El gesto católico por la paz que acabó en guerra: el Vaticano tuvo que cambiar su viacrucis por el enfado de Ucrania

La Voz REDACCIÓN / LA VOZ

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Irina y Albina, de Rusia y Ucrania, colocando la Cruz durante el Vía Crucis del Papa Francisco, el Viernes Santo, en el Vaticano.
Irina y Albina, de Rusia y Ucrania, colocando la Cruz durante el Vía Crucis del Papa Francisco, el Viernes Santo, en el Vaticano. VATICAN MEDIA HANDOUT | EFE

Una rusa y una ucraniana llevaron juntas la Cruz, como estaba previsto, pero se anuló la meditación y se transformó en silencio tras las críticas desde el país invadido

17 abr 2022 . Actualizado a las 08:52 h.

Se preveía que el Vía Crucis del Viernes Santo fuese polémico en el Vaticano. Y así fue finalmente. El enfado estaba servido desde que se anunció que una mujer rusa y una ucraniana, que son amigas, llevarían juntas la Cruz. Desde Ucrania no se vio con buenos ojos este gesto. De hecho, medios católicos del país invadido por Rusia mostraron su malestar y señalaron que no se iba a retransmitir ese Vía Crucis. ¿Qué pasó finalmente? Las mujeres sí llevaron la Cruz, tal y como estaba previsto. Pero el Vaticano tuvo que cambiar el guion para evitar abrir más heridas: se anuló la meditación prevista y se cambió por una oración en silencio. El embajador de Ucrania en Roma, Andrii Yurash, agradeció al Papa Francisco este cambio de rumbo tomado a última hora.  

El Papa Francisco presidió el Viernes Santo el Vía Crucis en Roma desde un palco habilitado en el Monte Palatino, justo delante del Coliseo, un sugestivo escenario símbolo de los primeros mártires cristianos arrojados a las fieras, y después de dos años de parón por la pandemia. Las familias fueron las protagonistas del Viernes Santo, ya que se fueron pasando Cruz hasta llegar al Papa, que al final pronunció una oración.

Dos mujeres, una de Ucrania y otra de Rusia, ambas residentes en Roma, llevaron la Cruz durante la treceava estación que recuerda las últimas horas terrenales de Jesús. La ucraniana, Irina, es enfermera en el centro de cuidados paliativos Together in Care de la Fondazione Policlínico Universitario Campus Bio-Medico de Roma, y la rusa, Albina, es una estudiante de la carrera de Enfermería del Campus Universitario Bio-Médico.

«Nuestra amistad nació en la sala de cuidados paliativos Together in Care», señaló Irina en declaraciones a L'Osservatore Romano, el periódico de la Santa Sede. Poco después del comienzo de la guerra, Albina sintió la necesidad de hablar con su amiga, que estaba de servicio. «La mirada de nuestros ojos fue suficiente: nuestros ojos se llenaron de lágrimas. Siempre me emociono cuando recuerdo que Albina empezó a disculparse conmigo. En ese momento estaba realmente desconsolada No pude consolarla. Se sintió culpable y me pidió disculpas. Le aseguré que ella no tenía nada que ver», dijo la enfermera ucraniana. «La palabra juntos -explicó- también me acompaña en mi trabajo y ciertamente, en este momento, podríamos hacer mucho juntos. La humanidad debe unirse para intentar encontrar la paz y una solución a todo lo que está sucediendo», indicó.

 Pero estas palabras de concordia no fueron bien recibidas por parte de los ucranianos. El embajador ucraniano ante la Santa Sede, Andrii Yurash, ya incidió previamente al Viernes Santo en «las dificultades» y «las posibles consecuencias» de este gesto.

Por su parte, el nuncio Apostólico en Ucrania, el arzobispo Visvaldas Kulbokas, en un comentario a la revista católica Credo, señaló que él no hubiera organizado la oración de esta manera: «La reconciliación debe llegar cuando se detenga la agresión. Cuando los ucranianos sean capaces no solo de salvar sus vidas, sino también su libertad. Y, por supuesto, sabemos que la reconciliación se produce cuando el agresor admite su culpa y se disculpa», explicó.

En la misma línea, el arzobispo greco católico de Ucrania, Sviatoslav Shevchuk, lo consideró una «idea inoportuna» y «ambigua». «Los textos y los gestos de la estación XIII de este Vía Crucis son incomprensibles y hasta ofensivos», remarcó.

Tras toda esta polémica, ayer, el Vaticano decidió cambiar ligeramente el guion. Aunque se mantuvo que la cruz fuese llevada por una mujer de Ucrania y otra de Rusia, se decidió eliminar la meditación preparada y pedir solo que se rezase en silencio por la paz. Así que hoy el embajador ucraniano ante la Santa Sede se congratuló del gesto: «Expresamos nuestro agradecimiento por los cambios en el Vía Crucis de ayer después de las solicitudes de Ucrania», indicó. 

La meditación que debía leerse y que finalmente se anuló, se refería a las penalidades de la guerra y había sido divulgada previamente por el Vaticano. Se optó por sustituirla por una oración. «Ante la muerte, el silencio es la más elocuente de las palabras. Permanezcamos por lo tanto en un silencio orante y que cada uno, en su corazón, rece por la paz en el mundo», instó uno de los oradores del Vía Crucis a los fieles.