Texto de análisis
10 sep 2025 . Actualizado a las 20:27 h.No resulta llamativo que en el fútbol actual se prime la capacidad de poder ser de uitlidad en diferentes posiciones y roles. La famosa versatilidad o polivalencia. Sin embargo, hay casos que se enquistan, como el de Juan Otero, aún a debate en un amplio sector de la afición del Real Sporting de Gijón. Sea como fuere, en este inicio de temporada con Asier Garitano, el colombiano ha sido titular en los 4 encuentros, 3 de ellos ocupando la punta del ataque y uno como extremo diestro. Los números, sorprenden: ningún gol y 4 asistencias.
En un sentido táctico, el propio Otero explicaba así su rol, adaptado a sus características, este miércoles en rueda de prensa: «Como '9' algunos compañeros se pueden aprovechar de mis movimientos. Garitano pide que a veces los extremos estén algo más bajos para poder aprovechar mi velocidad al espacio. Es lo que vengo haciendo en las últimas dos o tres temporadas». Un punto clave para entender su función.
Otero no tiene el rol de un '9' al uso. Sí puede hacer de delantero objetivo en muchas ocasiones, sirviendo como referencia para el juego directo en su fortaleza para los duelos con los centrales, pero lo que más le pide Garitano es movilidad. Reducir la incidencia de los duelos para tratar de ganar ventajas atacando los espacios con velocidad. Unos espacios que, donde resulta más sencillo encontrarlos y generarlos con un desplazamiento largo es en los costados, y si los hace alguien que no está fijado por un lateral sino por un central, al que le incomoda mucho más salir de posición, todavía mejor. Tal y como manda el manual del entrenador, con mucho más índice de éxito un pase al espacio por fuera que por dentro. Un 'delantero móvil' o caído a banda como muestran sus mapas de calor ante Córdoba y Ceuta:
Un movimiento que traza hacia cualquiera de los dos costados, si bien por características de centrales y laterales rivales puede priorizar más uno que otro dependiendo del contexto. Al buscar esos espacios entran en juego diferentes factores relacionados con sus compañeros. El primero de ellos es la generación de dichos espacios, algo a lo que apunta el propio Otero. La presencia interior de los extremos o sus movimientos de apoyo, alejándose de la línea defensiva, permiten fijar a los laterales, que se queden anclados con su marca un par de pasos por delante de su central más próximo, generando ese hueco exacto a su espalda para que el colombiano pueda trazar su movimiento de ruptura (desmarque).
Una vez conquistado ese espacio, llega el segundo factor de la ecuación: si Otero está en banda con balón controlado, ¿Quién ocupa entonces el área? Aquí se abren dos soluciones, por un lado la llegada del extremo de lado contrario, que debe leer adecuadamente los tiempos para llegar a zona de remate, o bien la que está resultando más habitual y productiva: la llegada desde segunda línea de César Gelabert. Cuando estos movimientos confluyen y se ejecutan bien coordinados, el Sporting prácticamente ataca sin una referencia, valiéndose de la movilidad de su '9' y la llegada del '10' para desorganizar a una defensa sin marcas fijas. Algo que explica el buen rendimiento goleador del palentino con Garitano y la versión asistente de Otero, que encuentra más espacios y facilidades partiendo desde dentro para atacar por fuera que a la inversa.
Precisamente, el partido en el que mayor incidencia tuvo por dentro (siguiente imagen vs Deportivo), es en el que más dificultades encontró para entrar en juego, con muchos balones por dentro en los que es más complicado resultar vencedor en el duelo directo con los centrales y que, en caso de ganar la acción, demanda otras cuestiones como darle continuidad a la posesión, donde se debe exprimir más la acción técnica que la velocidad. Por sus características, Garitano ha encontrado en esa primera fórmula su mejor encaje.
Ahí los datos no engañan: Otero intervino en 35 ocasiones frente al Deportivo con un 56% de acierto en el pase, mientras que frente al Ceuta, con 33 toques, y ante el Córdoba, sumando 38, elevó su nivel de acierto hasta el 80% y 65%, respectivamente. En caso de que el debate siga vigente parece más por una cuestión relacionada a la eterna idea del delantero como hombre referencia de área y gol, más que por una cuestión de rendimiento y encaje. Hoy, ese tipo de '9' convive con otra amplia variedad en la que Otero ha encontrado un sitio ideal para varios entrenadores.
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