«Las 4 claves de la victoria del Sporting en el derbi y el aprobado a Ramírez»

Dani Souto

SPORTING 1905

Miguel Ángel Ramírez
Miguel Ángel Ramírez Real Sporting

Texto de análisis

11 feb 2024 . Actualizado a las 12:42 h.

Un Real Sporting de Gijón sin demasiada brillantez logró imponerse a un Real Oviedo que, como ya tocaba supuestamente, se fue de vacío de El Molinón - Enrique Castro 'Quini'. Eso de que los derbis no se merecen sino que se ganan, esta vez cayó del lado rojiblanco, lo cual no venía siendo habitual. Los de Luis Carrión plantearon un partido muy serio, pero los de Miguel Ángel Ramírez, sustentados en un primoroso inicio y una gran capacidad de resistencia, terminaron llevándose el gato al agua en un derbi con marcados tintes de derbi. Analizamos en 4 claves los motivos de la victoria rojiblanca

Gran inicio basado en la intensidad y la presión alta

El único gol del partido llegó en el minuto 2. Una de esas acciones aisladas en las que un rechace en un saque de esquina se termina convirtiendo en un golazo poco habitual. Puede tener mucho de casual, pero lo cierto es que el Sporting cumplió con esa intención de ser «eléctricos» en un inicio, como destapaba Ramírez en la previa, y desde la intensidad y el empuje del público los rojiblancos marcaron una diferencia que a la postre fue definitiva.

El Sporting propuso una presión alta muy intensa en un inicio, emparejando en 3 para 3 la primera línea en la salida de balón azul, con un trabajo pegajoso de Otero, Djuka y Villalba, y exigiendo mucho en la basculación tanto a Gaspar por un costado como especialmente a Nacho Méndez, que hacía de hombre escoba por detrás de la línea más adelantada. Una presión intensa y hacia adelante que provocó varias pérdidas y errores de los azules en sus primeros pases. Un Sporting crecido, intenso y vertical que logró sacar tajada de unos primeros 10 minutos que son lo que se pide siempre como mínimo en un derbi.

Desajustes en la presión en el carril central

Pasado ese inicio frenético de los locales, el Oviedo no tardó en encontrar las fisuras a la presión rojiblanca, que con el paso de los minutos también comenzaba a flaquear en energías. Carrión explicó el plan tras el partido; los azules, con su línea de 3 en salida, se veían emparejados uno a uno con los atacantes rojiblancos, sin embargo, a la espalda de estos el Sporting ofrecía una gran distancia entre sus líneas.

El Oviedo supo generar superioridades en diferentes zonas del campo, elevando la altura de Viti por un costado, por ejemplo, para acompañarla de caídas a banda de Dubasin que arrastraban a un Rivera que salía de zona. Esto generaba un 2 para 1 por dentro por la presencia clave de Paulino entre líneas, que era demasiado para Nacho Méndez. Los carbayones se encontraron cómodos para avanzar con ese pase vertical por dentro, pudiendo incluso conducir para superar la divisoria, y a partir de ahí buscar los costados -su principal baza- donde trataban de encontrar el 2vs1 o en su defecto el desmarque de ruptura a la espalda del lateral, algo que ejecutaron muy bien y que el Sporting sufrió para contrarrestar.

Ajuste al descanso para compactar al equipo

Ramírez reconoció que trató de ajustar las ayudas de Djuka y Villalba sobre la marcha en el primer tiempo para frenar esa sangría interior, pero el equipo venía necesitando del descanso para aclarar y modificar esas ideas colectivamente. El técnico grancanario apostó por adelantar la posición y predisposición de los laterales, especialmente de Pablo García. Si de su paso al frente alguien atacaba la espalda, se encargaría de la cobertura el central más próximo. Así, el lateral cogía la marca que inicialmente perseguía Rivera para que el pivote pudiera mantenerse más centrado y que el equipo no se partiera tanto ni ofreciera ventajas numéricas por dentro con tanta facilidad.

Fruto de la circulación de balón trabajada por los carbayones, éstos fueron capaces de encontrar esa vía de avance en más de una ocasión, pero el Sporting se mostró más ordenado en la segunda mitad en esta defensa posicional y obligó a un menor ritmo de juego que iba contra los intereses de los azules.

Solvente defensa del área para la portería a cero

El Oviedo, que durante la mayor parte del partido hizo muchas cosas bien en la fase de construcción de juego, pecó de un punto de calma y calidad en los últimos metros para generar situaciones más claras de remate. Aun así, con más de una treintena de centros al área (38 en total) tan sólo un 24% (9 de ellos) encontraron un rematador, un porcentaje inferior al de un Sporting que apenas hizo poco más de un tercio de los mismos (14 en total). Aquí no sólo hubo demérito carbayón, sino también un gran trabajo en la defensa del área por parte de la zaga rojiblanca.

En cuanto a nombres propios, Insua estuvo imperial tanto por alto como al corte, sin que Izquierdoz se quedara atrás de su socio en el eje. Junto a ellos, el trabajo de Pablo García y Pascanu, algo más ensombrecidos en el uno para uno por las constantes exigencias del rival, fue clave para que Christian Joel apenas tuviera trabajo, aunque el cubano también solventó bien todas sus participaciones. Una solidez que se demandaba clave recuperar.

Los cambios

Mario por Villalba. Refresco en la presión, donde tuvo mayor incidencia que propiamente en el juego ofensivo, que aportó alguna solución más con balón en un contexto determinado de juego. Erró la ocasión clara para cerrar el partido en el descuento. Al menos quedó para el recuerdo como algo anecdótico.

Varane y Hassan por Nacho Méndez y Djuka. Refresco en el doble pivote necesario por un Nacho que iba acusando la fatiga, cubriendo metros con el francés que sumó varias recuperaciones clave, así como en banda, desplazando a Otero a la delantera. Le faltó un punto más de desequilibrio a Hassan, pero volvió a dejar muestras de la facilidad que tiene para retener la posesión y meter en problemas a la zaga rival.

Róber Pier y Queipo por Pascanu y Gaspar. Refresco en los costados necesario de cara a los últimos minutos, pensando tanto en la labor defensiva como en las opciones en transición. Su participación en minutos tampoco les dio para ser determinantes.

Nota a Miguel Ángel Ramírez y el resto del cuerpo técnico

Suficiente. Un buen inicio del Sporting, marcado tanto por la intensidad de su presión alta, planteada con marcas individuales, como por la verticalidad en su juego ofensivo, fueron suficientes para sacar tajada de la que era la mayor debilidad conocida del rival. Un comienzo que marcó el devenir del partido y que fue decisivo para explicar la victoria final. Aun así, pasado el arreón inicial, a los rojiblancos les costó dominar diferentes fases del juego ante un Oviedo controlador y cómodo sobre el verde.

La capacidad de resistencia defensiva en los últimos metros y los ajustes al descanso hablan en favor del trabajo de los técnicos, pero le penaliza el hecho de haber estado a merced de un buen Oviedo que bien pudo darle otro signo al partido. Sea como fuere, los derbis se ganan, no se merecen. Una máxima que había acompañado a los azules en los últimos duelos regionales y que esta vez tuvo tinte rojiblanco. Nadie en Gijón se va a quejar por ello esta vez.