Artur Mas, tan político y activo como si no estuviera vetado e inhabilitado

Carlos Punzón
Carlos Punzón BARCELONA / ENVIADO ESPECIAL

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Alberto Estévez | EFE

Su presencia en uno de los palcos principales del Parlamento en la sesión del martes fue reveladora

14 oct 2017 . Actualizado a las 09:23 h.

Asegura no querer volver a la primera línea de la política, pero su presencia pública reiterada en los últimos días prueba que Artur Mas lo único que ha dejado es la representación institucional. Abandono de cargos, obligado. Por su inhabilitación judicial al desobedecer la resolución judicial que prohibió la consulta del 9N. Pero antes perdió su espacio institucional porque la CUP se lo cobró como pieza de caza al vetarlo a cambio de dar los apoyos necesarios a Puigdemont para que Convergència, en su nueva versión, pudiera seguir ocupando la presidencia de la Generalitat.

Pese a esa doble losa, Mas sigue muy activo en política. Su presencia en uno de los palcos principales del Parlamento en la sesión del martes en la que Puigdemont proclamó la independencia durante unos segundos fue reveladora. Tanto como lo están siendo los frenazos que echa ahora quien ha guiado la marcha del PDECat hasta el extremo al que ha llegado empujado por la CUP, las entidades soberanistas y sus propios compañeros de coalición de ERC. Mas fue quien había animado a los temerosos con la inestabilidad económica que podría generar la independencia a que se sumasen a las filas de la ruptura «porque los bancos no se irán de Cataluña» aunque esta se convirtiese en una república.

No solo las dos principales entidades financieras catalanas tributan ya fuera de la comunidad, sino que en dos semanas se han marchado al menos 540 empresas, según contabilizaba ayer el Colegio de Registradores de España. La seguridad de que el sistema no se iba a romper ha dado paso en Cataluña ahora al temor a que no se contenga la fuga de empresas, las cancelaciones de negocios, o incluso a las dudas que la colonia inmigrante masculla cada vez con más intensidad.

Mas sigue activo en política para rebajar las expectativas de una soberanía inmediata, para tratar de poner en su sitio a los diputados de la CUP, y para recaudar los 5,2 millones de euros de fianza que a él y a los demás acusados por la anterior consulta soberanista les impuso el Tribunal de Cuentas, al usar fondos públicos para el referendo declarado ilegal del 9N.

El mensaje de ayer fue el de la venganza de Mas frente a la CUP; el de la llamada a la tranquilidad, y el del reconocimiento de la falta de apoyos internacionales. Quizás por si sirven de atenuante para su condena. Además asegura no querer volver a la primera línea política, si eso, solo desde el extranjero.