Juan González Soler, presidente de la Sociedad Gallega de Medicina Interna: «Alimentarse bien no es hacer dieta»

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El internista Juan González Soler, coordinador de la unidad de obesidad y sobrepeso en Vithas Vigo.
El internista Juan González Soler, coordinador de la unidad de obesidad y sobrepeso en Vithas Vigo. MIGUEL VILLAR

«La obesidad será la gran pandemia de los próximos años», afirma el internista, que considera que «la figura del gordo feliz es una falacia»

13 oct 2022 . Actualizado a las 23:03 h.

Con los pacientes tiene un vínculo especial, porque todos los que acuden a la unidad de sobrepeso y obesidad del Hospital Vithas, en Vigo, tienen primero una entrevista con él. «Los pacientes tienen mucho que contar. Son historias de obesidad de años, gente que ha hecho todas las dietas del mundo y llega a ti después de haber tirado la toalla», cuenta Juan González Soler, presidente de la Sociedad Gallega de Medicina Interna (Sogami). Él recuerda en especial a un chico moreno, joven, que «cuando entró en su consulta era mucho mayor de apariencia que de edad. «160 kilos y 1,90 de altura. En cuatro meses, ese chico bajó 30 kilos, y en seis, 50». A los seis meses de afrontar una cirugía bariátrica, «ese chico había bajado a 110 kilos, había cambiado su modo de vestir, su peinado; había cambiado tanto físicamente que podía incluso ser modelo». El cambio físico era espectacular, tanto como la disminución de los factores de riesgo cardiovascular asociados a su antigua obesidad.

—¿La obesidad es ya una pandemia?

—Es la gran pandemia. Y es la gran pandemia que vamos a sufrir en los próximos años. Sobre todo, porque la obesidad se relaciona con muchos factores de riesgo. La obesidad está ligada a la diabetes, a la hipertensión... A todos esos factores de riesgo que hacen que tengamos más probabilidades de tener eventos cardiovasculares.

—¿De sufrir un infarto?

—De sufrir un infarto o un ictus. Y de desarrollar cánceres y alteraciones psiquiátricas. La obesidad se relaciona casi con cualquier otra enfermedad.

—La obesidad se asocia a la pobreza. Es curioso que en sociedades hiperdesarrolladas como la nuestra vaya a más. ¿Por qué sucede, comemos mal?

—Hemos pasado de una sociedad con poblaciones que se morían de hambruna, por desnutrición, a otra que es todo lo contrario, la del exceso de alimentación. Estamos hipernutridos. Cualquiera de nosotros, cuando vamos a un nutricionista, hacemos el recuento de las calorías del día y es una ingesta que suele ser mucho mayor que las necesidades que tiene nuestro organismo.

—¿Solemos comer de más?

—En este país se pasó hambre y en la gente mayor ha quedado ese recuerdo de que los niños enfermos eran los delgados. Eso ha quedado ahí. Y así, cada vez que nos encontramos mal, la obsesión en general de todo el mundo es por comer. Incluso en personas con demencias muy avanzadas las prioridades de los familiares suelen centrarse en la comida. Ocurre tanto en los niños como en las personas de edades más avanzadas, cuando probablemente, y hay estudios que así lo dicen, el hecho de mantener un peso ideal provoca beneficios en términos de salud, implica menor mortalidad. Los obesos viven menos, la gente delgada (en su peso) vive más. Comer más de lo que necesitamos lleva a nuestro cuerpo a acumular.

—El peso conduce a posiciones extremas: media sociedad centrada en la obsesión por adelgazar, y la otra media viendo el sobrepeso como normal.

—Me ha gustado mucho esta frase que he oído: «Hemos distorsionado tanto la salud alimentaria, y los buenos condicionantes de nutrición y los buenos hábitos de vida, que a alimentarte bien lo llamas dieta. Alimentarse bien no es hacer dieta. Nosotros en la unidad no recomendamos ninguna dieta especial. La dieta recomendada es la mediterránea, que ha demostrado beneficios cardiovasculares. Es una dieta de productos de cercanía, de temporada. Es una dieta que no es dieta, son solo buenos hábitos nutricionales.

—¿Podemos estar sobrealimentados y a la vez desnutridos?

—Perfectamente. Si nos alimentamos solo con hidratos de carbono o con bollería industrial, estaríamos alimentados pero malnutridos, porque habría una gran cantidad de nutrientes que no te estarías aportando. En este sentido, nos preocupan mucho los niños. 

—¿Las acelgas en bolsa y las espinacas congeladas son saludables? En este tema hay opiniones encontradas.

