Oliver Laxe, director de «Sirat»: «Ciertas plataformas no quieren que cines como los de Oviedo existan»
LA VOZ DE OVIEDO
El realizador mantuvo un encuentro con el público asturiano en las salas de Foncalada, donde compartió detalles sobre el proceso creativo de su nueva película y reflexionó sobre su significado
21 jun 2025 . Actualizado a las 13:59 h.No hace ni un mes que Sirat está en cartelera y ya es una de las películas más vistas en España, superando el millón de euros de recaudación en las salas de cine. Su éxito trasciende incluso nuestras fronteras. La película ha sido premiada internacionalmente con el prestigioso Premio del Jurado en el Festival de Cannes, el segundo galardón más importante del certamen. Detrás de esta producción se encuentra uno de los cineastas más reputados a nivel internacional: Oliver Laxe (París, 1982). Nacido en Francia pero criado en Galicia, el director audiovisual tuvo ayer por la tarde un encuentro con el público asturiano en los Cines Embajadores Foncalada de Oviedo, donde compartió detalles sobre el proceso creativo de su nueva película y reflexionó sobre su significado.
—Sirat se ha convertido en una de las películas más vistas. ¿Imaginaba que tendría este nivel de éxito?
—La verdad es que estrenar justo después de Cannes fue una muestra de nuestras intenciones, un poco temerarias y ambiciosas. La fecha del estreno no la decides tú; ya estaba fijada mucho antes del premio, no se puede preparar a última hora, son meses de trabajo. Lo que sí es cierto es que confiábamos en nuestra película, sabíamos que teníamos algo fuerte entre manos y lo dimos todo para aprovechar el rebufo de Cannes, del premio y de toda la atención mediática que se generó alrededor. Podría haber salido mal —podría haber sido una película que pasara desapercibida en Cannes—, pero la verdad es que todo está saliendo como queríamos, pero no esperábamos que fuera tan bien. Yo, desde luego, he hecho una película con vocación de llegar al público. Siempre ha sido mi ambición. Luego, claro, hay muchos factores que influyen, pero estoy muy feliz, porque para mí eso es importantísimo. Creo que el cine tiene una vocación popular; me parece que las salas son un espacio fundamental. ¿Y por qué vengo yo a un cine como el de Oviedo? Porque es en lugares como este donde el cine se la juega, desde un punto de vista industrial. Ciertas plataformas no quieren que estos espacios existan; quieren que todo llegue directamente a sus catálogos. Movistar, en cambio, sí apuesta porque las películas lleguen con fuerza a la plataforma. Además, lo que sucede en un cine es una ceremonia grupal que considero muy sana. La experiencia que se vive en una sala no la vamos a tener nunca en una casa. Aquí, rodeado de personas que no conocemos, se genera una conexión especial.
—Presentar su obra aquí en Oviedo tiene además un significado especial.
—Sí, claro. Vivo en el oriente, justo al otro lado de San Antolín de Ibias. En mi casa incluso tengo un hórreo cuadrado, como los típicos de aquí. Mi gallego tiene resonancias astures… así que venir a Oviedo, o cualquier excusa para venir a Asturias, siempre es un placer, porque Asturias me encanta.
—¿Cómo surge la idea de crear esta película?
—¿Tienes tres horas para que te lo cuente?
—No tengo tanto tiempo...
—Yo tampoco —se ríe— No sé cómo contestarte. Es que es una locura. Simplemente puedo decir que, en mi proceso de madurez personal, he comprendido rápidamente que, en lugar de huir de la muerte, debo acercarme a ella y tomarla como una aliada. Solo así puedo dialogar con la vida con más precisión, con más claridad, y, sobre todo, aprender a morir con dignidad. También he entendido que la vida tiene sus curvas, y que para apreciar bien las vistas de este camino, a veces hay que aceptar que no siempre te da lo que buscas, sino lo que necesitas. De eso trata, en parte, esta película: de cómo la vida, incluso cuando se manifiesta a través del horror más atroz, tiene algo que enseñar. Algo que, de algún modo, nos hace crecer.
—Como menciona, la película tiene una fuerte carga filosófica...
—Sí. Lo que intento es invitar al espectador a desintonizar la razón, el logos, y a dejarse llevar más por la sensación. Porque a través de esas sensaciones se comprenden muchas cosas. Creo que, a veces, la mente puede ser traicionera, especialmente frente a una obra de arte. En esta película, yo sé que hay una transmisión de saber.
