El nuevo Sporting de Torrecilla queda definido

Andrés Menéndez

SPORTING 1905

Carmona
Carmona @GuilleGL73

El club rojiblanco dio un enorme lavado de cara a su plantilla tras no conseguir el ascenso a Primera División

01 sep 2018 . Actualizado a las 00:20 h.

Clausurado el mercado de fichajes, el nuevo Sporting echa a andar. Día 1 de este nuevo híbrido fabricado por Miguel Torrecilla, nacido en las reuniones de mayo y junio. Tras el desastre de Valladolid, Rubén Baraja solicitó un giro en la construcción de una nueva plantilla. Un cambio radical. Ambos ajustaron perfiles, seleccionaron las características que debían rastrearse en el mercado.

El entrenador lo tenía claro; quería una plantilla corta, con experiencia y carácter. Jugadores que dieran el do de pecho en momentos clave. La configuración del vestuario quedaría dividida en tres. Un primer bloque fuerte con los pesos del vestuario: Mariño, Álex Pérez, Canella y Carmona. Un segundo, con la exigida llamada a la promoción filial, compuesta por seis nombres. Y un último y tercero, con la apuesta definitiva por el cartel extranjero. 

Paciencia en el mercado

Tras esas cumbres, se inició el goteo de las incorporaciones. La dirección deportiva, acostumbrada a trabajar en silencio, decidió apostar por un patrón de trabajo arriesgado: agotar las primeras opciones y esperar. Torrecilla garantizó a Baraja que dispondría de un equipo acorde a sus exigencias, pero primero debía mantener la calma. El vallisoletano, que ha ganado protagonismo en los últimos meses, asumió el riesgo e inició la pretemporada con un equipo radicalmente distinto al que tiene hoy. 

Primera premisa: cerrar la defensa

Las primeras semanas de trabajo no fueron fáciles para Rubén Baraja, que a la espera de recibir novedades en ataque, decidió invertir su tiempo en fabricar una defensa solvente. Cada amistoso era una nueva prueba para seguir edificando el fortín y avanzar en la persuasión a Babin, considerado por los técnicos como el fichaje diferencial en defensa. El técnico mimó al francés, haciéndole sentirse partícipe del proyecto.

La firma de Molinero venía a cubrir las carencias competitivas de Calavera y la contratación de la experiencia. Tras la fuga de Barba, prevista desde su amago en el pasado mercado invernal, Baraja cerró el sistema defensivo y aprovechó el compás de espera para reiterar su compromiso con la portería cero.

Apuesta por el extranjero

La apuesta por el mercado extranjero se consolidaba con el desarrollo de las semanas. Geraldes, Sousa, Peybernes, Cofie, Robin Lod, Blackman, Djurdjevic y Neftali, este último con licencia del filial, reafirmaban el deseo de reajustar la plantilla en torno a otro nicho, con nombres contrastados pero desconocidos para el público general.

Las llegadas de Djuka y Álvaro Jiménez asomando el final del mercado aliviaban a Baraja, que pasaba a disponer de una plantilla acorde a las exigencias fijadas. La última petición del inquilino del banquillo rojiblanco, una de las más reiteradas en las distancias cortas y en cada comparecencia, era gozar de 22 licencias. Una plantilla corta. En estas últimas semanas se intentó cumplir ese deseo, por ejemplo con la salida de Rachid, que rompió a última hora su contrato con el Sporting, mientras finalmente no se daba luz verde a la marcha de Pablo Pérez.