Palomo Linares, el último gran héroe de la plaza de Las Ventas

Laura García del Valle
laura g. del valle REDACCIÓN / LA VOZ

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LINARESH

El diestro murió ayer tras una complicada operación de corazón

25 abr 2017 . Actualizado a las 08:06 h.

Fue el último en obtener un rabo en Las Ventas. Un galardón que nadie había conseguido desde que Manolo Bienvenida hiciera lo propio en 1936 y que ningún torero volvió a ganar en la plaza de todos de Madrid desde que Sebastián Palomo Linares faenara con Cigarrón. La controversia entonces, año 1972, estuvo servida y obligó a dimitir al entonces presidente-comisario de Las Ventas, Antonio Pangua, acusado de favoritismo. Ayer la polémica volvió a rodear al maestro, aunque, desgraciadamente, en este caso nada tuvo que ver con sus faenas en la arena.

Palomo Linares (Linares, 1947) moría ayer en el Hospital Gregorio Marañón de Madrid tres días después de haber ingresado para ser operado de una operación a corazón abierto para implantarle un doble baipás aortocoronario. La intervención se llevó a cabo sin incidencias, pero se agravó por un derrame cerebral que el torero, a tres días de cumplir 70 años, no pudo superar. Sin embargo, antes de que el hospital certificase la defunción, la fundación Toro de Lidia informaba de la muerte del diestro a través de su cuenta de Twitter, situación que su familia desmentía a los pocos minutos, pero que no tardó en producirse.

«Después de todas las cornadas que he sufrido, ¿cómo voy a tener miedo a esto?», comentó el torero, que nació en el mismo municipio de Jaén donde meses más tarde perdía la vida Manolete. A pesar del convencimiento que tenía el de Linares en que esta operación no podría con él, el corazón le falló y, en este caso, poco pudieron hacer el tesón y temperamento con el que le recuerdan ahora sus más allegados. Esas cualidades, además de un físico perfecto para aquello del «Spain is different», hicieron enloquecer a finales de los sesenta a aquellas jóvenes que veían en Marisol un modelo a seguir. Sobre todo desde que Linares protagonizara la película Solos los dos, en 1968, con la niña bonita de la época. Pero no fue el único filme en el que se dejó ver el polifacético torero que hizo de la pintura, su gran pasión, su profesión en los últimos años de vida -estos días se expone su obra en el palacio del Infante Don Luis, en Boadilla del Monte-, ya que dos años antes ya había sido el cabeza de cartel de Nuevos en la plaza.

Todos los palos que iba tocando Linares se convertían en oro, y las revistas del corazón no dejaron nunca de seguirle la pista. Menos aún desde que se casó con la miss colombiana Marina Danko y el matrimonio se consagró como una pieza indispensable del papel cuché semanal en España. Incluso después de su separación en el 2011, tras 34 años casados y tres hijos en común, la prensa rosa no dejó de interesarse por sus vidas, sobre todo en lo que concernía a sus relaciones sentimentales, ya que ambos habían rehecho su vida con otras parejas. Linares, de hecho, tenía planes de boda con la juez Concha Azuaga.