No me gustan los derbis

SPORTING 1905

Sporting Oviedo
Sporting Oviedo LaLiga

Columna de opinión

15 nov 2018 . Actualizado a las 22:30 h.

En una semana en la que toda Asturias está impaciente de que llegue el sábado, me siento extraño al no compartir esa misma expectación. En cierto modo, sí que quiero que llegue el partido, pero que pase rápido. Todo viene de analizar fríamente en lo que se ha convertido el derbi, o mejor dicho, en lo que hemos convertido el derbi. Un evento deportivo que, como dicen los políticamente correctos, debería ser una fiesta del deporte asturiano. Ni tanto ni tan poco. 

La hermandad entre aficiones resulta imposible, utópica e incluso me atrevería a decir que contraproducente. Nadie pretende que sportinguistas y oviedistas nos demos la mano y caminemos juntos hacia el estadio coreando proclamas conciliadoras, pero tampoco que exista la necesidad por parte de los cuerpos de seguridad, de poner en marcha poco más que un protocolo antiterrorista de cara al derbi. Y vaya por delante que no es culpa de estos últimos, sino nuestra. De todos los que rodeamos el partido desde una perspectiva u otra, ya seamos aficionados, medios de comunicación o tertulianos de chigre, que hemos rebajado tanto el grosor de nuestra piel que absolutamente todo consigue ofendernos.

No queremos polémicas pero las generamos. Por si acaso. No vaya a ser que todo discurra con normalidad y tengamos sólo que dedicarnos a cuestiones meramente futbolísticas que no importan a nadie. Para muestra, Carmona. Seguramente el futbolista más decisivo de los veintidós que salgan el sábado al campo y, sin embargo, recordado toda la semana por unas declaraciones incendiarias según algún medio de comunicación. Y claro, así funcionan las cosas: se lanza la granada, se vuelve a la trinchera y que los soldados rasos se peleen durante una semana.  

Nadie que haya escuchado las declaraciones de Carmona y que contextualice mínimamente el momento de las mismas, puede pensar que sus palabras fueran dirigidas al eterno rival. Y más viniendo de quien vienen. Un jugador que, tras siete años en Gijón, muchos todavía no sabemos ni cómo es su tono de voz. Porque Carmona, como los buenos futbolistas, suele hablar en el campo.  

Tampoco lo puramente deportivo, hablando ya del Sporting, ayuda a generar ganas de derbi. Está muy de moda últimamente en el mundo del fútbol apelar a las sensaciones para describir la situación de los equipos, y el Sporting no ha podido escabullirse de este mal. El problema de este Sporting hoy en día no son las sensaciones, sino los resultados. La realidad es que el equipo se encuentra a solo dos puntos de la zona de descenso, a seis del playoff y a doce del ascenso directo. Con estos números, las sensaciones son lo de menos.  

El tópico de catalogar el partido como una final cobra esta semana más relevancia. No tanto para el Sporting, pero si para Baraja, al que solo le vale ganar. Respecto a este tema, algunas voces, con la boca pequeña, han llegado a decir que perder el derbi puede resultar positivo si con ello se pone fin a la era Baraja. Nos hemos vueltos locos. Nunca en la vida se me pasaría por la cabeza desear una derrota del Sporting, mucho menos en un partido de este tipo, y si algún día me rondan esos pensamientos, que me retiren el carné y me prohíban la entrada al Molinón.  

Con todo ello, la mejor noticia para el sportinguismo es que al rival tampoco le van muy bien las cosas. Una metáfora del conformismo y la indiferencia que se ha instalado en ciertos sectores. No nos va bien, pero a los otros tampoco. Haciendo bueno el refrán de mal de muchos, consuelo de tontos. 

Lo dicho, que no se manque nadie y que gane el Sporting. 0-2 a poder ser, que lo tengo en la porra.