El hallazgo de un equipo gallego permitirá diagnosticar el cáncer de hígado 20 años antes de que se manifieste la enfermedad

Raúl Romar García
r. romar REDACCIÓN

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Equipo del CIMUS de la Universidade de Santiago que ha liderado el hallazgo
Equipo del CIMUS de la Universidade de Santiago que ha liderado el hallazgo Sandra Alonso

El estudio, que tendrá un enorme impacto en el manejo de los pacientes, revela cómo el material genético del virus de la hepatitis B se integra en el ADN humano generando una supermutación clave en el origen y desarrollo de uno de los pocos tumores cuya mortalidad seguirá aumentando

26 nov 2021 . Actualizado a las 10:07 h.

Es una hecatombe silenciosa. Algo así como si un terremoto destruyese una ciudad y sus efectos no se pudieran advertir hasta pasados 20 años. Solo que este evento catastrófico ocurre en el interior de nuestras células. Empieza justo cuando el virus de la hepatitis B (VHB) introduce su material genético dentro de las células del hígado. Es la lógica de los virus: replicarse para aumentar su capacidad infectiva y sobrevivir. Solo que en este caso se acaba integrando en el ADN humano. Y ahí empieza la catástrofe muda que se extiende en el tiempo sin dar señales de alerta en forma de síntomas. Esta indeseable asociación provoca un desordenamiento brutal del genoma hepático, como si un tsunami le pasara por encima. El ADN nativo se pierde, se fusionan cromosomas diferentes y, en última instancia, se suprimen los genes supresores de tumores, los que nos protegen del cáncer.

Esta especie de cataclismo celular, una supermutación, es lo que en última instancia acaba provocando cáncer de hígado. Y, lo que es más importante aún, es un proceso que se inicia 20 años, o incluso antes, del diagnóstico del tumor. Es un fenómeno que acaba de ser descrito en una investigación coordinada a nivel mundial por el grupo Genomas y Enfermedad del CIMUS de la Universidade de Santiago, liderada por José  Tubío, y en la que ha participado el Instituto Riken de Japón, que ha aportado las muestras de tumores hepáticos, y el Instituto Francis Crick de Londres, que dató el origen de la integración del genoma del virus en las células.

El trabajo, que tendrá una enorme aplicación en el manejo de los pacientes y en el futuro diagnóstico temprano del cáncer de hígado, acaba de ser publicado en la revista científica Nature Communications. Para llegar a sus resultados el equipo analizó 296 carcinomas de hígado mediante tecnologías punteras de secuenciación de ADN.

Que la hepatitis B es una de las causas del cáncer de hígado es algo que se sabía desde tiempo, pero nunca hasta ahora se había caracterizado a nivel molecular la supermutación responsable del inicio y progresión del proceso cancerígeno. «Sabíamos de alguna manera que el virus de la hepatitis B estaba provocando el cáncer, pero no sabíamos cómo», explica Paula Otero, segunda autora del estudio y que ahora centrará su tesis en el estudio de hígados infectados por VHB en los que aún no se ha desarrollado el tumor, lo que permitirá caracterizarlos, analizar cómo afectan a la estructura del genoma y comprobar en qué momento ocurren las supermutaciones con el objeto de desarrollar marcadores con los que, con el tiempo, se pueda diagnosticar el cáncer de hígado de forma precoz.

Pero el trabajo, que surge de la investigación básica, puede tener ya una aplicación a corto plazo en el manejo de los pacientes. Las guías médicas actuales de tratamiento del virus de la hepatitis B recomiendan no tratar la infección hasta que se produzca un daño hepático. Pero resulta que mucho antes de que aparezca este síntoma se está gestando un tumor. «Nuestra recomendación es que hay que cambiar las guías. Lo que hay que hacer es adelantar el tratamiento frente al virus para que no se movilice y no genere estas mutaciones que originan el tumor muchos años antes de que se diagnostique», explica José Manuel Castro Tubío, el responsable del equipo. «Cambiará el manejo de la enfermedad, lo que puede salvar la vida de mucha gente», añade.

La vacunación frente a la hepatitis B, que actualmente infecta a 240 millones de personas, en torno al 4 % de la población mundial, empezó a generalizarse en los niños a partir de los años 90. Pero todas las generaciones anteriores son susceptibles de contagiarse de un patógeno muy infectivo que se transmite fundamentalmente a través de las relaciones sexuales. «Es la segunda causa de cáncer en el mundo debido a factores ambientales después del tabaco», constata Tubío.

Ahora su equipo ha iniciado el camino para minimizar el impacto del cáncer hepático, uno de los pocos tipos de tumores cuya tasa de mortalidad se prevé que siga aumentando en los próximos años. Primero, a través del tratamiento temprano contra el virus de la hepatitis B y, más tarde, con el desarrollo de un procedimiento rutinario de diagnóstico temprano con el que se pueda detectar el inicio de la enfermedad hasta 20 años de que se manifieste. «Si tenemos las herramientas para poder identificar estas supermutaciones podemos adelantarnos al diagnóstico», sostiene la estradense Paula Otero, de 26 años, quien no puede contener la emoción ante un hallazgo de estas características en el que ha participado directamente. «Quién me iba a decir a mi que dos años después de acabar la carrera iba a participar en un estudio así. Fue una suerte», relata.

En el inicio de esta carrera también ha tenido un intervención importante la coruñesa Eva García, de 28 años, que se prepara en Viena, donde la ha sorprendido el confinamiento de Austria por el coronavirus, para realizar el posdoctorado en el Biobanco Europeo con sede en la capital europea. Es la primera autora de un trabajo que fue el objeto principal de su tesis. «Cuando descubrimos y caracterizamos la supermutación sentí que mi trabajo había merecido la pena», confiesa con la esperanza de que la investigación pueda tener una traslación a la clínica.

«Aunque nuestro trabajo es de ciencia básica, estoy convencida de que podrá llegar al paciente, aunque solo sea en prevención, porque ahora sabemos que a estos pacientes a los que se le detecte la supermutación acabarán desarrollando un tumor, con lo que podremos tratarlos antes y hacerles un seguimiento para evitarlo», resalta.

En esta investigación se centrará a partir de ahora Paula Otero, bajo la dirección de José Tubío, a partir de muestras pretumorales infectadas por el virus de la hepatitis B cedidas por el Hospital Clínic de Barcelona. «Sabemos lo que ocurre en las muestras tumorales, porque nuestros análisis nos han permitido datar estos eventos de supermutaciones, pero lo que queremos ahora es analizar hígados no tumorales para ver cómo evolucionan en el tiempo», explica la investigadora. Y ahí estará la clave del diagnostico temprano del cáncer hepático.