Entrevista con La Voz de Asturias
27 nov 2020 . Actualizado a las 22:39 h.Días difíciles. Con el planeta fútbol golpeado, rememorando las andanzas del '10', Darió Óscar Scotto (Buenos Aires, 1969) trata de asimilar la pérdida. Delantero del Real Sporting de Gijón durante la temporada 92/93, su nombre también está unido al del más grande. El 7 de octubre de 1995 es una fecha que gran parte de los hinchas de Boca tienen grabada en sus mentes. Ese día Diego Armando Maradona se volvía a poner la camiseta del club de sus amores. No obstante, en aquella victoria por 1-0 con un gol agónico a un minuto del final contra Colón, hubo otro futbolista que destacó, algo que no pudo hacer vestido de rojiblanco. La Voz de Asturias recuerda aquellos tiempos junto al delantero argentino.
¿Cómo se ha despertado Argentina?
«Todo el mundo esperábamos algo así, pero cuando se da el desenlace nadie está preparado. Diego resucitaba siempre. Todos nos imaginábamos que iba a pasar por esto e iba a resurgir de nuevo. Se le apagó la luz. A lo mejor fue a buscar su paz, que acá en la tierra no la tenía. Era el ídolo máximo del fútbol, no podía caminar por la calle, vivía recluido»
«Ayer pasó algo muy llamativo en Buenos Aires, a la tarde no se escuchaban ni las bocinas de los autos. Era un silencio total en todo el país, la gente no se preocupaba por nada más. Yo tenía dos reuniones de trabajo, las cancelé y me quedé llorando en un sillón. Son días de duelo para la Argentina. Somos fútbol y asado y Diego representaba al fútbol y al argentino. Fue el único que unió al país. Era de la selección, no era de ningún club. Era del pueblo, de la gente y obvio que hay mucho dolor por todo eso»
¿Cómo era compartir vestuario con él?
«Solo alcanzo a decir que soy un privilegiado, tuve la gran suerte de jugar con Maradona. Fue un gran honor jugar con él en Boca. Estuve con el mejor del mundo. Recuerdo que la primera práctica fue impresionante, me entendí de maravillas con Diego, nos cansamos de hacer goles. Yo acababa de llegar al equipo, la gente de Boca me recuerda por el gol que hice sobre el final ante Colón, el día su vuelta. La cancha se caía de gente, estallaba. Los más lindos recuerdos»
¿Y sus recuerdos del Sporting?
«Yo tenía que haberme quedado a jugar en España 15 años. Estoy arrepentido de haberme ido del Sporting y no querer hacer carrera allá, digo querer, no poder. Son decisiones erróneas que uno toma, después la vida me premió con otras cosas, pero aquello fue un error»
¿Cómo recuerda su llegada a Gijón?
«Yo me iba a Italia, al Ancona, junto a Ruggeri y Sergio Zárate. De repente apareció Enzo Ferrero, en ese momento mánager técnico del Sporting, negoció con Olimpia de Paraguay, con los que iba a jugar la Libertadores y arrancamos para España. Firmé por 3 años. El primer recuerdo es la ciudad, maravillosa, la tengo siempre presente y tengo muchas ganas de regresar y visitarla, después de 27 años sin volver»
Y se encuentra con Bert Jacobs
«El holandés era un adelantado a su tiempo. No lo vi en ese momento, pero los entrenamientos que hacíamos con él, son los que se hacen hoy en día. Estaba 20 años adelantado, hoy veo el trabajo de los equipos acá y, con otra tecnología, pero la metodología es prácticamente la misma que utilizaba Jacobs. Entré muy bien al equipo, pude jugar los dos primeros partidos de liga, hice un gol en San Sebastián, donde ganamos. Pienso que igual no teníamos una gran preparación física, la pretemporada había sido una gira por Holanda, con un montón de partidos en pocos días. Igual, arrancamos muy bien el campeonato»
«En la tercera fecha estábamos haciendo un gran partido ante el Real Madrid. En una jugada Ricardo Rocha me da de atrás y me provoca una lesión de rodilla. Me equivoqué y no le pedí el cambio al míster. El argentino tiene otra idiosincrasia y a mi para sacarme de una cancha tenía que ser con un tiro en la cabeza y sin respirar. Yo jamás iba a pedir un cambio. El míster se enojó conmigo y me lo hizo pagar llevándome al banquillo»
¿Fue eso lo que le impidió dar una mejor rendimiento?
