Los actos de piratería en el mar caen a su nivel más bajo en 22 años

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Filipinas y Venezuela invirtieron la tendencia negativa y registraron más ataques

01 abr 2018 . Actualizado a las 09:19 h.

Hace tiempo que el mundo ha dejado de ser un lugar seguro. Y los océanos también. Pero al menos queda el consuelo de que surcar la parte azul del globo es menos peligroso que hace unos años. Es lo que se desprende del último informe de la Oficina Marítima Internacional (IMB), la división de la Cámara Internacional de Comercio especializada en la piratería en el mar, que ha constatado que los ataques, asaltos, secuestros y robos a mano armada en el mar se situaron en el 2017 en el nivel más bajo en 22 años.

Los 180 actos de delincuencia comunicados al centro de control que IMB tiene en Kuala Lumpur están por debajo de los 188 que fueron reportados en 1995, apenas cuatro años después de que la institución comenzase a hacer su recuento anual y a ilustrar a la industria marítima las zonas de mayor riesgo. En esas cifras del terror hay episodios más y menos cruentos. Hubo el año pasado 136 abordajes a embarcaciones, 22 se quedaron en simples tentativas, en 16 casos los piratas abrieron fuego contra los barcos y seis buques cayeron secuestrados a manos de los delincuentes.

En 15 de esos incidentes, fueron tomados como rehenes 91 tripulantes, mientras que en otros 13 ataques, 75 marineros fueron secuestrados de sus barcos. En cuanto a las víctimas, tres navegantes fueron asesinados y seis resultaron heridos a resultas de los actos de violencia.

golfo de guinea

El castigo de los piratas nigerianos. A pesar de la bajada global en las cifras de piratería, hay zonas del mundo por las que navegar constituye un riesgo extremo. Si antaño el Cuerno de África era uno de esos puntos negros, ahora la alerta se ha trasladado al golfo de Guinea, en especial las aguas más próximas a Nigeria.

Cierto que el número de incidentes localizados en ese escenario el año pasado descendió con respecto al 2106 gracias a que las autoridades nigerianas han tomado medidas para prevenir ataques, pero «el golfo de Guinea y la costa de Nigeria sigue siendo una amenaza para los navegantes», asegura Pottengal Mukundan, director de IMB. Si los piratas no consiguieron su objetivo en 36 de los ataques notificados, sí lo hicieron en diez, ocasiones todas en las que llegaron a secuestrar el barco que se marcaron objetivo, y tomaron como rehenes a 65 miembros de las respectivas tripulaciones.

indonesia

El área marítima más peligrosa del mundo. Indonesia se ha convertido en el punto más peligroso del mundo, al menos si se atiende al número de incidentes reportados. Constató 43 ataques, seis menos que el año anterior. Por más que las autoridades han designado diez puertos de fondeo seguros, la actividad delictiva sigue encontrando zonas en las que actuar y hay cinco puertos del país entre la relación de aquellas dársenas en las que se han producido más de tres asaltos. Y tanto, en alguno de esos enclaves indonesios se llegaron a registrar hasta nueve.

Filipinas

Tendencia invertida y crueldad máxima. El archipiélago del Sudeste Asiático escapa a la tendencia general de reducción de los actos de violencia en el mar. Si ya se venía percibiendo una escalada de la piratería desde el 2012, en el último ejercicio los asaltos crecieron el doble. De los diez incidentes comunicados en el 2016 se pasó a los 22 del año pasado. El puerto de la capital, Manila, y el de Batangas son los más peligrosos del país, con 9 y 6 ataques, respectivamente, en el 2017. Pero ocurre además que las aguas de Filipinas fueron las más sanguinolentas. Dos de las tres víctimas que se cobró el año pasado la piratería se dieron ahí. El tercer asesinato ocurrió en Yemen.

