Así intentó Torrecilla convertir al Sporting en un equipo de cantera

Francisco Rodríguez

SPORTING 1905

Torrecilla
Torrecilla Real Sporting

El director deportivo se vuelve a cruzar en el camino gijonés durante el próximo desplazamiento

15 sep 2022 . Actualizado a las 15:58 h.

La figura de director deportivo conlleva la responsabilidad de tomar muchas decisiones a lo largo de la trayectoria de un club, de las cuales, en un porcentaje altom no acaban siendo tan positivas como se esperaba desde un principio. En esta área también existe la opción de ver como los frutos sembrados son recolectados cuando ya se ha abandonado dicha entidad.

Algo similar le ocurrió en Gijón a Miguel Torrecilla, artífice de la próxima plantilla a la que hará frente el Real Sporting de Gijón. El actual gestor deportivo del Real Zaragoza fue, desde su posición en el club rojiblanco entre 2017 y 2020, una pieza importante para definir el camino más adecuado, que no el más inmediato, para la incursión en el fútbol profesional de la última gran hornada de canteranos surgidos de Mareo.

Antes de ocupar su nuevo despacho en el verano del año 2017, Miguel Torrecilla ya era muy consciente del contexto que se iba a encontrar en Asturias. Un club, el Sporting, donde Mareo es el corazón y el mayor pilar histórico desde el cual se sustenta. El castellano-leonés quería ayudar a volver a unir al primer equipo y la cantera en un solo ser, después de una temporada 2016/2017 donde se dejó de apostar por una buena parte de los canteranos que habían devuelto a la entidad a Primera División y que acabó en un descenso de categoría. El hecho de que la deuda concursal estaba a punto de liquidarse y que la institución recibiría por parte de LaLiga una ventaja económica al ser un equipo recién descendido, quizás incitaba al director deportivo a realizar un gran número de incorporaciones foráneas, pero él tenía claro que desde abajo debían ver huecos y oportunidades en la primera plantilla.

Un aspecto que Torrecilla tenía muy asentado en sus pensamientos era el de que no podía regalar las oportunidades en el primer equipo, y que lo primero que debía hacer era conocer muy bien tanto a la plantilla del Sporting B como a la del Juvenil A de cara a planificar las progresiones de sus jugadores en el corto y medio plazo. El salmantino aterrizó en Gijón con el filial todavía disputando el play-off de ascenso a Segunda B en Almería, cita a la que acudió y donde detectó a los primeros tres talentos que podían realizar la pretemporada a las órdenes de Paco Herrera y, si se lo ganaban, seguir en dinámica del colectivo profesional. Los canteranos en cuestión fueron Dani Martín, Nacho Méndez y Pedro Díaz, quienes terminaron afrontando sus respectivas primeras temporadas como futbolistas senior entre la Liga Smartbank y la categoría de bronce.

Con la temporada 2017/2018 en funcionamiento, Torrecilla aumentó el nivel de seguimiento sobre los jugadores del filial y el Juvenil A, a los cuales llegó a denominar como los ’40 principales’. De hecho, con la misión de estar más cerca del acontecer diario de las escuadras más representativas de la Escuela de Mareo, el director deportivo incorporó a la secretaría técnica tanto al entrenador de porteros del Sporting B como al míster del División de Honor. Con los de José Alberto López disputando el play-off de ascenso a la Liga Smartbank y los de Isma Piñera proclamándose subcampeones de España, era indudable que algún canterano estaba tirando la puerta abajo con su respectivo equipo. Los procesos trazados para llegar arriba en el tiempo y forma adecuada de nombres propios como José Gragera, Guille Rosas, Gaspar Campos, Pelayo Morilla, Pablo García y Christian Joel empezaron a ganar mucha fuerza en la libreta del salmantino.

Después de una primera campaña donde no se consiguió el objetivo del regreso inmediato a la Primera División, Miguel Torrecilla vio conveniente darle una vuelta de tuerca a la confección de la plantilla rojiblanca. Necesitado de valentía y hambre de seguir creciendo, el vestuario del primer equipo presenció como definitivamente subían canteranos como Dani Martín, Cristian Salvador, Nacho Méndez y Pedro Díaz. La decisión de aceptar una oferta de 4 millones de euros del Eibar por Sergio Álvarez contó con el respaldo de sentir que tanto el luanquin como el de Siero estaban preparados para ofrecer un buen rendimiento, además de que dicho movimiento facilitaba el no taponamiento del posterior ascenso de José Gragera desde el filial. Mientras, tanto Salvador como un Cofie recién incorporado por dos cursos harían de puente hasta que el gijonés diese el salto. Además, en ese verano del año 2018 el actual director deportivo del Real Zaragoza decidió no incorporar a un extremo izquierdo, confiando en las posibilidades de Pelayo Morilla y Gaspar Campos como segundos espadas en dicha demarcación.

Viendo la progresión de Christian Joel en el filial y en los entrenamientos con el primer equipo, en el mercado de verano de la temporada 2019/2020 Torrecilla dio el visto bueno deportivo al traspaso por 5 millones de euros al Betis de Dani Martin. Sentía que el guardameta cubano estaba preparado para ser el encargado de apretar a Diego Mariño, incluso unos pocos meses después de la salida de Torrecilla el club asturiano recibió y desestimó una oferta del Atlético de Madrid cercana al millón de euros. En dicho periodo también salieron traspasados Moi Gómez y Robin Lod, liberando de esa manera aún más una zona central donde ya se estaban asentando Pedro Díaz y Nacho Méndez, e integrando a Gragera y Gaspar. Igualmente, en los laterales se buscaba adecuar la transición para Guille Rosas y Pablo García con las únicas incorporaciones de los experimentados Unai Medina y Damián Pérez.

La apuesta por esta hornada de canteranos era tan firme por parte de Miguel Torrecilla y el club rojiblanco que ambas partes realizaron un esfuerzo para traer de vuelta, con una mayor experiencia acumulada a sus espaldas, a Javi Fuego, Borja López y Manu García. El objetivo con estas contrataciones, además de aumentar el rendimiento colectivo, era el de propiciar que los Pedro, Gragera, Nacho Méndez y compañía pudieran paliar el déficit que el salmantino consideraba que en general poseían: Falta de carácter para afrontar los malos momentos y de querer luchar contra su propio nivel para aumentarlo aún más. Un proceso a fuego lento que ha traído y está trayendo sus frutos, y en los cuales el director deportivo del próximo rival del Sporting maneja su cuota de mérito en forma de legado.