Urkullu no convocará elecciones hasta el 7 de marzo mientras Feijoo evita concretar su calendario

Juan María Capeáns Garrido
Juan Capeáns SANTIAGO

ACTUALIDAD

BENITO ORDOÑEZ

El Gobierno vasco condiciona el adelanto electoral a las transferencias estatales, algo que podría tener incidencia en la fecha para Galicia

05 feb 2020 . Actualizado a las 18:33 h.

Más que un adelanto electoral, Íñigo Urkullu sopesa un juego revuelto que podría tener consecuencias políticas inmediatas. En solo una semana, el lendakari vasco ha pasado de transmitir a sus consejeros que trabajasen con vistas a completar la legislatura hasta el otoño a preguntarles formalmente por la fecha idónea, un gesto que pudiera parecer protocolario o consultivo pero que está recogido por ley. El líder del PNV necesitaba plantear esta cuestión para tener las manos libres y decidir la fecha, que distintos medios vascos situaban en el 5 de abril, el primer domingo de Semana Santa, justo antes de los festivos.

El lehendakari ha querido restar incertidumbre a la fecha de los comicios esta mañana, advirtiendo de que esperará a ser designado candidato para anunciar el día en que se celebrarán las elecciones. «Mi cultura de partido y lo que nos caracteriza es respetar el procedimiento interno del PNV. Cuando culmine el proceso haremos el anuncio pertinente», dijo. La Asamblea Nacional del partido se celebrará el próximo 7 de marzo. En caso de anunciar la fecha ese día, los comicios deberán tener lugar, al menos, 54 días después de su publicación en el Boletín Oficial del País Vasco. Urkullu ha ironizado con la idea de que la «horquilla está entre el 5 de abril y el 25 de octubre», si bien deberá ser como mínimo a principios del mes de mayo si realiza el anuncio el 7 de marzo.

Torra acelera el calendario 

¿Qué ha pasado en los últimos días para este replanteamiento de estrategia? El críptico anuncio de Quim Torra convocando las urnas sin fecha concreta, esa es la respuesta. Si algo tiene claro Urkullu es que no quiere una coincidencia electoral con Cataluña, que garantiza distorsiones con el soberanismo y menos focos de atención para el mensaje del nacionalismo vasco. Ir detrás de Torra o quien vaya a ocupar la presidencia de la Generalitat supone supeditar la política vasca a negociaciones ajenas, como los presupuestos catalanes, que podrían dilatar la votación al mes de junio o incluso después del verano. Llegados a ese punto, se quedaría sin margen de maniobra para evitar la coincidencia porque la fecha tope es el 25 de octubre. Tomar el control del calendario supone acelerar todo el proceso al máximo y, de hecho, los tiempos son muy ajustados, porque para convocar el 5 de abril necesitaría hacer público el anuncio el próximo lunes y publicarlo en el boletín oficial el martes.

Pese a que el Gobierno vasco quiere escapar de la campaña catalana, el argumento oficial que están trasladando vincula la decisión del lendakari a la buena marcha de las negociaciones para activar las transferencias del Estado comprometidas con los socialistas, que incluyen ajustes y mayor autonomía en la fiscalidad o cuestiones más simbólicas como la representación internacional de las selecciones deportivas. Hoy mismo se celebra una reunión entre el portavoz del Gobierno Josu Erkoreka y la ministra de Política Territorial y Función Pública, Carolina Darias, en la que se tratarán estos asuntos. Si perciben un ambiente de demora en cualquier avance, Urkullu tendrá la disculpa para desencadenar la campaña, ya que tampoco tiene grandes asuntos en tramitación en el Parlamento autonómico. A lo sumo, podría sacar adelante una Ley del Deporte.

