El Gobierno autoriza atracar en Barcelona a un buque de la oenegé Proactiva

maría signo ROMA / CORRESPONSAL

ACTUALIDAD

Proactiva Open Arms

Italia y Malta se habían negado a recibirlo pese a que había rescatado a 60 inmigrantes ante la costa de Libia

01 jul 2018 . Actualizado a las 09:20 h.

La odisea del Aquarius tendrá segunda parte. El Gobierno español autorizó ayer a la embarcación Open Arms, perteneciente a la oenegé catalana Proactiva, a desembarcar en el puerto de Barcelona a los 60 migrantes que había rescatado por la mañana frente a las costas de Libia. Según fuentes que cita Efe, la solicitud fue tramitada a través de Salvamento Marítimo, perteneciente al Ministerio de Fomento. Se eligió la capital catalana porque fue el punto de partida de la embarcación y lo solicitó así la alcadesa, Ada Colau. Tras el permiso del Ejecutivo, es ahora el capitán del barco el que deberá decidir en qué emprenderá la navegación hacia España, un viaje que se prolongará por espacio de cuatro días.

La decisión se produjo después de que los gobiernos de Italia y Malta se enfrentasen por culpa del buque, que ayer salvó a más de 50 náufragos en la zona de competencia de Libia, a poco más de treinta millas de la costa. El rescate dio lugar a una trifulca entre el ministro de Interior italiano, Matteo Salvini, y su homólogo de La Valeta, Michel Farrugia, quienes se enzarzaron en una discusión sobre quién estaba obligado a acoger al barco que al final desempató la decisión de España.

Desde Proactiva informaron de que los náufragos que rescataron pertenecen a 14 países diferentes y de que, entre ellos, hay cuatro menores, dos de los cuales no están acompañados. «Por favor, no queremos volver a Libia. Nos pegan», fueron las primeras palabras de una de las mujeres salvadas. Los activistas la tranquilizaron asegurando que, ante la negativa de Italia y Malta, «vamos a España». Según el director operativo de Proactiva, Riccardo Gatti, el segundo barco de la oenegé, el Astral, se está acercando a Libia, a petición de su guardia costera para ayudar a otra embarcación con problemas que lleva a unas 65 personas a bordo. La petición de colaboración es toda una novedad.

Como ha venido haciendo desde que llegó al poder, el líder de la xenófoba Liga, Matteo Salvini, dirigió sus dardos contra Proactiva, de la que dijo «puede olvidarse de atracar en un puerto italiano». «Stop a la mafia del tráfico de seres humanos: menos personas parten, menos personas mueren», declaró mientras su ministerio volvía a hacer alarde de impedir el atraque en Italia «por motivos de orden público: se temen protestas a causa de asuntos judiciales en los que la oenegé ha estado involucrada», señaló sin aclarar que Proactiva fue absuelta.

Poco después el Gobierno de Malta acusaba a Salvini de difundir noticias falsas y a través del ministro Michel Farrugia insistía en que el salvamente del Open Arms había sido a pocas millas de la isla italiana de Lampedusa por lo que correspondía a Italia asumir la responsabilidad: «Estamos publicando este mapa para que todos lo vean. Son hechos no opiniones», señaló.

A la polémica se unió también Libia con la intención de aumentar sus peticiones a Italia. Un portavoz de la guardia costera definió de «propaganda» la oferta del Gobierno italiano de nuevas lanchas para patrullar la zona. «Se trata de lanchas hinchables que no servirán para nada y que no usaremos: las rechazamos y pedimos a Italia que aclare su posición porque hasta ahora no la hemos entendido».

Una voz discrepante con Salvini

Poco está haciendo el Movimiento 5 Estrellas para contrarrestar el protagonismo adquirido por su socio, Matteo Salvini, el cual está imponiendo al conjunto del Gobierno un discurso xenófobo y belicoso con las oenegés que los de Luigi di Maio aseguran no compartir. Pero de vez en cuando se oyen voces discrepantes. Durante su visita al centro de acogida de Ragusa, el presidente de la Cámara, Roberto Fico, se desmarcó del líder de la Liga asegurando que «yo los puertos no los cerraría». Sostuvo que a la Guardia Costera libia «hay que formarla» y que, por ello, necesita «de alguna oenegé» coordinada con ellos» porque Libia «de momento no es un lugar seguro». Por ahora, no pasó de ahí.

Así se aprovecha Trump de las bandas latinas

adriana rey

Pelea para que te respeten y ataca siempre con un machete. Bajo esta consigna crecen los miles de jóvenes en EE.UU. que pertenecen a una de las bandas más sanguinarias. Los Trinitarios. Su color es el verde, se saludan alzando tres dedos y suelen llevar collares con hilos rojos, azules y blancos. Entre su lista de crímenes se incluyen el asalto, robo, narcotráfico, asaltos a domicilios, secuestros y asesinato.

Por este último delito precisamente, la banda ha vuelto a las portadas de los medios tras haber asesinado la semana pasada a un joven de 15 años en las calles del Bronx. La paliza y los más de diez machetazos recibidos fueron vistos por millones de personas a través de las imágenes de una cámara de seguridad de la tienda de donde sacaron a rastras a la víctima. Se llamaba Lesandro Guzmán-Feliz y lo mataron «por error».

Mejor suerte corrió otro joven de 14 años que días antes recibió otra paliza en medio de la carretera. El menor sigue vivo aunque su pronóstico es todavía incierto. Ha perdido un riñón y en estos momentos se debate entre la vida y la muerte debido a las puñaladas que le infligieron los miembros de la pandilla a la que también se conoce como «Patria», la palabra que utilizan los Trinitarios para saludarse. «Si matas a alguien con una pistola no ganas nada, pero si lo matas con un cuchillo, eso significa que eres de verdad», se jactó un trinitario en el documental Gangland.

La historia de esta pandilla comenzó a escribirse en 1989 en Rikers Island, una cárcel de Nueva York donde los reclusos dominicanos se unían para protegerse de los ataques de los demás presos. Casi 30 años después, los trinitarios se concentran en los barrios neoyorquinos del Upper Manhattan y el Bronx, además de controlar algunas zonas de Florida, Illinois, Virginia, Ohio, Carolina del Norte, Alaska, Delaware, Maryland, Rhode Island, Connecticut y Pensilvania.

La extrema violencia de la banda compite con la de pandillas rivales: Dominican Don’t Play, Mara Salvatrucha (MS-13) y Latin Kings, cuyos miembros también suelen ser jóvenes procedentes de Centroamérica o Sudamérica. Ha servido al presidente de EE.UU. para apuntalar su mano dura en materia migratoria. «Nos están invadiendo. No son personas, son animales», suele decir Trump cuando trata de justificar su política de tolerancia cero contra los indocumentados, en la que se incluye la reciente separación de familias en la frontera sur y la construcción de un muro con México.

El republicano lleva casi dos años equiparando al inmigrante con la delincuencia de las bandas, envalentonando así a unas bases que semana tras semana protagonizan altercados contra inmigrantes. «¡Sois todos unos violadores, narcotraficantes, animales!», grita una mujer a un mexicano que limpiaba un jardín en Running Springs, California. «¿Por qué nos odia señora?», preguntó el increpado frente a la cámara de un teléfono que registra lo ocurrido. «Porque son mexicanos», contestó ella.