«¿Por qué el Sporting no sabe jugar los derbis?»

A.V.M.

SPORTING 1905

Christian Fernández y Djurdjevic en el derbi jugado en el Tartiere en la 19/20
Christian Fernández y Djurdjevic en el derbi jugado en el Tartiere en la 19/20 César Quian

Artículo de opinión

13 oct 2020 . Actualizado a las 16:18 h.

Ver un derbi asturiano desde el prisma sportinguista se comienza a parecer a un cumpleaños colegial, en el que el protagonista no atina a romper la piñata de las gominolas hasta que finalmente se autogolpea con su propio bate hinchable sin querer.

Hace unos meses era Unai Medina el que regalaba un contragolpe mal gestionado por el Sporting tras el taconazo del vasco, y ayer fue Javi Fuego el que hacía un penalti innecesario, 2 errores que costaron 2 goles y 2 derrotas ante un Oviedo muy limitado al que no se le hicieron ni cosquillas. Precisamente eso es lo que disgusta a la afición sportinguista, sentir que el equipo no es capaz de, al menos por momentos, agobiar al rival en ataque.

No hace falta hacer un drama del pinchazo, son 3 puntos y el equipo gijonés sigue en zona de ascenso. Por contra, sí conviene analizar un problema que se está convirtiendo en habitual, dado que los sportinguistas solo han podido festejar 1 triunfo en los últimos 7 derbis -ningún jugador del Sporting ha marcado gol en los últimos 4-. Curiosamente, el único que se tomó en Mareo como un duelo a vida o muerte, lo que paradójicamente debió hasta sorprender al Oviedo, horas había roto relaciones con la SAD rojiblanca. Para los oviedistas fue un derbi y para el Sporting la jornada 5, también para parte de la afición, contagiada por el club. Personalmente, tenía pocas ganas de ver un partido que esperaba aburrido, como el anterior, y en el que había serias opciones de empatar o perder. Al menos esa es mi percepción.

Muchas voces señalan el buen hacer del Cuco Ziganda y bien es cierto que planteó ambas contiendas siendo muy consciente de sus propios defectos y de los sportinguistas, pero el plan inicial de Gallego tampoco era malo, llegar a la hora de partido con el 0-0 en el marcador ante un Oviedo que sumaba 0 victorias en 4 partidos y jugaba como local, lo que le obligaría a abrirse, más por necesidad que por convicción, lo que suele traducirse en errores a favor del visitante.

Hace unos meses, Ziganda le regaló una autopista a Carlos Cordero y a Unai Medina para que se estrellasen, y ayer buscó algo similar, recargando de piernas y de intensidad la zona interior, consciente de que el Sporting apenas suma llegadas por línea de fondo y cuando las logre, lo más probable es que únicamente esté preparado para el remate aéreo Uros Djurdjevic -los extremos pisan poco el área, Manu se queda construyendo y Pedro tampoco llega a esa zona-, cuyo punto debil se encuentra en dicha característica. El siguiente paso era frenar los chispazos de Manu García y a base de 'rotaciones' en las faltas para evitar expulsiones, con la permivisidad del árbitro y del VAR, se le fue borrando del partido.

Por otro lado, se echó en falta una mayor presión rojiblanca para forzar contragolpes a base de errores oviedistas y más variedad de movimientos a la espalda de la defensa azul por parte de Cumic, Djuka y Aitor. Quizá no para hacer daño a nivel individual, pero sí para descolocar a la defensa y que un compañero aprovechase el espacio generado. Su fuerte está en correr, no en jugar al pie.

La falta de un plan B

David Gallego tardó en exceso en hacer los cambios a la vista de que se estaba jugando al estilo que le convenía al rival. Sí, a toro pasado todos sabemos tocar la tecla, pero era el típico partido que puede durar horas y te irás a casa sin ocasiones de gol, la sensación era palpable sin necesidad de ser entrenador, el Oviedo estaba muy cómodo. Otras jornadas el catalán estuvo muy acertado y ayer no, no pasa nada por decirlo.

A falta de extremos con desborde en el uno contra uno, las entradas en los laterales de Guille Rosas y de Pablo García al comenzar la segunda parte habrían supuesto una mayor amenaza para la zaga azul, también el cambio de Nacho Méndez por Javi Fuego para dotar de mayor fluidez interior a las posesiones sportinguistas. Pedro Díaz estaba muy solo en la función y tanto Saúl como Bogdan no estaban subiendo de forma limpia el balón. En ese sentido, tampoco ayudaba la falta de velocidad en los controles y pases del grueso de jugadores -otro aspecto que molesta en la afición-. Tocar el cuero está muy bien, el problema está cuando el rival tiene tiempo para hacer andando la basculación de lado a lado.

Con esas variantes, el exceso de revoluciones del Oviedo se habría podido convertir en desajustes posicionales, faltas en la frontal, tarjetas y mayores situaciones de peligro en general. Incluso sin necesidad de buscar ataques a la heróica o balones colgados a la olla, era el modo de sacarles de su zona de confort. En ese sentido, siempre habría quedado a última hora la opción de meter a Álvaro Vázquez por Babin, aprovechando el cambio obligado por lesión, o bien haber colocado a Borja López de 'palomero' en los compases finales para buscar segundas jugadas y superioridades con fútbol directo si has metido a Pelayo atrás. También se echó en falta usar la carta de Berto para revolucionar el ataque, por su capacidad para combinar, desbordar y su olfato de gol. El canterano suele brillar más cuando el equipo tiene porcentajes de posesión como el de ayer.

Más allá del derbi, la situación se debe analizar porque no será la única vez en la que el rival se adelante en el marcador y se cierre atrás.

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