Omar Ortiz, desde dentro del Alvia accidentado: «El vagón se tiñó de polvo y vi a una mujer rezar»

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Omar Ortiz

Este joven viajaba desde Vigo hacia Madrid. Se golpeó la cabeza en uno de los movimientos bruscos de los vagones. Otros gallegos que iban dentro relatan cómo los vagones subían y bajaban. «Pudo ser bastante peor»

03 jun 2020 . Actualizado a las 01:06 h.

Omar Ortiz viajaba en el vagón número 15 del Alvia entre Galicia y Madrid que en la tarde de este martes ha descarrilado en la localidad zamorana de La Hiniesta. Según él mismo relata, salieron a las 11.00 horas de Vigo con algo menos de 200 pasajeros a bordo. El accidente se produjo diez minutos después de las cuatro de la tarde. 

«De repente notamos frenazos, medio normales, hasta que el vagón empezó a subir para arriba y luego, abajo, arriba y abajo. Se tiñó de polvo el vagón y no se veía nada. Salí impulsado hacia delante y la gente gritaba y vi a una mujer rezar. Sentí la adrenalina a tope, parecía un terremoto, arriba y abajo. Con el último vaivén, me di un golpe en la cabeza, los cristales se partieron». 

Fue entonces cuando Omar se asomó a la ventana y vio la cabeza del tren desencajada y despedida fuera de las vías, volcada y paralela al resto del convoy. «El tren no estaba volcado, solo las máquinas», añadió. De hecho, los maquinistas de la locomotora del tren quedaron atrapados en el interior de la misma pero, según el 112 fueron excarcelados y trasladados a un hospital, aunque uno de ellos falleció. 

Omar, de 25 años, es natural de Baiona. Aunque normalmente vive en Madrid, un ERTE en su empresa del mundo del «fitness» hizo que estuviese pasando esta temporada en Galicia. Este martes volvía a la capital para reincorporarse próximamente a su trabajo. 

Tras desalojar los vagones, dos helicópteros que traían a bordo varios sanitarios aterrizaron en la zona. Todos los pasajeros del tren parecían estar en buen estado según su testimonio, aunque varias personas permanecían en la zona con ataques de ansiedad.

Patricia Gómez se subió en Ourense, una parada antes de que el tren descarrilara en la provincia de Zamora. Funcionaria de prisiones, viajaba hacia Madrid para reincorporarse el día siguiente a su puesto de trabajo. Viendo lo sucedido, tuvo suerte, cuenta, de ocupar uno de los últimos vagones del convoy. «Es un tren bastante largo, porque se une el que viene del norte con el que procede de Vigo, y a mí me tocó en uno de los últimos vagones. Además iba dormida en ese momento, aunque me desperté enseguida», relató la ourensana.

Sus sensaciones, en todo caso, fueron las de un susto importante: «De repente sentí como que el tren hacía eses de un lado a otro. Todo sucedió muy rápido, pero por suerte, terminó por frenar y parecía que estábamos en la vía, aunque después al bajar vimos que las ruedas se habían salido de los raíles».

Madre de dos hijos, en lo primero que pensó María en cuanto se detuvo el vagón fue en su familia: «Fui de las primeras en llamar cuando nos dimos cuenta de las dimensiones del accidente y me puse en contacto con mi marido. No quería que se preocupara nadie de los que sabían que iba en ese tren y también llamé a algún compañero de trabajo».

«Se movilizó un dispositivo importante en poco tiempo y todo estaba lleno de cuerpos de seguridad y de emergencias». Señala también que la mayor parte de los pasajeros se lo tomaron con calma, aunque pronto supieron que había dos muertos y algunos heridos en la zona más adelantada. Viendo cómo estaba la zona «pudo ser mucho grave, pero al menos desde atrás lo vivimos con menos tensión, al viajar más alejados del impacto, pero nunca se sabe lo que puede suceder».

Otros usuarios, en declaraciones a Efe, también hablaron de saltos en los vagones y mucho ruido. José Álvarez aseguró que hubo mucho nerviosismo, con «mucho polvo, y ruido». Este viajero estaba en el vagón junto a la cabeza tractora que descarriló: «Ha sido de repente, se empezó a mover todo mucho. Mi asiento se giró, hice fuerza con los pies, pero se giró. La gente estaba gritando y nerviosa». 

La misma situación vivieron los policías nacionales Iván y José, que subieron al tren en Santiago. Ellos viajaban en uno de los vagones finales. «Escuchamos un ruido al frenar, vimos tierra y humo. Abrimos la puerta y vimos la locomotora. No hemos tenido miedo. Solo fue un susto».

A las 17.30 horas, los operarios repartieron botellines de agua a los viajeros fuera del tren, antes de embarcar en varios autobuses camino de Zamora, donde tomarían un tren para Madrid.