Así comen los médicos en España

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Una oleada de quejas en Instagram, por las cenas que les dan en los hospitales, desató la polémica. Comprobamos si las críticas a los menús de las guardias están justificadas

11 ago 2019 . Actualizado a las 10:01 h.

Para sus más de 250.000 seguidores en Instagram son el nuevo mesías. La voz de la sabiduría en materia de alimentación. Esa que salvará a la población del consumo de ultraprocesados y del abuso de las grandes corporaciones que, con fines lucrativos, enmascaran los componentes nocivos de los productos que llevan al supermercado. Pero también reparten estopa, si falta hace, en el seno de la sanidad española. De hecho, Elena Pérez y María Hernández-Alcalá, las bioquímicas creadoras del método Futurlife21, hicieron saltar la liebre hace unos días al publicar las quejas de médicos y enfermeros por el tipo de comida al que tienen acceso en los comedores de sus hospitales. Sobre todo en las cenas, ese momento en el que deben cargar pilas para enfrentarse al estrés de la noche entre pacientes. «Nivel de opciones de segundo plato: croquetas, flamenquines, San Jacobo o pizza» o «Soy enfermera y es muy triste ver cómo de cocina vienen zumos industriales, panes refinados, etc.» son algunas de las críticas que sacaron a la luz en su cuenta estas gurús del realfooding. La pregunta es obligada: ¿se trata de casos aislados o, efectivamente, la buena alimentación brilla por su ausencia en los complejos sanitarios? Lo comprobamos.

Tras consultar a médicos y enfermeros de Barcelona, Valencia, Ibiza, Madrid, Vigo y A Coruña, lo que queda patente es que en prácticamente todos sus centros de trabajo, a la hora de la cena, hay una oferta variada de platos saludables. Pero también un exceso de productos procesados, fritos y bollería que hace que buena parte del personal sanitario se incline por opciones perjudiciales, sobre todo, teniendo en cuenta la carga de trabajo que tendrán que asumir en las horas siguientes.

Manuel Viso, jefe de Hematología y coordinador de la unidad de Nutrición del hospital San Rafael (A Coruña) explica que aunque él se preocupa por comer bien, a lo largo de su trayectoria profesional se ha encontrado una tendencia generalizada en todos los comedores. «Se trata de dietas estándar para todos el personal en las que abundan filetes, patatas fritas, postres dulces, membrillos, yogures azucarados que, por cierto, inducen al sueño, y una oferta en la que la fruta escasea. Pero bueno, es uno de los sectores que peor come, en muchos casos, por decisión propia». Incide este especialista en la necesidad de ayudar, a través de los menús, a sobrellevar las maratonianas jornadas nocturnas sobre todo a aquellos profesionales que pueden tener que enfrentarse a cirugías de horas, con una carga de estrés y un consumo metabólico que hay que tener presente. «La pasta y el arroz deberían ser integrales para mantener la energía, por ejemplo», apunta.

Pasta, precisamente, es lo que abunda en el comedor del Hospital Universitario de Vic (Barcelona) en el que trabaja la enfermera Andrea Rilo. Acompañada, siempre, de una salsa boloñesa o carbonara. Sin embargo, lamenta esta coruñesa, el pescado brilla por su ausencia en el menú. «Ni mucho menos tenemos la opción de cenar pescado todos los días y, cuando nos lo ofrecen, suelen ser calamares fritos o incluso panga». Lamenta, del mismo modo, que aquellos trabajadores que prefieren llevar una dieta saludable tengan que llevarse, y así lo hacen muchos, la comida de casa, con el gasto que esto supone. «Si quiero alimentarme mejor me cuesta más dinero porque las dietas me las paga el hospital pero, claro, solo si como el menú del comedor», explica.

Responsabilidad del trabajador

El neurólogo Nicolás Garzo, que ha peregrinado por diferentes hospitales del país y ahora trabaja en Ibiza, considera que los comedores de los hospitales en los que ha trabajado ofrecen una amplia variedad de productos que permiten al personal sanitario llevar una dieta equilibrada. En su caso, comenta, siempre elige de primero un plato de verdura y de segundo un plato de carne o pescado sin guarnición porque los acompañantes suelen ser arroz y patatas. Mantiene que está en la voluntad del profesional, y en su responsabilidad, alimentarse bien porque «siempre tienes la opción de hacerlo todo mal, pues también hay fritos o bollería». Y no son pocos los que se lanzan de lleno a estas palatables opciones, más allá de la zona de menús. Parte de la culpa la tienen esas máquinas de vending que aún plagan los hospitales del país. Pero eso ya es otra historia.