—¿Por qué eligió una rave para enmarcar la historia?
—Me gusta la música electrónica, me gusta bailar y creo que al espectador también le gusta bailar, que lo necesita. Estamos en Asturias. Aquí, desde hace cientos —incluso miles— de años, los habitantes de esta tierra celebraban ceremonias de baile, y bailaban hasta la extenuación. Era una forma de transformar la energía, de hacer una catarsis, de purgar cierto dolor. Hoy, en cambio, la gente va a las discotecas.
—¿Y por qué ese nombre para la película?
—Sirat quiere decir «el camino a la vida». Es una película en la que yo planteo mi mirada sobre el mundo, mi mirada sobre cómo es ese camino para el ser humano.
—¿Qué fue lo más desafiante a la hora de hacer esta película?
—Lo más desafiante nunca es algo exterior, sino interior. Pero esto lo entiende cualquier empresario, cualquier persona o padre de familia. Lo verdaderamente difícil es llevar a cabo tus intuiciones artísticas, por muy arriesgadas que sean. Y esta es una película muy arriesgada. He tenido muchas dudas, claro, porque este también es un camino que avanza por un desfiladero, en el que hay riesgo a ambos lados. Y eso es lo más difícil: mantenerse fiel a tus intenciones y a tu propósito artístico, no dejarte influir. Y más aún en un contexto como este, en el que, evidentemente, yo contaba con una plataforma detrás, con la productora de los hermanos Almodóvar respaldando el proyecto. Estás muy bien acompañado, sí, pero precisamente por eso también es fácil que, en algún momento, te tiemblen las piernas.
—¿Cómo fue trabajar con la productora de los hermanos Almodóvar?
—Fue muy bien. Ellos me han cuidado muy bien. Son una familia, y a mí me gustan las familias y el trabajo en familia, porque hay una fidelidad, un compromiso que nace de algo vocacional.
—¿Por qué eligió Marruecos para ambientar la película?
—Allí las montañas son muy diferentes a las de aquí, de Asturias o Galicia. Allí no hay tierra ni flora; son montañas un poco más heridas. Se puede ver toda la sedimentación, toda la geología, y eso subyuga mucho más que la naturaleza de aquí. Aquí, por supuesto, la naturaleza te pone en tu lugar, pero allí es aún más intenso. El desierto también me interesaba porque es un lugar donde no te puedes esconder. No hay rocas, ni árboles, ni nada. Estás obligado a mirar al cielo. Y eso es algo que me interesa: el ser humano cuando mira al cielo.
—¿Qué espera que el público se lleve cuando vea Sirat?
—Quiero que mire hacia dentro de sí mismo, algo que todos, incluido yo, evitamos a toda costa. Estamos constantemente intentando distraernos para no enfrentarnos a nuestro interior, porque no es fácil mirar hacia adentro. Es doloroso hacerlo. Por eso vivimos angustiados y corriendo, para no conectar con nosotros mismos, con nuestra carencia y con nuestra muerte.
—Después de grabar y emitir esta película, ¿qué ha aprendido? ¿Cómo se siente después de todo este trabajo?
—Me he quitado un poco más de angustias. Creo que vivo de manera más madura. Es decir, con más aceptación de lo que el camino me da, de lo que la vida me da. Aunque se exprese a través del accidente o del dolor. Antes de hacer esta peli, evitaba las crisis. Ahora, cuando me viene una pequeña crisis, la celebro. Porque me hace crecer. Es un momento en el que tú te conectas contigo mismo. Fíjate, cuando te muere un ser querido, estás triste, es doloroso, pero al mismo tiempo estás dialogando con la vida de manera muy certera, muy clara. La vida te hace esas preguntas de quién eres, qué quieres hacer con tu vida, estás en tu verdadero camino. Es algo que he aprendido. A través del dolor, a través de la muerte, a través de las crisis, vivir más plenamente, más libremente. Un poco más.
—Si hablamos de futuro, ¿cuáles son sus propósitos?
—Estoy centrado en la presentación de la película y tengo una asociación en Los Ancares, donde vivo, con la que hacemos mucho desarrollo rural. Estoy en el puro presente acompañando la peli. Quiero escuchar un poco a la vida, lo que me dice a través del espectador. Va a ser además un año intenso porque está el estreno francés, alemán, inglés, americano y eso sí que me va a hacer viajar.
—Seguirá viviendo el presente que es un mensaje que quiere transmitir con esta película
—Sí, vivirlo y celebrarlo.