Beatriz Alcalá, alérgica al frío: «Si me tomo un helado puedo acabar en urgencias»

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MARCOS MÍGUEZ

Si se expone al aire, se baña en agua por debajo de los 18 grados o ingiere alimentos o bebidas frías, experimenta una reacción que puede llegar a ser peligrosa

16 ago 2022 . Actualizado a las 14:35 h.

En invierno tiene que ir tapada lo máximo posible, y en verano no puede disfrutar de un baño en el mar o un simple helado. La vida de Beatriz Alcalá está fuertemente condicionada por su alergia al frío, una patología que, se estima, sufren seis de cada diez mil personas. Ella no sabe cuándo la adquirió, ni si es herencia de su madre, que «de joven no podía usar minifalda porque le salían ronchas en las piernas», relata. El caso es que, desde hace cuatro años, esta coruñesa tiene que andar, casi, con un termómetro en el bolso. «Yo siempre fui de toser mucho durante el invierno. Pero nunca le di más importancia. Un verano salí del mar con el cuerpo lleno de ronchas y un picor enorme. Me tiré toda esa estación pensando en que era alérgica al agua del mar, al yodo o a algo así, porque luego iba a una piscina de agua dulce, tomaba el sol y se me pasaba. Fui al dermatólogo y enseguida detectó que era alérgica al frío». Y, claro, Beatriz se quedó helada.

Pronto la pusieron en contacto con su tocaya, la doctora Veleiro, responsable de la consulta de urticaria del servicio de Alergología del Chuac. Y, rápidamente, le pautó unas normas de obligado cumplimiento. «Principalmente, me prohibió los deportes acuáticos, que no ingiriera bebidas frías ni helados y, en invierno, que usara guantes, bufanda...», se lamenta. Aun así, hay cosas que resultan más fáciles de llevar que otras. «Vivo cerca del trabajo, y aunque por la zona haga viento, como estoy menos de cinco minutos expuesta, no suele pasarme nada. Sin embargo, cuando salgo por ahí sí que tengo que tener mucho cuidado con lo que tomo, ya que, a diferencia de otras personas, a mí también me afecta. Se me inflaman la lengua y la boca por dentro, tengo picores... Vamos, que si me tomo un helado puedo acabar en urgencias. Para evitarlo uso antihistamínicos. Y si voy a una cafetería y, por ejemplo, me pido una clara, tengo que dejarla reposar hasta que se caliente un poco. Alguna vez me despisté y tuve que meterme otro antihistamínico. Pero bueno, de momento, es el mayor susto que me he llevado». 

REACCIONES PASADAS

Pero no solo está condicionada por privarse de algunos pequeños vicios o tener que taparse de más. En el caso de pasar por quirófano, tienen que adaptárselo a una temperatura adecuada, y las vacunas e inyecciones siempre deben estar atemperadas. Ahora, con el paso de los años, se explica alguna reacción del pasado: «En mis dos partos me puse malísima. Tuve que estar en observación más tiempo del habitual. Y ahora me doy cuenta de que se juntaron dos cosas: la epidural estaba fría y el quirófano, helado. Sin embargo, no me salieron granos ni nada».

En estos cuatro años tiene mil anécdotas que contar, porque, aun cuando procura seguir a rajatabla las indicaciones de la alergóloga, hay excepciones. Unas veces de forma consciente y, la mayoría, inconsciente. «Me es imposible ir con todo el cuerpo tapado, así que por las mañanas, cuando llevo al niño al colegio, pues soporto un poco el picor y punto. Un día en Portugal pedimos sangría y no me di cuenta. ¡Qué mala me puse! Se me inflamó la garganta que... Otra vez, en el Ézaro, me metí hasta la rodilla y parecía que tenía una plantilla puesta, porque se me hincharon los pies de una manera que no veas. Incluso si me lavo la cara con agua fría se me llenan las manos de granos, o cuando me asomo a la ventana y llevo una camiseta corta, al exponer la barriga a la superficie, hay reacción. Y en invierno, ya me he despedido de los pantalones por los tobillos, que tanto se llevan ahora», comenta entre risas, porque ya se lo toma con sentido del humor.

