque hay un esqueleto muy sólido —algo fundamental en el flamenco—, cada función contiene momentos de improvisación dentro de ese orden. Ahí es donde una tiene que buscarse, conectar con el público, con el momento presente, y asumir el riesgo que implica improvisar. Ese riesgo es, sin duda, uno de los momentos más intensos, donde más se siente y más se crece. La entrega es absoluta, y poder compartir un espectáculo así con el público es un regalo. Quiero destacar algo importante: nuestra compañía es privada, por lo tanto, se sostiene gracias al público. Por eso, no tengo palabras suficientes para agradecerles. Hemos alcanzado un récord de funciones, y no puedo dejar pasar la oportunidad de expresar mi gratitud a ese público maravilloso, que está siempre dispuesto a dejarse llevar, a sentir, y a recordar al maestro de una forma tan bonita.
—Oviedo es una de las ciudades que forman parte de su gira, ¿qué espera transmitir al público asturiano en esta cita?
—Pues sí, Oviedo es uno de los sitios favoritos porque llevamos mucho tiempo bailando aquí. El público, como decía antes, es muy fiel y muy culto: sabe de teatro, de música y culturalmente está muy puesto. Por lo tanto, es uno de mis favoritos, así que estoy como loca por estar estas dos noches aquí. Creo que la entrega de este público es muy emocionante. Siempre nos han dicho que el norte es más frío y que el sur es más cálido, pero yo no opino eso en absoluto. Creo que es un público que se entrega de una manera bestial, y por eso me hace doble ilusión volver y poder compartir este Vuela.
—¿Qué significa para Sara Baras actuar en una ciudad como Oviedo, que además aspira a ser Capital Europea de la Cultura en 2031?
—Significa mucho. Es una tierra, como te decía antes, con un público que tiene una entrega y una seriedad cultural que, para nosotros, hace que sea un regalo poder volver. Además, te prometo que desde el principio de mi carrera he bailado allí, así que hay una conexión con ese público que llevo clavada en el corazón. Eso no me lo quita nadie. Por eso te digo que, en ese sentido, me apetece muchísimo volver. Ahora mismo Vuela ha tenido un recorrido bestial, no solo por España, sino también fuera. Hemos estado en teatros alucinantes, y este es uno de los que a mí me apetece muchísimo. Estoy loca por volver a Oviedo.
—No es la primera vez que se sube al escenario del Teatro Campoamor. ¿Alguna anécdota sobre sus tablas que nos pueda contar?
—No sé cuándo fue la primera vez, pero hace más de 20 años seguro. Ahora mismo no recuerdo ninguna, pero me han pasado cosas bonitas, preciosas, porque es un público que se entrega muchísimo. Es un público muy fiel y ya hay una relación de muchos años. Eso el público lo sabe. Cuando ya tienes esa conexión, volver significa entregarte de nuevo, dejar el alma, intentar vivir otra vez dos noches mágicas, llenas de arte, sensaciones y emociones. Y eso, realmente, es algo importante para nosotros.
—El espectáculo de Vuela coincide con el 25 aniversario de la compañía. ¿Qué balance hace de todo este tiempo sobre los escenarios?
—Es un balance buenísimo. Hemos crecido, hemos bailado por medio mundo, no hemos parado. Somos una compañía privada, por lo tanto imagínate la entrega. Miro atrás y me siento muy orgullosa de todo lo que ha pasado. Me llama la atención pensar que, en vez de estar cansada, estoy más ilusionada que cuando empecé. Tengo la suerte de tener, sobre todo, un equipazo y personas a mi alrededor con una categoría profesional y personal que me hacen crecer. Me hacen también darme cuenta de no solo de todo lo que he aprendido, por lo que ha pasado, sino por todo lo que me queda todavía por aprender y por dar.
—¿Cómo consigue adaptarse a los nuevos tiempos sin perder esa esencia del flamenco?
—Pues sí, hay una mezcla. Fusionamos la parte técnica con la parte emocional. En la parte técnica, por supuesto, va el respeto a nuestros maestros, a la tradición y a este arte en general. Después la parte emocional es, entre comillas, la que te hace olvidarte un poco de todo lo que has estudiado y ensayado para poder dejarte llevar por el corazón. Vivimos en esta etapa y, por tanto, sale nuestro reflejo de lo que vivimos. Por eso, creo que tanto el espectáculo como la forma de bailar y de presentarlo va unido a la propia vida. Hace 25 años no montábamos así, ni hacíamos este tipo de movimientos, porque cada vez se van adaptando más a lo que vas viviendo.
—¿Qué consejo daría a quienes se dedican a este arte?
—Por un lado, es un consejo para mí misma: tener los ojos muy abiertos, no bajar la guardia, respetar y querer nuestro arte como el arte grande que es. Poder compartirlo y ser agradecida, no solo con los maestros, sino también con el público. Querer y defender nuestro arte por encima de todo. En mi caso, soy embajadora honoraria de la Marca España, y llevo años representando parte de nuestra cultura por todo el mundo. Eso me hace valorar profundamente nuestro arte. Es algo que hay que tomarse muy en serio, sentirlo y respetarlo. Pero, en realidad, no se trata solo del baile: se trata de entregarte al 100% en lo que haces, si realmente quieres algo. Y, por lo demás, tomártelo en serio, con honestidad y con seriedad. Porque con eso, los sueños se cumplen.