«Los 7 fallos del Sporting contra el Oviedo»

A.V.M.

SPORTING 1905

Djukic
Djukic Real Sporting

Artículo de opinión

23 jun 2020 . Actualizado a las 14:26 h.

El Sporting se ha visto superado por un limitado Oviedo que maniató a un equipo sin capacidad de reacción cuando se ve por debajo en el marcador. Los siguientes fueron los 7 problemas rojiblancos:

Mala presión. El Oviedo era una perita en dulce, pocos clubs de Segunda división conceden más oportunidades al contragolpe por sus errores con balón en campo propio. Por contra, el Sporting fue incapaz, no solo de robarles el cuero directamente, si no de forzar pérdidas de forma indirecta. Entre Uros Djurdjevic, Álvaro y Manu García sumaron 4 cortes, mientras la segunda línea tampoco fue muy intensa y se encontraba demasiado retrasada para generar transiciones peligrosas tras la recuperación.

Floja salida de balón. El Oviedo tenía muy bien estudiado al Sporting y conducía el balón hacia Babin con su presión, a poder ser incluso a su pierna izquierda, siendo la peor opción posible. A su vez, también empujaba a encauzar los ataques por las bandas con Carlos Cordero y Unai Medina, dos hombres que deben sumarme a la fase ofensiva para distraer al rival, no para ejecutar las jugadas, ya que tienen menos opciones de éxito que sus compañeros, tal como se pudo comprobar.

Por otro lado, la velocidad de los pases no era la adecuada, lo que tampoco propició que el balón llegase con cierta ventaja a los hombres de ataque en la búsqueda del uno contra uno. Eso lastró el desequilibrio de hombres como Murilo.

Manu García en tierra de nadie. El asturiano se ofreció, e incluso por momentos, logró recibir balones sin un marcaje al hombre en zonas de peligro, pero estuvo lejos de liderar las jugadas rojiblancas, en cierto modo por la falta de movimientos de apoyo en corto y de desmarques en largo de otros socios. Todos los compañeros esperaban el balón al pie y en estático, muy fácil para el Oviedo. También sorprendió que el mediapunta no pisase más el área rival, dejando a Djuka muy solo a la hora de finalizar las jugadas, una situación que tampoco fue aprovechada por los pivotes para entrar desde atrás al tener a un hombre cubriendo su espalda.

Curiosamente, Manu hizo 11,7 km, solo Nacho Méndez y Luismi han superado al mediapunta, por lo que no se trata de un fallo de entrega física, si no de ajustes tácticos a nivel individual y colectivo para hacerle brillar.

Poca duración de las posesiones. Al Sporting le quemaba el balón. Eso provocó mayores esfuerzos físicos al tener menos momentos de pausa que el contrario. Además, el cuero tampoco se movía lo suficiente como para que el Oviedo tuviese algún desajuste defensivo por una falta de concentración en el marcaje, o por un buen movimiento de piezas rojiblanco. Mariño y Djukic insistieron en ello durante todo el partido sin éxito.

Sin balones parados de peligro. La suma de todo lo anterior provocó que el Sporting no lograse acumular excesivas faltas al borde del área. De hecho, uno de los equipos más duros de la categoría solo necesitó 13 faltas para frenar a los sportinguistas, lo que demuestra que no se les puso en problemas con los ataques. Ni siquiera se buscó la segunda tarjeta amarilla de Bolaño, que se llevó la primera de forma absurda en un intento de Murilo por desbordarle.

Djuka fue una isla, en todos los sentidos. El serbio no fue capaz de entrar en el partido ante su falta de desmarques interesantes, pero también por la distancia con sus compañeros, algo ajeno al punta, ya que son los extremos y los mediocampistas los que se deben sumar al frente ofensivo. En muchas fases del partido se encontraba controlado por hasta 3 rivales, lo que limita sus opciones de remate y la posibilidad de provocar segundas jugadas por acumulación.

Los cambios no cambiaron nada. El Molinón parecía un velatorio cuando el árbitro pitó el descanso, sensaciones de impotencia en el césped y en la grada, donde había miembros del club rojiblanco y jugadores suplentes al cerrarse los banquillos por el coronavirus. Sin embargo, el técnico serbio no hizo ningún movimiento que pudiese sorprender al Oviedo. Ni siquiera se cambió de banda a Murilo para ver si lograba desbordar con más éxito a pierna natural. A su vez, las entradas de Pablo Pérez, Traver y Álvaro fueron una sustitución de hombre por hombre que tampoco solucionó nada, salvo por la mayor intensidad del gijonés corriendo sin balón.

En ese sentido, sorprende que Djukic no haya agotado los otros dos cambios para dar entrada a Gaspar por un mediocampista y a Berto por un defensa, en busca del gol a la desesperada. Ni el rival intimidaba a la contra, ni se veía al Sporting capaz de tejer ataques con peligro mediante los cambios ejecutados. La defensa ovetense acabó el encuentro sin recibir ningún momento de máxima tensión.

Nota a Djukic y su cuerpo técnico

Suspenso. En vista de las claves anteriores no hace falta profundizar en la explicación, ni la disposición inicial ni la reacción fueron las acertadas.

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