Y todo a pesar de que las autoridades filipinas han reforzado la presencia militar y colaboran con los países del entorno. En el área se combina la acción de bandas criminales y la actuación del grupo yihadista Abu Sayaf, que a la hora de robar y matar no han discriminado entre marineros, cruceristas o regatistas. Se atreven con cualquiera que navegue por el mar de Sulú o el de Célebes. De hecho, es la actuación de este grupo extremista, más que la de los delincuentes comunes, la que más preocupa.

venezuela

Vuelven los piratas del Caribe. Con cuchillos y pistolas, los piratas han vuelto a poner el Caribe en el mapa de la delincuencia. Y la señal de peligro se sitúa en Venezuela, donde el año pasado se produjeron 12 ataques. Serían pocos si no fuese porque se trata de un país que en el 2013 estaba limpio. Y que cerró los dos años siguientes con tan solo un asalto. En el 2016 ya fueron 5 y el pasado dio el salto a la docena. Once de los ataques se dieron sobre barcos fondeados y uno con la embarcación ya atracada a puerto. De los 12 asaltos, 10 tuvieron por escenario Puerto José y Puerto La Cruz. Otros piratas del Caribe actuaron en Haití y en Guyana.

Un gasero con bandera española, entre los atacados en Nigeria

Los piratas no respetan banderas. Ni siquiera la de dos tibias cruzadas y una calavera. En la relación de pabellones atacados el año hay una treintena de enseñas diferentes. Más de sesenta si la mirada se retrotrae al 2013. Aunque los preferidos son los de bandera de Singapur (31 asaltados el año pasado) o con el emblema de las Islas Marshall (blanco de 29 ataques), también figuran entre las víctimas barcos daneses, chipriotas, malteses, noruegos y hasta un apátrida.

España también aparece. Lo hace porque llevaba esa bandera el gasero La Mancha, propiedad de la naviera noruega Knutsen. Fue atacado en marzo pasado cuando navegaba frente a las costas de Nigeria. Una lancha rápida se aproximó y abrió fuego contra la embarcación. El capitán lanzó una alerta, ordenó poner en marcha los cañones de agua y realizó maniobras de evasión para librarse de los ataques. Además, informó del acoso por VHF, puso en marcha el protocolo de seguridad reuniendo en el puente a la tripulación que no estaba de guardia. Con todo, los piratas continuaron navegando en paralelo al barco y lanzaron un gancho para subir a bordo, pero lo evitó una de las maniobras evasivas, que impidió que alcanzase la cubierta. Un buque en las inmediaciones trasladó por radio al gasero que le iba a dar apoyo, tras lo cual la lancha desistió y abandonó el ataque. Toda la tripulación salió indemne del acoso de los piratas nigerianos.

Somalia, un «avispero» dormido, ante el que no hay que relajar la cautela

La costa del Cuerno de África nada tiene que ver con la de hace unos años. El desembarco de buques de la Armada de medio mundo frente a las costas de Somalia consiguió tapar ese avispero de piratas que hizo de esas aguas del océano Índico el lugar más peligroso del mundo para la navegación marítima. Los nueve ataques que se registraron el año pasado por aquellas latitudes y que son atribuidos a piratas somalíes no son nada en comparación con los 174 del 2010 o los 176 del año siguiente.

Inquieta que esos nueve sean dos más que en el 2016, pero no quita tanto el sueño como la posibilidad de que este año llegue el fin de la operación Atalanta, la misión naval de la UE contra la piratería en el Índico. La industria marítima, y en especial las armadoras de pesca que operan en ese área, están convencidas de que en cuanto se retiren las patrulleras de la zona, se despertará el enjambre de piratas que durante años sembró el terror en los caladeros de pesca con sus secuestros y asaltos que obligó a enrolar vigilantes de seguridad armados para proteger a la tripulación.

Vigilancia

Muestra de que el peligro está latente es que las autoridades aconsejan a los mercantes extremar las precauciones cuando navegan por esas aguas y los navíos militares patrullan cerca de la costa para observar y comprender los modos de vida de los habitantes locales, lo que les permitirá identificar y detener a cualquier sospechoso de ejercer la piratería en lugar de la pesca como podría entenderse. No hay que olvidar que todos los detenidos aseguraban ser pescadores después de tirar por la borda de los esquifes material bélico como rifles y armas blancas y otros enseres como teléfonos y ganchos.

Desde la IMB también aluden a los barcos que llevan seguridad privada a bordo, como es el caso de los atuneros españoles o de capital español, a los que aconsejan extremar el celo y no cometer errores confundiendo a pescadores con piratas o viceversa.

Eso sí, el centro de lucha contra la piratería seguirá ojo avizor en la zona y llama a los capitanes de las embarcaciones a que no se relajen. Porque si una cosa tiene clara la IMB es que los piratas somalíes continúan teniendo la posibilidad y, sobre todo, la capacidad de realizar ataques y secuestros.