Análisis del Sporting: «Hielo en Pamplona»

Luis Alcázar

SPORTING 1905

Sporting
Sporting Real Sporting

Artículo de opinión

24 sep 2018 . Actualizado a las 00:38 h.

“El fútbol es orgánico, no métrico” me repite con frecuencia Nardo, amigo y compañero de butaca en el Molinón. Casi siempre se trata de sensaciones, de saber interpretar los momentos de los partidos. Y Segunda División es una categoría donde prima la igualdad, plagada de enfrentamientos como los primeros 45 minutos que vimos en Pamplona el sábado.

Repasando lo ofrecido por el Sporting fuera de casa hasta ahora, podemos decir que lo visto en El Sadar hasta el descanso ponía sobre la mesa el rendimiento colectivo más completo y equilibrado lejos de Gijón. Es verdad que en Riazor vimos un ejercicio defensivo aceptable, que el equipo compitió 75 minutos a pesar de no ofrecer argumentos ofensivos para poder ganar, pero que estuvo muy cerca de no perder. Solo hay un nexo de unión entre estos dos partidos, una falta en la frontal casi en el mismo minuto, fue punto de inflexión en el devenir de ambos. Nacho Méndez escenificó en esa jugada lo que le ocurrió al equipo ante Osasuna, una deficiente interpretación de los momentos de juego, una mala decisión entre pasar en corto o buscar pase largo, permitió que la balanza se inclinase hacia los locales, ayudada de la calidad en el golpeo de Rubén García. A partir de ahí, les bastó a los de Arrasate con impedir que ocurriese nada en su campo. Aquí viene el punto más preocupante de la historia, este Sporting ofrece poco partiendo desde cero, pero pierde todo en cuanto sufre un fuerte giro de guión. Asignatura importante para entrenador y futbolistas.

La alineación invitaba a pensar en una evolución colectiva, la continuidad del tridente Nacho - Sousa - Salvador daba pie a pensar que veríamos a un equipo capaz de llevar la iniciativa y ofrecer situaciones de peligro en área contraria. Cuando todos esperábamos la vuelta de Cofie y un partido estructuralmente cercano al de Coruña, sobre el papel sentimos que por fin Baraja soltaba amarre al talento. Pero comenzado el partido solo podemos rescatar pinceladas en el entendimiento de Lod y Sousa, un leve crecimiento de Álvaro Jiménez en la verticalidad del equipo y nada, o casi nada, en la calidad de pase en la base de la jugada que vimos la primera parte ante el Numancia. No podemos evitar poner el foco en la segunda mitad, el Sporting se derritió como un hielo. Como el domingo anterior en casa, el descanso sirvió para que el equipo entregase el partido y permitiese al rival dar pasos hacia delante y aumentar sus opciones de victoria. Caeríamos en un error perdiendo la confianza en jugadores como Nacho o Salvador, imagino que Baraja tampoco lo hará, porque son la base para que la mejora venga en las dos direcciones, el rendimiento individual desde el equilibrio colectivo y la mejora colectiva desde el crecimiento individual.

Una jornada más, continúa la travesía por el desierto de Djurjevic, más agobiado ayer de lo que habíamos visto jornadas antes. Contribuyó la cercanía de Aridane, que le exigió físicamente y consiguió neutralizar lo que hasta ahora era un bagaje positivo en la cuenta del serbio. Ni recibió con calidad, ni transformó las recepciones en productividad. No es un problema, de momento, pero Baraja debería pensar que sumando las tres situaciones básicas de juego: circulación, finalización de jugadas y definición en el área, coloca en primera línea la necesidad de ese punta finalizador que nos describieron a su llegada. Apareció Blackman, cerrando así la carta de jugadores que nos han ido ofreciendo estas jornadas al mismo ritmo que vivimos el verano de fichajes: lento, muy lento.

Mal síntoma que la entrada de Carmona no significase un plus en ningún aspecto. A pesar de entrar en la izquierda, donde no se encuentra tan cómodo, ni el equipo ni el parecieron creer que siendo un poco más agresivos y sumando calidad individual, se podía frenar tal desvanecimiento futbolístico. Buena oportunidad el sábado próximo para intentarlo de nuevo, recibiendo a uno de los mejores equipos de la categoría, sin perder la perspectiva en la idea que tan poco a poco nos está mostrando Rubén Baraja. No servirá jugar solo 45 minutos, no servirá ser solo un equipo hasta recibir el primer varapalo, no servirá más que ser competitivos a tiempo completo.