Juanma Castaño: «Con Verónica Forqué era difícil cocinar en exteriores, pero es maravillosa»

beatriz pallas REDACCIÓN / LA VOZ

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Raul Tejedor

El locutor de radio y el cómico Miki Nadal compartieron el honor del triunfo en el concurso de TVE

01 dic 2021 . Actualizado a las 17:51 h.

«¡El ganador de la sexta edición de MasterChef Celebrity es Juanma y Miki, los dos!». Así el jurado del concurso de TVE proclamó al cómico Miki Nadal y al periodista Juanma Castaño primer dúo de ganadores del programa. El martes, el comentarista deportivo lo celebraba sentado en su mesa de trabajo en la Cope preparando su espacio de radio de esa noche. «MasterChef te cambia la vida, hasta cierto punto...», aseguraba.

—El premio lo ha convertido en el entrevistador entrevistado. ¿Cómo se siente?

—Raro. La verdad es que prefiero entrevistar mil veces. Ahora estoy entendiendo el cansancio de los protagonistas cuando los agobiamos tanto...

—¿Le parece justa la decisión salomónica del jurado?

—Estoy muy contento y creo que es justa, sobre todo cuando pienso: ¿alguno de los dos merecía perder? Ninguno lo merecía en mi opinión. Soy un ganador de MasterChef con Miki y estoy encantado de compartir este premio. Hemos hecho felices al doble de gente: a su familia y a la mía; a su entorno y al mío; a su oenegé y a mi oenegé. Todo el mundo está contento.

—Arrastraban al principio una relación tensa que se ha ido limando. ¿Hay algo de justicia poética en este premio?

—Sí, pero nadie contaba con ello. Se ha ido dibujando con el paso de los programas y del tiempo. Es lo bueno que tiene este programa, que empezó de una forma, a Miki lo echan, lo repescan, yo paso por momentos críticos y luego mejoro muchísimo... Ha sido todo una montaña rusa de emociones.

—Llega a reconocer abiertamente que su compañero no le caía bien.

—Sí, se lo dije sin problema porque era verdad. Lo que pasa es que cuando lo conocí a los cinco minutos ya me caía bien. Estoy muy contento de haber compartido esto pero no solo con Miki , he tenido una relación buenísima con todos los compañeros. Ha sido una experiencia increíble.

—Al principio se lo veía algo perdido en el programa. ¿Cómo llegó hasta allí?

—No me presenté. Al principio te llaman, te invitan, te camelan y entonces aceptas pensando que vas a estar un par de semanas. Y las dos semanas se convirtieron en tres meses. Al principio se me ve que estoy fuera de lugar totalmente, casi ni salgo y se me ve raro. Y luego me voy haciendo con el sitio ya me sentía como en casa.

—¿Cómo era su relación previa con la cocina?

—Pues un nivel básico, de supervivencia. Sabía cocinar un arroz, una tortilla, un guiso de carne, pero no manejas técnicas, no conoces muchos ingredientes, no controlas muchas cosas que te van enseñando con el paso de los programas y te van dando cierto cuajo. Cocinar todos los días es lo que te da callo para desenvolverte bien cortando verduras, poniendo aceite y sabiendo cuándo hay que echar el producto...

—¿Cómo aguantó esa rutina de tres meses en los que compaginó todas las horas diarias dedicadas a «MasterChef» con el programa de radio que dirige y presenta?

—Ha sido lo más duro que he hecho en mi vida y creo que no volvería a hacerlo. Necesitas el apoyo de mucha gente como tuve yo, compañeros del equipo de El partidazo que me preparaban el programa y yo podía llegar prácticamente a última hora para presentarlo. Era duro, dormía poco, sufría a veces cocinando y por la noche tenía que afrontar el programa. No ha sido fácil.

—¿Qué ha sido lo mejor del programa?

—Que he recibido más cariño que nunca en mi vida por parte de la gente. También que aprendes a ser humilde ante una crítica, porque llevas un plato al jurado y de repente el veredicto es nefasto y tienes que decir «¡sí, chef!»; no puedes revolverte. Rompes los prejuicios, tienes unas ideas sobre las personas y de repente te das cuenta de que hay que conocerlas para tener una imagen sólida.

—¿Cómo recuerda el programa que grabaron en A Coruña?

—Para las pruebas exteriores nos llevan al aeropuerto y allí nos dan un billete y nos suben a un avión. Así que fuimos a A Coruña sin saber a dónde íbamos, porque eso evita que estemos preparando una receta típica de la zona en las horas previas. Del programa recuerdo que hacía mucho frío y que llovía y que perdí la prueba. Fue un día dificilísimo.

—¿Era tan difícil cocinar con Verónica Forqué como ha trascendido?

—Era difícil cocinar con ella en exteriores, pero el resto del día y del programa Verónica ha sido una compañera maravillosa, una persona adorable y cariñosa. Ha sido la más querida junto con Carmina. Lo que pasa es que se pone muy tensa ante de los cocinados en equipo y había momentos en que era un torbellino, pero un torbellino maravilloso. Estoy encantado de haber coincidido y cocinado con ella.

—Dijo que con el programa nacería un nuevo Juanma. ¿Quién es ahora?

—Lo dije con la intención de afrontar las cosas con más positivismo, creer más en mí, pero una cosa es lo que digo y otra es lo que consigo. Porque si no leeríamos todos libros de autoayuda, los cumpliríamos a rajatabla y no habría ningún problema. Pero al final cada uno es como es , tienes un carácter y la cabra tira al monte. Es lo que hay.

—¿Cómo preparó ese menú final inspirado en la familia?

—Lo preparé con Marcos Morán, de Casa Gerardo, con una estrella Michelin. Él fue mi mentor. Le dije que yo tenía que hacer un guiño a Asturias y a Zamora, tierra de mi madre y mía y tierra de mi padre. A partir de ahí construimos un primer plato y un segundo. En el postre yo quería que la manzana estuviera presente. Después empiezas a trabajar, estudias los ingredientes y que te dé tiempo a hacerlo en dos horas. Y que sea un menú de nivel. Empecé cuatro semanas antes de la final y lo preparé unas tres o cuatro veces. No podía prepararlo mucho más, porque no podía comprarme quince bogavantes.