Eternamente Quini

Andrés Menéndez GIJÓN

SPORTING 1905

Multitudinaria despedida al Brujo en uno de los días más emotivos de la historia del Sporting

01 mar 2018 . Actualizado a las 18:05 h.

Adiós mito; hola leyenda. El corazón de Enrique Castro Quini, capaz de imponerse a desafíos extremos como cáncer de garganta, secuestro, y la trágica muerte de su hermano, Castro, dijo basta. Se fue el más grande y todos, absolutamente todos, quisieron participar en su adiós. Su bondad infinita ha quedado perpetuada en una despedida multitudinaria y emotiva. En el centro de la habitual zona mixta estaba instalado el féretro de Quini, arropado con una bandera sportinguista.

El día empezó con el anuncio por parte del ayuntamiento de que se le pondrá el nombre de Quini a El Molinón y con la decisión de decretar tres días de luto oficial en la ciudad. 

La capilla ardiente, instalada desde las 12:00

A partir de las 12 de la mañana comenzó el inmenso homenaje a la leyenda. Flores, lágrimas, y un continuo desfile de sportinguistas y personalidades se dejaron ver por las entrañas del estadio. Todo bajo un intenso clima de emotividad, cargado por el dolor que ha dejado el adiós del símbolo. Tal es la magnitud de Quini que con su adiós ha destrozado algunos piques insanos, acrecentados en las últimas semanas, entre Sporting y Oviedo. Ayer, ante la magnitud del Brujo, el Real Oviedo tuvo un comportamiento ejemplar que será recordado por encima de categorías, derbis, y demás absurdeces banales.

Representación del Oviedo

Desde muy pronto el Real Oviedo supo estar a la altura de la situación. Primero llegó Esteban, después la estrella azul, Saúl Berjón. Y más tarde, a eso de las 14:00 horas, asomaba por el parking del estadio gijonés la representación oficial del Real Oviedo. El representante de CARSO en Oviedo, Joaquín del Olmo, el entrenador Juan Antonio Anquela, el presidente Menéndez Vallina y los capitanes.

Especialmente afectado estaba el entrenador jienense, que reconoció su admiración por El Brujo. «Era el primero que me enviaba un mensaje cada vez que el Oviedo ganaba. Eso habla de lo grande que era como persona», explicaba el entrenador del Oviedo. Horas más tarde, Menéndez Vallina, no quiso perderse tampoco el funeral y estuvo muy cercano al Consejo del Sporting durante la dura jornada.

La emoción de los aficionados

Si las personalidades asomaban por el parking, la puerta número 1 era el punto de acceso del sportinguismo. Miles de aficionados se enfrentaron al frío, y a las colas, para homenajear al rey rojiblanco. Hubo silencio y un profundo respeto tras un pasillo que se hacía más largo de lo habitual y que estaba repleto de flores. Al fondo se encontraba la capilla ardiente con los restos de Quini y un mural con algunas de sus mejores imágenes en el Sporting. Hombres, mujeres, niños, socios, no socios, aficionados del Sporting e, incluso, seguidores del Real Oviedo, ataviados con una bufanda, daban su último adiós al Brujo. 

Ex jugadores, amigos y miembros de la plantilla rojiblanca

El paso de las horas dejó protagonistas de calado; Lobo Carrasco, Emilio Butragueño, el exoviedista Tuto Sañudo o el periodista Juanma Castaño, uno de los más afectados. Además de los excompañeros y amigos; Joaquín, Claudio, Cundi, Redondo, Jiménez...

Capitanes y el Consejo

También acudieron a la capilla ardiente miembros del primer equipo y del cuerpo técnico. Sergio Álvarez, Isma López, Canella, Álex Pérez o Alberto Lora. Estuvieron presentes desde el inicio la totalidad de componentes del Consejo, así como el director deportivo Miguel Torrecilla. 

Funeral

Cada hora acrecentaba la expectación en los aledaños del estadio. Las colas eran cada vez más y más, importantes en la puerta número 1 y no todos pudieron pasar a la capilla ardiente. Pasadas las 19:00, miles de aficionados empezaban a ocupar las gradas. La expectación creció en la puerta número 1, punto común para presentarse las personalidades y la plantilla rojiblanca. Uno de los más emotivos fue Manu Preciado, hijo del mítico entrenador, que ensalzó, muy afectado, la figura de Enrique Castro Quini.

Primera y segunda plantilla junta

Aproximadamente veinte minutos antes del comienzo entraban al campo la primera y segunda plantilla del Sporting. Algunos jugadores ya habían pasado por la capilla ardiente pero la importancia del evento tenía suficiente alcance. Los jugadores accedieron en grupo, sin hacer declaraciones, y con paso firme. 

El el interior de El Molinón, a las orillas del verde, justo en la bocana de vestuarios, estaban todos los excompañeros y amigos de Quini esperando por el féretro para acompañarlos al último viaje a El Molinón. Ahí se encontraban los inseparables del Brujo, los excompañeros que hicieron historia jugando con él. Claudio, Joaquín, Redondo, Cundi, Ablanedo, Jiménez, Uría o David. Fueron los peores minutos de la despedida del Brujo; la espera del adiós.

«Se le rompió el corazón de lo grande que lo tenía»

Fue el capellán del Sporting, el padre Fueyo, el encargado de dirigir la misa de Enrique Castro. Ante los ojos del Molinón y más de diez mil personas. Una hora y media de luto y orgullo, de sportinguismo. Un último adiós al hombre más emblemático de la historia del Sporting. Una misa a la que nadie querría acudir pero en la que todos lucían, tan tristes como orgullosos, de ser sportinguistas. Se escuchó el padre de todos los cánticos: el «¡Ahora, ahora, ahora Quini, ahora!». Cantó Pipo Prendes y todos lloramos. Se despidió un futbolista con vida de héroe y sonrisa inquebrantable. Ya lo dijo el padre Fueyo, a Quini, «se le rompió el corazón de lo grande que lo tenía».