Eso sí, hay alguna excepción curiosa en el comportamiento de su cuerpo. Soporta el aire acondicionado sin aparente problema. No así la brisa del mar. Y durante este tiempo, otro engorro es el de tener que hacerse cada poco tiempo unas pruebas: «Te ponen hielo en el brazo y lo mantienen durante unos minutos, además, ponen en contacto tu antebrazo con un aparato que va variando la temperatura, para averiguar tu umbral de reacción. Yo he pasado de dar positivo a los 14 grados a hacerlo a los 18. Y no sé por qué».

A pesar de la sorpresa inicial de Bea y de la que podamos tener los que ahora conocemos su relato, la doctora Veleiro trata de relativizar todo un poco para evitar alarmismos. «Es cierto que solo en el área sanitaria de A Coruña y Cee seguimos activamente a 175 pacientes, que son bastantes. Pero los graves, graves —con afectación cardiovascular— son el 17 %, aunque el 40 % tienen síntomas que exceden el área de contacto o afectan a otros órganos».

«La temperatura media a la que reaccionan nuestros pacientes —prosigue la alergóloga— es de 16 grados. Los que reaccionan a partir de 20 pueden presentar síntomas cardiovasculares o respiratorios con más frecuencia. Pero que nadie se alarme, es controlable». Todo... hasta que a un paciente se le ocurra ir de copas. «Hubo uno que se fue de fiesta, se puso a beber y tuvo que acudir el 061 a tratarlo, porque le provocó una anafilaxia, Por eso es muy importante que lleven siempre con ellos un autoinyector de adrenalina», señala la doctora. 

LA MAYORÍA, CASOS LEVES

¿Pero por qué A Coruña es la zona en la que más casos se dan en Galicia, y una de las mayores en España, de alergias al frío? Más allá de la formación que reciben los médicos de Primaria, por parte de la unidad de urticaria, la doctora Veleiro encuentra otros motivos: «Aquí tenemos dos factores determinantes, mucho aire, que provoca que baje la temperatura; y el agua del mar, que está muy fría. Por encima está la humedad, que también influye».

A pesar de todo, no nos alarmemos. Son excepciones, la alergia no es de por vida y la mayoría apenas tienen síntomas muy localizados: «El 60 % de los pacientes de nuestra zona no pasan de habones en el área expuesta o de contacto, aunque puede ser más o menos prolongada, suele durar unos siete años», explica la doctora. Luego hay particularidades. Gente que puede sufrirla más allá de diez años, y en A Coruña hay pacientes que muestran síntomas por debajo de 25, 26 o, incluso, 28 grados. Esta es la temperatura máxima de reacción detectada en la zona. Sin duda un contratiempo enorme en Galicia.

Así que ya sabes, si notas ronchas en el cuerpo al meterte en las heladas aguas gallegas, con el viento o, simplemente, tomándote una cerveza, coméntaselo al médico. Es posible que tu problema sea la alergia al frío. En ese caso, no te preocupes. A Coruña cuenta con uno de los mejores servicios especializados en este tipo de urticaria de toda España. Ya ves, para una noticia mala, te damos otra buena. Lo que tienes que hacer es consultar y no dejarlo pasar. 

CINCO CLAVES DE LA ALERGIA AL FRÍO

1. Es raro, pero no tanto. Mientras a nivel mundial la media es de seis afectados por cada diez mil ciudadanos, el área de A Coruña y Cee supera algo la media.

2. Ronchas en las áreas expuestas. Si la reacción es más grave puede producirse mareo, pérdida de conciencia o síntomas respiratorios. En ocasiones puede inflamarse la garganta con la ingesta de alimentos o bebidas frías.

3. Tratamiento. Los antihistamínicos habitualmente funcionan bien y la prescripción de adrenalina debe hacerse en pacientes en riesgo de anafilaxia. En casos seleccionados y graves funciona bien un biológico.

4. Recomendaciones. Evitar las actividades acuáticas, la ingesta de alimentos o bebidas fríos y helados, evitar pasear los días de aire frío, atemperar los tratamientos parenterales, así como el quirófano en caso de cirugía.

5. Formación. En A Coruña se detectan tantos casos porque el área de urticaria lleva años estableciendo lazos con atención primaria y otras especialidades.