Países como Italia o Rumanía disparan su intención de abandonar la Unión Europea en el eurobarómetro publicado este mes

Todavía faltaba medio año para la fundación de Podemos y su participación en las elecciones europeas del 2014. Desde el programa Fort Apache y con España sufriendo los recortes impuestos desde Bruselas para evitar el rescate, Pablo Iglesias daba la receta para el partido que ganase las elecciones en «cualquier país» del sur europeo: «Lo tengo claro: debería tomar el control de la política monetaria, saliendo del euro e, inmediatamente, devaluar para favorecer las exportaciones». El ahora socio principal del Gobierno de Pedro Sánchez añadía también la suspensión del pago de la deuda, la nacionalización de la banca o ampliar la titularidad pública a sectores clave como el transporte y la energía.

La histórica llegada al Parlamento Europeo de la formación morada le alejó de esa postura (sumado a los duros ajustes que inició un año después el nuevo gobierno griego de Alexis Tsipras, principal aliado en las críticas desde la izquierda a la Unión), evaporando el debate sobre la salida del euro de la política española. La victoria del «Brexit» en el referendo de junio del 2016 volvió a avivar algunas voces, con varias columnas de opinión publicadas en medios españoles abogando por emular la decisión de los ingleses. Dos años después de recibir la notificación del Reino Unido para abandonar la Unión Europea, Bruselas publica un eurobarómetro mostrando la opción de los ciudadanos de los 28 países miembros sobre su permanencia en la zona común. 

A la pregunta «si mañana tuviese lugar un referendo sobre la permanencia de su país en la Unión Europea, ¿qué votaría?», un 72 % de los españoles encuestados respondió a favor de continuar como país miembro frente a un 11 % que se inclinan por la salida. El porcentaje de personas por la permanencia es once puntos superior a la media de la Eurozona y trece puntos menos que Irlanda y Luxemburgo, con un 85 % de su población dispuesta a seguir en la Unión. Un 17 % duda sobre qué acabaría apoyando. Pese a la amplia mayoría favorable a permanecer, la situación de la UE no entra en las prioridades de los españoles. No, al menos, si se tienen en cuenta los barómetros del CIS. La pregunta sobre el estado del euro apenas se ha realizado en el apartado de principales problemas que perciben los ciudadanos y, cuando se formuló, menos del 2 % lo vio preocupante.   

El eurobarómetro sitúa a Italia como el país más proclive a abandonar la Unión, de la que fue socio fundador. Comparte con la República Checa ser los únicos países donde menos del 50 % de sus habitantes votarían «sí» a seguir en la UE. Incluso el Reino Unido supera ese umbral, con un 53 % a favor de continuar. De celebrarse de nuevo el referendo del «Brexit», solo un 35 % de los británicos apostaría por dejar la Unión.

El resultado del eurobarómetro recogiendo la voluntad de un «Italexit», con un 24 % de personas apoyando una salida, llega en un momento delicado entre el país transalpino y Bruselas, pesimista y muy crítica con el proyecto presentado por Roma para las cuentas del próximo año. Lo hace, además, con el ultraderechista Matteo Salvini ocupando la vicepresidencia del Gobierno, en un constante desafío a la Comisión Europea y construyendo una alianza euroescéptica junto a la francesa Marine Le Pen.

Italia es también el país donde más ha cambiado la intención de salir de la Unión, superando en seis puntos porcentuales el anterior eurobarómetro. Le sigue Rumanía -aumentó en cinco puntos-, que sitúa los «síes» en un hipotético referendo en el 15 %. En el lado opuesto figura Suecia, con nueve puntos menos (un 10 %), y Austria, con tres (20 %). El porcentaje se ha incrementado en todos los países del sur, salvo España. También en los países del Visegrado (conformado por Polonia, Hungría, Eslovenia y la República Checa), con el xenófobo Viktor Orban liderando una coalición de gobiernos euroescépticos y críticos con la política migratoria de Bruselas.  

El proceso para abandonar la UE es igual para todos los países miembro y una garantía dentro del marco fundacional. «Todo estado miembro podrá decidir, de conformidad con sus normas constitucionales, retirarse de la Unión», establece la cláusula de retirada recogida por el artículo 50 del Tratado de la Unión Europea. El mecanismo es voluntario y unilateral, por lo que el país miembro que así lo decida deberá notificar al Consejo Europeo, que proporcionará las directrices para la celebración del acuerdo que establezca las disposiciones necesarias para la retirada.

Según recoge el portal EUR-Lex, de acceso al Derecho de la Unión Europea, si no se llega a un acuerdo, se produce la salida automática pasados dos años desde que el país miembro notifica su deseo de salir. Cualquier estado que se haya retirado de la UE podrá solicitar unirse de nuevo, sometiéndose de nuevo al procedimiento de adhesión.