«Eso me tiró un poco para abajo, pero no, claro que hubo más factores. La falta de adaptación. En los 11 meses que estuve en Gijón llovió 9 meses y medio. Yo no estaba acostumbrado. Me despertaba, levantaba la persiana y llovía. Llegaba a entrenar, barro, canchas muy pesadas. Viví los primeros meses en la pensión. Un día salió el sol y abrí todas las ventanas. Son cosas que influyen. Tenía 21 años, nunca había salido de mi país, estaba solo, hacía 6 meses que me había puesto de novio con la que hoy es mi esposa. Extrañaba todo. Fueron muchas cosas que me llevaron a tomar una decisión fea y errónea»
Así todo, tuvo la oportunidad de continuar en el club
«Faltando dos meses para terminar el campeonato me operé del pubis. Estando en la clínica me vino a visitar el nuevo técnico, García Cuervo, y me dijo: 'le necesito para el año que viene, habrá una base de 5 jugadores titulares y usted va a ser uno de ellos. Quédese, no se vaya'. Yo tomé la decisión de irme, erróneamente. Puse rumbo a México, hicimos una gira por China en la preparación en la que me eligieron mejor jugador del torneo. Volvimos a México, estuve una año allí y no hice ni un gol. Fútbol»
¿Qué balance hace de aquella temporada?
«Fui con 21 años, tenía una proyección muy buena por delante. Era mi primer año en España, en un fútbol completamente diferente al argentino, en el que se jugaba a otro ritmo, mucho más rápido que a lo que yo estaba acostumbrado. Adaptarme como me adapté era maravilloso. Hice 6 goles en 24 partidos entre Liga y Copa. Son decisiones que uno toma de joven, que después de viejo se arrepiente. La que más me arrepiento de toda mi carrera»
Nunca disfruté de jugar al fútbol, siempre fue una presión para mí
¿Es cierto que nunca disfrutó de jugar al fútbol?
«Totalmente. Nunca disfruté, siempre fue una presión para mí. Yo me tomé el fútbol con mucha responsabilidad, siempre. Pensaba en la gente que me venía a alentar, la que seguía al equipo y necesitaba una alegría el fin de semana. Entonces, cuando entraba a la cancha no pensaba en divertirme, pensaba en que tenía que ganar y hacerlo mejor para la gente que estaba fuera pudiera disfrutar de un triunfo y un buen espectáculo»
¿Esa presión impidió verle como técnico?
«También. Me tiró atrás para que, una vez colgadas las botas, centrarme en mi vida privada, mis negocios, desconectarme y tomarme un descanso del fútbol. Hoy estoy otra vez metido. Veo jugadores para una empresa y vuelvo a visitar las canchas. No descarto dirigir, tengo titulación, también de mánager. Me sigo preparando, estoy actualizado. Aunque lo primero sigue siendo mi fábrica de pinturas ecológicas y ver lo que pasa con mi hijo».
¿Iker volverá a hacer sonar el apellido Scotto?
«Ojalá. Es un jugador distinto a Darío. Jugamos en la misma posición, pero él es más 9 de área que yo. Es más definidor, con mucho mejor cabezazo que el mío. Si le llega bien la pelota dentro del área es muy probable que termine en gol. Está en la reserva de Banfield, el segundo equipo, y en ocasiones hace entrenamientos con la primera. Es de 2002, por edad aún le queda esperar para dar el salto en el proceso evolutivo de los pibes del equipo, tiene que esperar su momento. Habrá que ver qué sucede el año que viene»
«Allá en Gijón saben lo que es y cómo funciona la cantera. El Sporting tiene un potencial muy grande con Mareo. Igual pasó en la época que fui yo. Era la época de Abelardo, Iván Iglesias, Manjarín, Juanele, Pablo, Arturo... todos salidos del semillero. Si en Gijón se apunta a las divisiones inferiores, donde se hacen buenos trabajos, tiene que volver a Primera y consolidarse. Si armas un equipo competitivo y vas vendiendo pocas piezas de los que van subiendo, debe ser un equipo que se mantenga en Primera. Vender al pibe bueno pasa en todas las partes del mundo. La idea es sacar jugadores de abajo y tratar de vender los menos posibles para mantener un equilibrio en las finanzas y en lo deportivo. Ojalá así sea y regresen a su lugar, la Primera división»
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