Primera condena para el Chicle: cinco años y un mes por secuestrar a una joven de Boiro e intentar violarla

Xurxo Melchor
Xurxo Melchor SANTIAGO

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PACO RODRÍGUEZ

La Audiencia Provincial reprende a la fiscala del caso por tratar de «introducir a lo largo del proceso» el crimen de Diana Quer

11 nov 2019 . Actualizado a las 13:15 h.

El primer juicio contra José Enrique Abuín Gey, alias el Chicle, el del caso que posibilitó su detención e implicación en el crimen de Diana Quer, se ha saldado con una condena de cinco años y un mes de prisión por secuestrar el 25 de diciembre del 2017 en Boiro a una joven con la intención de violarla. La sección sexta de la Audiencia Provincial de A Coruña, la que tiene su sede en Santiago, lo considera autor de un delito de detención ilegal consumado y de otro de agresión sexual en grado de tentativa.

El tribunal ha concluido que la prueba analizada pone de manifiesto que el acusado «buscó desde un principio y consiguió privar a la denunciante de su libertad ambulatoria» y consumó así el rapto. Tampoco tienen dudas los magistrados de que la intención del Chicle era meter a la chica «en el coche y trasladarla a algún lugar para satisfacer su ánimo libidinoso». «No se le ocurre a este tribunal ninguna otra alternativa. Su intención no era la de apoderarse de su dinero o el móvil. Lo que pretendía era coger el teléfono de la víctima para que no pudiese pedir ayuda», añade la sentencia.

El fallo incide en su resolución para sustentar que el Chicle pretendía violar a la joven en que rechazó el dinero que le ofrecía, por lo que concluye que, «si hubiera querido robarle, no tenía necesidad alguna de introducirla en el coche». «El ataque sorpresivo a una mujer joven, de noche, en una zona poco transitada y el intento reiterado de encerrarla en el maletero del vehículo nos llevan a inferir, como única hipótesis verosímil, que trataba de trasladarla a un lugar más seguro para poder abusar sexualmente de ella», continúa. Para la sala, «el que no lo haya podido materializar [la violación] se debió, sin duda, a la entereza de la víctima, que se resistió como pudo a la agresión sufrida», y a la ayuda de los dos jóvenes que, «al acudir en auxilio de aquella, obligaron al acusado a huir del lugar del crimen sin lograr su objetivo último».

La pena impuesta al Chicle en este caso es muy inferior a los 15 años y diez meses de cárcel que solicitaba la Fiscalía, que sale mal parada en la sentencia. Si durante la vista oral el presidente del tribunal, el magistrado José Gómez Rey, llamó la atención en varias ocasiones a la representante del ministerio público, a la hora de dictar su fallo la sala se ha mostrado muy dura con ella, ya que le recuerda que en el juicio se analizaron tan solo los hechos ocurridos el día de Navidad del 2017 en Boiro y no los que tuvieron lugar antes y desembocaron en el asesinato de la joven madrileña Diana Quer.

«Se juzga al acusado por lo que hizo y tenía intención de hacer ese día. No se le juzga por los hechos ocurridos en el año 2005 en el partido judicial de Noia [la posible violación de su cuñada] ni por los ocurridos en agosto del 2016 en el partido judicial de Ribeira [el crimen de Diana Quer], a los que se ha referido el Ministerio Fiscal en su escrito de acusación y que se han tratado de introducir a lo largo del proceso por distintas vías. Tales hechos no solo no son objeto del presente procedimiento, sino que se encuentran en fase de investigación y ni siquiera han sido juzgados», señalan los magistrados.

Incide también el tribunal, en su toque de atención a la fiscala, en que el fin de prevención de la pena, o la «ejemplaridad» de las condenas «no se cumple imponiendo penas desmesuradamente altas en relación con el delito que se juzga o tratando de sancionar penalmente más conductas que las realmente cometidas». Así, en la sentencia se recuerda que los jueces y tribunales deben aplicar la norma «sin estridencias, sin exhibicionismo y con rigor», y ello porque «no solo así lo exigen los derechos fundamentales del acusado, sino también porque así lo requiere una sociedad democrática que se fundamenta en valores tan básicos como son la libertad o la seguridad jurídica».

En opinión de la sección compostelana de la Audiencia Provincial coruñesa, «ese rigor debería ser exigible no solo a los jueces y tribunales, sino también a los restantes operadores jurídicos, porque los efectos perversos que produce esa falta de rigor son el de transmitir a la sociedad una falsa imagen de impunidad y el de socavar la confianza de esta en los tribunales de Justicia».

Indemnización de 11.500 euros a la víctima, cuyo testimonio en el juicio fue desgarrador

Además de un delito de detención ilegal como medio para cometer un delito de agresión sexual, que quedó en tentativa, los jueces consideran a José Enrique Abuín Gey culpable también de un delito leve de lesiones por el que le impusieron el pago de una multa de 600 euros. El acusado también fue condenado a la prohibición de acercarse a menos de medio kilómetro de la víctima, así como a su domicilio, y de comunicarse con ella por cualquier medio durante diez años.

En cuanto a las indemnizaciones, deberá abonarle a la perjudicada 11.546 euros por incapacidad temporal y secuelas y al Sergas 1.120 euros más la cantidad que se determine en fase de ejecución de sentencia en concepto de gastos de asistencia psicológica que se presten a la afectada.

 

La víctima del rapto e intento de violación explicó en el juicio los problemas que padece desde que sufrió el ataque. Su testimonio fue conciso, detallado y desgarrador y dijo que nunca podrá olvidar aquella noche que le cambió la vida por completo. «Yo antes era sociable y ahora apenas quiero salir de casa. Si salgo es porque me lo dicen los psicólogos como parte de la terapia», afirmó al relatar una experiencia que confesó que todavía le provoca «pesadillas y miedo constante».

Al igual que la Audiencia Provincial en su sentencia, la chica también tuvo claras cuáles eran las intenciones del Chicle aquella noche y narró en el juicio que pensaba que debía salir de allí, «Como cierre el maletero, ya no sales más», se dijo a sí misma, así como que no le iba a dar el móvil porque era su «única salvación».