Videollamadas: el «pijamear» se va a acabar

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El confinamiento ha dinamitado la vida social tal como la conocemos; pero no todo vale, ni en las cañas virtuales con amigos ni, mucho menos, en las reuniones de trabajo

31 mar 2020 . Actualizado a las 16:13 h.

Prevenidos. Así es como tenemos que estar ahora en casa. Ese lugar que hasta que se decretó el estado de alarma en España era nuestro reducto de intimidad se convirtió, de la noche a la mañana, en despacho, bar de la esquina, restaurante estrella Michelin, guardería e incluso discoteca. Y los móviles han pasado de mostrar la vida supuestamente idílica de nuestros allegados a devolvernos imágenes de lo más costumbristas: los chorretones de aceite en los azulejos de la cocina de tu hermana, el agujero en el calcetín de tu padre o los calzoncillos descansando en el tendal que tiene detrás tu compañero de trabajo.

Facetime y Houseparty han dinamitado la vida social tal como la conocemos, incluyendo los códigos de vestimenta, que han saltado por los aires. Tu jefe te reclama en ese momento que ha pasado de ser el descanso del café al momento de adelantar la comida, delantal mediante. Y tu conquista de Tinder quiere hacer una videollamada justo ahora que llevas puesto el pijama de franela. Problemas menores, por supuesto. Pero aunque parezca todo frivolidad los expertos no cesan en su empeño de recomendar que aun en casa mantengamos, en cierta medida, un decoro estilístico. No es capricho; es que vivir en pijama impide que nuestra vida, por muy limitada que se encuentre, se parezca a la que llevábamos hasta que el coronavirus lo cambió todo. Y la apatía y la tristeza tendrán todas las papeletas para hacer acto de presencia.

Partiendo de la premisa de que estar decentes nos ayudará a tener la cabeza en su sitio, hay quien mantiene, además, que la vestimenta es una extensión de nuestra personalidad. Por eso es tan importante llevar a cabo una política de mínimos. «Lo primero, estar en casa no tiene por qué significar tener licencia para andar en pijama o chandal todo el día. Ya no porque nos sentará mejor anímicamente cambiarnos de ropa, sino porque lo contrario puede pasarnos factura en el ámbito laboral», comenta Mar Castro, experta en protocolo.

El fondo y la forma

Es cierto que debemos adaptar la situación a las circunstancias, y tampoco tendría mucho sentido llevar corbata o los labios pintados de rojo en casa; «pero con una camisa, un pantalón cómodo y bien peinados podemos salvar los muebles». Según Castro, una reunión de trabajo sigue siendo un contexto formal, y «nuestra pinta nos otorga credibilidad». Pone entonces esta especialista el ejemplo de una mujer que suele maquillarse para ir a trabajar: «Quizás al estar acostumbrada se sienta insegura si no está maquillada, pues no pasa nada con seguir esta rutina, pero sin olvidarnos de que seguimos en casa. Lo importante es conseguir el equilibrio entre el contexto y las circunstancias». «Yo buscaría looks sencillos y prácticos, pero sin caer en el abandono y el pasotismo».

Estos estilismos, además, son versátiles y resisten bien esas videollamadas con familiares o amigos. Porque aunque tengas mucha confianza con tu prima Amparo, no tiene por qué ver tu pijama sopero. Lo mismo ocurre con el exceso de familiaridad en los sofás. Pocas veces uno está hablando con sus amigos o compañeros espatarrado y tapado con una manta hasta las cejas. Que tengan esto en cuenta aquellos que de la situación excepcional han hecho su bandera, y se hallan comodísimos en la naturalidad más exagerada. Porque luego están aquellos que siguen sin querer dejar nada a la improvisación. Y después de currarse tanto filtro en Instagram, claro, no quieren tirar sus esfuerzos a la basura. Para los más presumidos, Youtube tiene la solución. El gigante de los vídeos comienza a plagarse estos días de tutoriales que ayudan a los preocupados por su imagen a sacarse partido en las videollamadas: desde trucos sencillos como limpiar la cámara antes de cada conversación hasta maquillajes pensados exclusivamente para este tipo de menesteres.