Se adelanten o no las elecciones en el País Vasco, la precampaña está lanzada. De hecho, las primeras reacciones de los partidos tras la consulta a los consejeros realizada el martes ya tenían cargas de profundidad. La candidata de EH Bildu a lendakari, Maddalen Iriarte, afirmó hoy que un posible adelanto electoral responde a la necesidad de Urkullu de evitar un final de legislatura incómodo para su Gobierno tras aflorar «posibles irregularidades» en la gestión de su Ejecutivo y en el PNV, recogió Efe. Por su parte, el secretario general de Podemos Euskadi y portavoz parlamentario de Elkarrekin Podemos, Lander Martínez, declaró a Europa Press que un posible adelanto supondría una «imprudencia» y dar la legislatura por «fracasada». «Si el lendakari decide dinamitar la estabilidad de su Gobierno por una situación coyuntural que incluso es externa, será él quien tenga que explicar por qué ha tomado esa decisión», ha advertido. 

El parlamentario vasco del PNV Iñigo Iturrate ha salido al paso de estas reacciones afirmando que el País Vasco «ha podido gozar de estabilidad institucional» durante casi cuatro años de legislatura y ha dicho que decida lo que decida el lendakari ese seguirá siendo el objetivo. Mientras, el PP acelera su toma de posiciones, pendiente del acuerdo con Ciudadanos. Por si acaso, la secretaría general del PP vasco, Amaya Fernández, ha protegido al presidente del partido Alfonso Alonso, al que considera como «el mejor» para liderar el constitucionalismo en las próximas elecciones autonómicas, una persona a la que todos deben «cuidar y mimar» y cuya candidatura se configurará «en breve», anunció.

La posición de Feijoo

Mientras, Feijoo no da pistas sobre dos decisiones encadenadas que le competen solo a él: la primera, si se presenta por cuarta vez para intentar revalidar la mayoría absoluta. Y la segunda, la fecha electoral, que en las últimas tres legislaturas, coincidiendo con sus victorias, siempre ha coincidido con la convocatoria del País Vasco. En el entorno del presidente de la Xunta y en el PPdeG hay opiniones de todo tipo sobre las ventajas e inconvenientes de adelantar los comicios o celebrarlos al principio del otoño, como manda el calendario oficial, aunque tampoco hay motivaciones contundentes que inclinen la balanza con claridad. En todo caso, ni las propias voces que ven más propicia la primavera para votar en Galicia pensaron nunca en una fecha tan precipitada como el 5 de abril, que obligaría a Feijoo a despejar sus dudas o certezas en cuestión de días y a resolver su futuro de un plumazo para evitar especulaciones o nerviosismos innecesarios en sus filas. 

El líder de la oposición en el Parlamento de Galicia, Gonzalo Caballero, trató de sonsacar al presidente alguna pista en la sesión de control de este miércoles, pero Feijoo no le ha concedido esa ventaja. La disculpa de la «estabilidade» también es la principal bandera del titular de la Xunta para desmarcarse de cualquier adelanto, pero, a diferencia de la situación en el País Vasco, el grupo parlamentario del PPdeG y el Gobierno gallego sí tiene interés en sacar adelante iniciativas legislativas con la garantía que dan sus 41 diputados actuales. Si hay tiempo hasta el otoño, se podrían tramitar leyes como la de los museos de Galicia, la de residuos, la de ordenación del territorio y, posiblemente, también la de impulso demográfico.

En clave externa, las dudas tienen que ver con el asentamiento de Pedro Sánchez en el poder aupado por la coalición con Podemos y el precario apoyo del independentismo. La inestabilidad en Madrid ayudaría a los populares gallegos a articular una campaña en torno al agravio del IVA, la crisis industrial en Galicia o unos presupuestos en los que no esperan una gran generosidad con el noroeste, una circunstancia que metería en un compromiso de difícil solución al BNG. El otro escenario es que el Gobierno se asiente y que los estrategas de Moncloa fijen como prioritaria la conquista de la Xunta, en la medida en que si a Feijoo le falta a un escaño el nuevo presidente sería socialista. El desembarco de Sánchez y de ministros del PSOE y de Podemos, con la gallega Yolanda Díaz a la cabeza, estaría garantizado durante los meses que dure la precampaña.