La bajada temporal de impuestos enreda aún más el recibo de la luz

f. fernández REDACCIÓN / LA VOZ

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Eloy Alonso

Los tramos horarios enloquecen y el llano es más caro a veces que el punta

30 sep 2021 . Actualizado a las 09:08 h.

El pasado día 16 entraron en vigor las nuevas medidas fiscales de choque con las que el Gobierno aspira a contener el enloquecido galope de los precios de la luz y abaratar el recibo doméstico mensual un 22 % hasta fin de año (un 30 % contando con la rebaja del IVA). Entre ellas, la reducción del impuesto de electricidad, que ha bajado del 5,11 al 0,5 %; y un recorte cercano al 30 % de los costes regulados que gravan la factura. Ambas se suman al hachazo asestado al IVA: desde el 26 de junio se aplica el tipo reducido del 10 % en lugar del general, del 21 %. Las tres armas de lucha contra la crisis energética son temporales y aprobadas, en principio, hasta el 31 de diciembre.

Tantos cambios fiscales han obligado a las compañías comercializadoras (con las que el cliente tiene contratado el suministro y las que facturan la electricidad) a ponerse las pilas y a reflejar el nuevo régimen fiscal en las facturas emitidas a partir del 16 de septiembre. Algunos de esos recibos están empezando a llegar ya a los hogares y lo están haciendo más enmarañados que nunca. Porque la entrada en vigor de las rebajas fiscales parte el período de consumo, que se factura a dos precios diferentes para los costes regulados (cargos o peajes, así aparecen en el recibo) y con tipos impositivos también distintos. Un galimatías que viene bien detallado en el reverso de la factura eléctrica, plagado de una veintena de conceptos ininteligibles.

El Gobierno ha metido mano a una parte de los costes regulados: a los denominados cargos, con los que se recauda el dinero necesario para pagar el déficit del sistema, la prima de las renovables, y otras partidas del sistema eléctrico. Se aplican tanto al término de potencia (fijo) como al de energía (variable, en función del consumo). Lo mismo que la otra pata del tándem: los peajes, dedicados a costear las actividades de transporte y distribución, que no se han tocado. Unos y otros se aplican desde el 1 de junio de una forma distinta: por tramos horarios. Es decir, pesan diferente según el momento del día en que se consuma electricidad. La franja punta es la más cara porque los costes regulados son más altos; la llana algo menos por lo mismo e ídem con la valle, la más barata. Pero el adelgazamiento forzado de los cargos ha reducido de forma importante la diferencia de precios que había entre los tres tramos. Tanto que están ocurriendo anomalías totalmente imprevistas en el diseño de esa nueva estructura de facturación horaria y que, en parte, dan al traste con el espíritu de ese diseño: dar un aliciente al cliente para que sacrifique sus hábitos y los adapte de tal modo que concentre el consumo en las horas valle (de madrugada) o llanas. Pues resulta que, estas últimas, son en algunos momentos del día más caras que las punta. Ocurrió este miércoles, sin ir más lejos. A las ocho de la mañana, el término de energía de la factura se cotizaba a 0,2641 euros el kilovatio hora, más elevado que el registro anotado a partir de las doce del mediodía, cuando arranca el tramo punta, que estaba a 0,2565.

Pero el martes fue más chocante todavía. Porque la hora más barata del día no fue una valle, como es habitual, sino una llana: entre las tres y las cuatro de la tarde.

De locos. Esto ocurre porque al mismo tiempo que se reducen los costes regulados, aumenta el peso que tiene el precio de la electricidad en el mercado mayorista en la configuración de la tarifa doméstica. Y el mercado está cómo está: al galope y sin freno. Septiembre está a punto de decir adiós como el mes más caro de la historia, con ocho récords diarios, el último, de 189 euros el megavatio hora, de este miércoles, que se repite este jueves. Y todo como consecuencia de una crisis energética mundial con las cotizaciones del gas natural y del petróleo por las nubes, lo que está poniendo en jaque no solo a España, sino a toda Europa y también a China. Pero a diferencia de otros países, aquí, ese mercado mayorista, influye directamente en la tarifa de los consumidores.

Iberdrola renegocia contratos y paraliza inversiones

El Gobierno ha aliviado temporalmente a los consumidores de electricidad de una parte de los costes regulados que gravan la factura. Pero lo ha hecho a costa de las compañías eléctricas, a las que para ello descontará un buen pico de sus beneficios para ello. El Ejecutivo estima que recaudará de ellas 2.600 millones hasta el 31 de marzo. Y las empresas ya están pasando de las advertencias sobre el impacto que tendrá en su negocio a los hechos. Así, Iberdrola ha empezado a enviar cartas a varios miles de sus clientes industriales para renegociar al alza el precio de la electricidad.

«No estamos rompiendo contratos», aclaran fuentes de la empresa, que precisan que, sin embargo, sí necesitan actualizarlos porque están perdiendo dinero con ellos, ya que están vendiendo la electricidad a un precio inferior al que le cuesta ahora comprarla a la compañía. El grupo destaca que si la minoración de beneficios es temporal, como está previsto, también lo serán esos nuevos precios para los clientes.

Los abonados domésticos no se verán afectados por esta nueva política de precios, según el grupo. Además, Iberdrola también ha paralizado los procesos de licitación de proyectos renovables para analizar el impacto de las medidas sobre su rentabilidad. Esta decisión no afectará a las instalaciones en construcción.

Endesa también está manejando alternativas para mitigar el impacto del recorte de beneficios, entre ellas, «la renegociación de los contratos con los clientes cuyos contratos de precio fijo estén cubiertos por las plantas afectadas por la nueva legislación». Sobre la paralización de inversiones, la eléctrica no se ha pronunciado. Naturgy no ha comunicado todavía medidas de ese tipo.