Volodimir Zelenski: El antiguo cómico al que Putin apunta como objetivo número uno

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PILAR CANICOBA

Una serie de televisión le aupó al poder en el 2019 y ahora resiste en Kiev frente a la aplastante maquinaria bélica del presidente ruso

26 feb 2022 . Actualizado a las 14:04 h.

«Nos han dejado solos». Este desgarrador lamento de Volodimir Zelenski muestra la dramática situación que sufre Ucrania, abandonada por Occidente y a merced de la aplastante maquinaria bélica rusa. Nunca pudo imaginar este antiguo actor y cómico, de 44 años, convertido de forma inesperada y sorprendente en presidente en el 2019, que, pese las constantes tensiones con el vecino ruso, se enfrentaría a una invasión en toda regla. «Soy el objetivo número uno y mi familia el número dos», dice, pero se niega a abandonar su país. «No tenemos miedo, nada nos da miedo. No nos da miedo defender nuestro país, no nos da miedo Rusia», declara haciéndose fuerte. Pero Putin quiere su cabeza como máximo representante de lo que tilda de banda de nazis y drogadictos.

¿Pero quién es Zelenski y cómo llegó al poder? Es difícil de creer, pero lo que le llevó a la presidencia ucraniana fue la popularidad que adquirió gracias a una exitosa serie de televisión. Interpretaba a Vasil Holoborodko, un modesto profesor de historia de secundaria que es elegido presidente después de que sus alumnos grabaran el alegato contra la corrupción que hizo en la clase y que tuvo millones de visualizaciones en YouTube. El título de la serie, Servidor del pueblo, era ya en sí mismo una declaración de intenciones en un país empobrecido, donde campea la corrupción y la política está desprestigiada, hasta el punto de que nadie la asociaría a la idea de servicio. Zelenski no solo estaba fuera del sistema, sino que se mofaba de él desde hacía años. Precisamente los ucranianos le recompensaron en las urnas por su insolencia, con una votación masiva a su favor en la segunda vuelta, el 73 %. Solos tres meses después, su partido, que llevaba el mismo nombre que la serie, obtuvo el 43 % en las elecciones legislativas.

Su éxito fue fruto de la desilusión de los ucranianos en la era pos-Maidán. De su inexperiencia y virginidad políticas hizo sus fortalezas. La principal cualidad de su alter ego en la pantalla era decir lo que pensaba, y Zelenski se lo aplicó en una campaña que tuvo mucho de reality show.

Cuando logró la presidencia, aspiraba a acercar a Ucrania a la UE y la OTAN, prometía un acercamiento a Occidente y sellar la paz en el Dombás. Zelenski se encuentra ahora en su momento decisivo, en el punto de mira de Putin y sin apenas capacidad de reacción militar ante el gigante ruso. Siempre ha tratado de evitar la guerra, incluso afeó a Joe Biden que dijera que la invasión era inminente e hizo llamamientos a la calma a la población. Pero Putin tenía decidido lo que iba a hacer y no había ninguna negociación. Hizo un último intento a la desesperada antes de que destapara la caja de los truenos, llamando al presidente ruso, pero este ni siquiera le cogió el teléfono. La suerte estaba echada y para justificar lo injustificable el exespía del KGB señaló que el objetivo de la invasión era desmilitarizar y desnazificar Ucrania. Dos falsedades palmarias; ya que, como se ha demostrado, la antigua república soviética no supone ninguna amenaza para Moscú, y, menos, no siendo miembro de la OTAN, y Zelenski es judío y un mandatario elegido democráticamente.

Enfrentado a la realidad, Zelenski, aquel jovial cómico que enamoró a los ucranianos se ha convertido en un hombre de rostro sombrío, barba incipiente y proclamas valientes, como requiere la situación. «Rusia ha invadido pérfidamente Ucrania, de la misma manera que Alemania fascista hizo durante la Segunda Guerra Mundial. Rusia está camino del infierno, pero mucho va a depender de su pueblo», ha dicho, fiel a su intento de distinguir entre el Estado y el pueblo rusos. «A todos los que aún tengan conciencia, es hora de salir y de protestar contra esta guerra», afirmó.