La pandemia se cobra más de un millón de puestos de trabajo en España

Ana Balseiro
ana balseiro MADRID / LA VOZ

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Alejandro Martínez Vélez

652.000 personas perdieron su empleo y otro medio millón sigue en ERTE

30 may 2021 . Actualizado a las 16:11 h.

La crisis sanitaria desatada por el coronavirus le ha pasado una dolorosa factura al mercado laboral: en un año largo se han volatilizado más de un millón de empleos -concretamente 1.202.000-, hasta situar el número de parados próximo a los 4 millones, aunque por debajo de esa barrera psicológica que solo se rebasó puntualmente el pasado febrero.

Según los últimos datos del Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE), abril cerró con 3,9 millones de desempleados. Sin embargo, ni las cifras que mensualmente actualiza el SEPE ni las de la encuesta de población activa (EPA) que confecciona de forma trimestral el INE elevan por encima del millón el balance de paro de la pandemia. Se quedan prácticamente en la mitad de ese número: en 652.000. ¿Qué explica este paro oculto? La respuesta está en la bolsa de trabajadores que están afectados por expedientes de regulación temporal de empleo (ERTE), que distorsionan las estadísticas, ya que no se computan como desempleados aunque en la práctica no trabajen.

En la primavera del pasado año -el peor momento de la pandemia por el cerrojazo prácticamente total de la economía- llegaron a estar en ERTE 3,6 millones de trabajadores, pero las últimas cifras actualizadas esta misma semana por el ministro de Seguridad Social, José Luis Escrivá, los rebajaban a unos 550.000. De este modo, sumado este medio millón largo de trabajadores en ERTE a las cifras oficiales de parados, el número de personas que han perdido su trabajo o aún están a la espera de poder reincorporarse a él sube hasta el ya referido millón.

La distorsión de los ERTE

Si nos detenemos en la EPA, desde su primera publicación de datos laborales de la crisis, el INE ya advertía de la existencia de una bolsa de parados que no computaban como tales. Explicaba, en concreto, que se contabilizaban como inactivos en lugar de parados porque no cumplían todas las condiciones exigidas para ser clasificados como desempleados, pues -como es el caso de los afectados por ERTE- no pueden buscar empleo a pesar de estar disponibles para trabajar.

La variación trimestral de los inactivos durante el último año evidencia el movimiento de entrada y salida de trabajadores en ERTE, acompasado a las olas del virus y a la reactivación de la actividad. Así, mientras que entre marzo y mayo del año pasado la población inactiva se disparó en 843.000 personas, coincidiendo con el confinamiento total, retrocedió en casi medio millón entre julio y septiembre por la recuperación estival, y menguó más discretamente (en otros 209.000) en el último trimestre, para volver a repuntar en 162.500 personas en el arranque del año por el impacto del virus -y las restricciones aparejadas- tras la Navidad.

Como muestran los gráficos que acompañan esta información, el golpe sobre el desempleo ha sido más intenso que sobre las afiliaciones a la Seguridad Social. Cabe destacar que Galicia prácticamente había recuperado en abril las cifras de desempleo previas a la crisis. Los 170.778 parados registrados en abril en la comunidad eran apenas 4.549 más (un 2,7 %) que en febrero del 2020, lo que contrasta con las casi 665.000 personas más que aún están sin trabajo en el conjunto del país (3,9 millones frente a los 3,2 del año pasado).

Sin embargo, la evolución nacional y gallega en lo que respecta al número de afiliados es pareja. En ambos casos cayó un 1 %, que se traduce en casi 195.000 y 10.360 cotizantes menos respectivamente por la crisis, lo que sitúa en algo más de 19 millones y de un millón respectivamente el total de afiliados. Además, a la espera de que la próxima semana se conozcan los datos de mayo, el presidente del Gobierno y varios de sus ministros han avanzado ya que se ha recuperado el nivel de cotizantes previo a la crisis: 19,3 millones.

Este mejor comportamiento tiene, de nuevo, su explicación en los ERTE, ya que su activación generalizada -los trabajadores suspendidos continúan dados de alta en la Seguridad Social- amortiguó la que podría haber sido una dramática destrucción de empleo, por su brusquedad. Cabe recordar que, comparándola con la última crisis, en el 2009 se perdieron 1,2 millones de ocupados, mientras que en la primavera del 2020 pasaron a estar en suspensión de empleo el triple de esa cifra. Además, este mecanismo de protección, que sujeta los puestos de trabajo, facilitará salir con más rapidez de la crisis. En la pasada, la recuperación laboral llevó una década.

Dos de cada tres solicitudes del ingreso mínimo vital en Galicia se deniegan

Casi un año después de ponerse en marcha, el ingreso mínimo vital (IMV) sigue teniendo problemas para funcionar como la red de seguridad que pretendía ser para los hogares más vulnerables, especialmente golpeados en esta crisis. Los datos son elocuentes: en el caso de Galicia, dos de cada tres solicitudes presentadas han resultado denegadas. Así, hasta el momento solo se ha dado luz verde a algo más de 14.200, frente a las más de 27.800 que han sido rechazadas, a las que hay que sumar otros 6.850 expedientes en proceso de subsanación de errores. La cuantía media de la prestación reconocida en Galicia es de 442,95 euros al mes. Al alto volumen de rechazos se suma el retraso en la concesión, que ha hecho que —dada la incompatibilidad con la risga— la Xunta reclame ahora a muchos perceptores su devolución de casi un año. En el conjunto del país, el IMV llega a 260.000 hogares, menos de un tercio del objetivo de 850.000 que el ministro de Inclusión y Seguridad Social, José Luis Escrivá, había fijado inicialmente.