Burundi acude a las urnas en medio de la violencia y la pandemia

La Voz REDACCIÓN

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Miembros de la Comisión Electoral muestran las urnas vacías antes de iniciar la votación
Miembros de la Comisión Electoral muestran las urnas vacías antes de iniciar la votación EVRARD NGENDAKUMANA | Reuters

La votación para elegir al sucesor de un presidente que lleva en el poder desde el 2005 tiene lugar sin observadores internacionales y con el bloqueo de  las redes sociales

20 may 2020 . Actualizado a las 19:59 h.

Burundi celebra este miércoles unas elecciones presidenciales, parlamentarias y locales que supondrán el fin del mandato de Pierre Nkurunziza tras una campaña marcada por la tensión y la violencia y ante el temor que supone celebrar los comicios en medio de la pandemia de coronavirus

La votación tendrá lugar sin observadores de los principales organismos regionales e internacionales, incluidos los de la ONU, la Comunidad Africana Oriental (EAC) y organizaciones civiles, a raíz de las críticas a las elecciones del 2015. Ademá, la autoridades han optado por bloquear este miércoles las redes sociales y las aplicaciones de mensajería en el país, informa Europa Press.

El país dio el 27 de abril el pistoletazo de salida a la campaña electoral, con un total de siete candidatos a la Presidencia, entre los que destacan el delfín de Nkurunziza, Evariste Ndayishimiye, y el líder del opositor Congreso Nacional para la Libertad (CNL), Agathon Rwasa

Desde entonces, y en un clima de represión que existe en el país africano desde la crisis política del 2015, el Gobierno y la oposición han mantenido un cruce de acusaciones en torno a los enfrentamientos, asesinatos, detenciones y desapariciones de seguidores de estos partidos, principalmente del CNL.

Así, el portavoz del Ministerio de Seguridad Pública, Pierre Nkurikiye, apuntó la semana pasada a seguidores del CNL como responsables de ataques y recalcó que «el caos del 2015 no se repetirá», mientras que el partido opositor ha denunciado agresiones, ejecuciones y arrestos.

Nkurikiye hizo así referencia a la grave crisis desencadenada ese año por la decisión de Nkurunziza de volver a presentarse a la presidencia, pese a las denuncias de la oposición, que afirmaba que ello violaba los términos del acuerdo de paz que puso fin a la guerra civil (1993-2005). El mandatario logró la reelección, no sin antes superar un intento de golpe de Estado y en medio de una oleada de violencia que tuvo su epicentro en la antigua capital, Buyumbura, y que se saldó con la muerte de al menos 450 personas.

Pese a que la crisis continuó en un nivel más bajo, sufrió un nuevo repunte a causa del referendo constitucional del 2018, que amplió de cinco a siete los años de mandato presidencial, reintrodujo el cargo de primer ministro, eliminó unavicepresidencia y redujo la mayoría parlamentaria necesaria para aprobar nuevas leyes, lo que podría llevar a una mayor marginación de la minoría tutsi.

Aumento de la violencia

En esta ocasión, los principales incidentes han estado protagonizados por las alas juveniles de los partidos de Ndayishimiye y Rwasa -los Imbonerakure y los Inyankamugayo, respectivamente-, si bien el CNL ha denunciado que las fuerzas de seguridad han estado implicadas en diversos incidentes.

La comisión de investigación de la ONU para Burundi expresó el 14 de mayo su «alarma» por el «incremento de la intolerancia política» y afirmó que «los cercanos al partido gubernamental siguen contando con una impunidad prácticamente total por sus abusos, incluidos los responsables de actos violentos».

En esta línea se expresó la Federación Internacional para los Derechos Humanos (FIDH) y su organización miembro para Burundi, la Liga Burundesa de Derechos Humanos (ITEKA), que alertaron de los riesgos de «explosión sanitaria y violencia» de cara a los comicios.

«El régimen burundés, aislado en la escena internacional, ha querido celebrar las elecciones cueste lo que cueste en plena crisis del covid-19, con el riesgo de que la pandemia explote a nivel regional y que el país se vea arrastrado a escenarios mortales cuando sean conocidos los resultados, debido a que la campaña ha estado marcada por la violencia y las propuestas incendiarias», dijo el presidente de ITEKA, Anschaire Nikoyaguize.

Una «misión divina»

El candidato gubernamental cerró su campaña el sábado en un acto en Kameng en el que uno de los principales actores fue Nkurunziza, quien destacó que estos comicios son «diferentes» a los anteriores y advirtió contra cualquier intento de fraude electoral.

«Que nadie intenta alterarlas», dijo, antes de destacar que el país «cuenta con una autonomía financiera cercana al 90 %» y que por ello «no hay que dar explicaciones».

Por su parte, Ndayishimiye cargó contra «los que cometen delitos para crear desorden y sembrar cizaña entre los hermanos bajo el pretexto de que es periodo electoral», días después de afirmar que el CNDD-FDD tiene «la misión divina» de «alejar a los burundeses del precipicio».

Rwasa promete reformas

Por su parte, Rwasa -líder de la milicia hutu Fuerzas de Liberación Nacional (NLF) durante la guerra civil- ha denunciado una campaña de represión y ha prometido reformas, así como el fin de la discriminación en el país.

«Si ganamos las elecciones, todos los burundeses tendrán acceso al empleo», ha prometido, al tiempo que ha hecho hincapié en la necesidad de mejorar la educación con «clases con un máximo de 50 alumnos», según el diario Iwacu.

Asimismo, ha apostado por mejorar el sector sanitario y «reorganizar los salarios para que los funcionarios tengan una vida decente», así como lograr una Justicia «reconciliatoria e incorruptible», fomentar la agricultura e impulsar el sector energético.

Expulsión del equido de la OMS

La votación se celebrará en el marco de la pandemia, que ha dejado hasta la fecha un total de 27 casos y un fallecido, si bien médicos de Burundi alertaron a mediados de abril de la posibilidad de contagios «ocultos y descontrolados» que podrían haber sido ocultados.

En este sentido, ha hecho saltar las alarmas que el Gobierno expulsara el 14 de mayo del país al jefe de la delegación de la Organización Mundial de la Salud (OMS), junto a otros tres integrantes de la misma, sin ofrecer ningún motivo para justificar su decisión.

El gesto fue criticado por la OMS y por la comisión de investigación de la ONU, que apuntó además que el Gobierno no estaba aplicando las recomendaciones «sobre distanciamiento social» durante los actos de campaña.

La pandemia y un posible impacto a mayor escala del informado hasta la fecha podría convertirse en un nuevo frente en una crisis con ya muchas facetas en el país africano, en medio del temor de la población sobre un posible escenario similar al del 2015 tras la votación.