Rusia dice ahora que no puede garantizar el funcionamiento del gasoducto que surte a Alemania

Mercedes Mora REDACCIÓN / LA VOZ

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FILIP SINGER | EFE

Insiste en que no tiene constancia de que la turbina retenida en Canadá haya sido devuelta a territorio germano

13 jul 2022 . Actualizado a las 20:01 h.

Es la arteria por la que llega el gas ruso a Alemania. Vital para los hogares germanos y también para la potente industria de la locomotora europea. El lunes comenzaron unas labores de mantenimiento que, supuestamente, habían de mantener el suministro cortado durante solo diez días. Se trata del gasoducto Nord Stream 1, que conecta Rusia con Alemania a través del mar Báltico y que bombea 55.000 millones de metros cúbicos de gas ruso al año.

Desde el principio, esas supuestas labores de mantenimiento han levantado sospechas entre los gobernantes europeos, que ven en esa maniobra del Kremlin un chantaje geopolítico. Cierto es que son tareas periódicas y normales, pero en el contexto actual el temor a que ese corte sea la antesala de una suspensión definitiva crece por momentos.

Moscú mantiene que se ha visto obligado a interrumpir el suministro porque las sanciones económicas occidentales por la guerra impiden el retorno de una turbina, fabricada por la empresa alemana Siemens, que está siendo sometida a revisión en Canadá. Y a ese argumento se agarró ayer el consorcio de gas ruso Gazprom para asegurar que no puede garantizar el buen funcionamiento de la arteria porque no tiene constancia de que la turbina retenida por las autoridades canadienses haya sido devuelta. «Gazprom no dispone de ningún documento que acredite que la compañía Siemens puede sacar de Canadá la turbina en reparación [...] en estas circunstancias resulta imposible garantizar la seguridad del funcionamiento de la estación compresora de Portovaya, esencial para la operación del gasoducto Nord Stream», aseguró en un comunicado el gigante ruso del gas.

Una afirmación esta que se produjo después de que el Gobierno de Ottawa accediera a permitir el viaje hasta Alemania de la pieza en cuestión para no tener que entregársela directamente a Rusia. Siemens envió la pieza a su planta en Canadá, la única en la que puede hacer estas revisiones técnicas, pero después no la pudo sacar del país para devolvérsela a Rusia porque las sanciones canadienses contra el gigante euroasiático por la invasión de Ucrania lo impedían. Según medios alemanes, tras la decisión del Ejecutivo canadiense de devolver la turbina, esta sería transportada en avión hasta Alemania y después trasladada «lo antes posible» a la estación de compresión, cerca de San Petersburgo.

Berlín es el primero que no se cree los argumentos del Kremlin. «Crece nuestra preocupación por el hecho de que Rusia utilice el suministro de gas como un arma política para aumentar los precios, generar inseguridad en los mercados y provocar caos», resumía el pasado lunes Robert Habeck, ministro de Economía y vicecanciller alemán. De ahí que Alemania, fuertemente dependiente del petróleo y el gas ruso, lleve meses preparándose para lo peor. Multiplicando los esfuerzos para desligarse de un vínculo tan peligroso. Ahora sus necesidades de gas ruso son del 35 %, antes de la invasión eran del 55 %.