—Sí, son productos procesados, pero saludables, porque no se han distorsionado sus propiedades ni se les han añadido aditivos.

—¿En qué se distinguen sobrepeso y obesidad, y en qué casos está indicada una cirugía bariátrica?

—El sobrepeso y la obesidad son un continuo. Nosotros clasificamos a los pacientes por el índice de masa corporal: hasta los 29,9 hablamos de sobrepeso y, por encima de los 30 de IMC, de obesidad, en los distintos grados. La obesidad 3 la distinguimos por su alto riesgo, es obesidad mórbida. Con obesidades con IMC por encima de 35, si los pacientes tienen asociado algún otro factor de riesgo importante (como diabetes, hipertensión, un perfil lipídico pernicioso...), se indica la cirugía bariátrica. Esta cirugía cuando va bien (un porcentaje muy alto de los casos) puede incluso curar enfermedades como la diabetes. Cirugía bariátrica se hace sobre todo de dos tipos, para limitar la capacidad del estómago para ingerir alimentos. Y además, algunos tipos de cirugías asocian al componente restrictivo otro malabsortivo.

—¿Qué quiere decir?

—Que, aparte de achicarte el estómago, unimos una parte del intestino delgado directamente al estómago, y así evitamos otra zona del intestino delgado. Esta es la cirugía del baipás. La operación por vía laparoscópica es la más frecuente en estos momentos (con dos incisiones abdominales pequeñitas, de un centímetro, conseguimos operar al paciente con un éxito muy alto) y en algunos centros utilizamos ya la robótica, la cirugía con Da Vinci.

—¿Hay una alta demanda en Galicia, es una demanda creciente?

—Hay una demanda creciente tanto en la sanidad pública como en la privada. Pero en la pública se restringe mucho el acceso a la cirugía bariátrica: los pacientes pasan un proceso de selección prolongado, que a veces acaba por desesperar a esos pacientes. Son tratamientos costosos, pero, si haces los cálculos, el beneficio para el sistema de salud es altísimo, porque son pacientes que van a tener complicaciones constantemente. Sería mucho más rentable operarlos.

—Eso debe de influir en el turismo sanitario a Turquía...

—Claro, y este es un problema serio, porque estas cirugías, aunque son seguras, requieren un seguimiento. Si no das un seguimiento adecuado a los pacientes, la probabilidad de fracaso es alta. Puedes tener al mejor cirujano, reducir de la mejor manera el estómago, pero como no estés tratando el problema de forma multidisciplinar es difícil que el éxito se mantenga. Nosotros hacemos un seguimiento mínimo de dos años, en el que se controla al paciente a nivel metabólico, nutricional, psicológico (fundamental, es la clave) y con un educador físico. Poner simplemente a caminar a los pacientes dos horas al día está bien, pero baja pocas calorías. Hay ejercicios de fuerza que tienen un gran rendimiento en quema de calorías en poco tiempo.

—¿Por qué es tan importante el factor psicológico en la obesidad?

—A nivel psicológico, mi pregunta a los pacientes cuando llegan a la unidad es: «¿La autoestima, qué tal?». Y ellos te dicen: «Bien». Pero tu siguiente pregunta puede ser: «¿Vas a la playa?», y te dicen que no porque no se quieren quitar la camiseta, o que no van al gimnasio por no ponerse unas mallas. En cuanto escarbas un poco, ves que casi todo paciente con sobrepeso no se siente bien, que se siente culpable de ganar peso, de todo. Por eso es fundamental el factor psicológico. La figura del gordo feliz es una falacia.

—¿Esa culpa es la otra cara del prejuicio que hay con la gordura?

—Hay todavía mucho prejuicio. No se entendería tener prejuicios con un paciente diabético o un hipertenso, ¿verdad? Nadie diría que la enfermedad es culpa suya. Sin embargo, los pacientes con un factor de riesgo como la obesidad están denostados. Hay un rechazo social hacia la obesidad, como culpando a los pacientes del hecho de ser obesos. Y debemos tener en cuenta que, aunque influye el estilo de vida, hay un componente genético en la mayoría de los pacientes que es determinante. Si te toca luchar con eso, difícil. Si te ponen una mochila con 40 kilos para llevarla a todas horas todos los días, imagina cómo puede ser tu vida. Cuando les preguntamos a los pacientes cómo se sienten tras la operación, siempre nos dicen lo mismo: «Ligero».

—Con las crecientes cifras de obesidad infantil (alcanza al 18% de los niños españoles, según los últimos datos del 2022), ¿debería ser la nutrición una asignatura en los colegios?

—Los niños deben aprender a alimentarse. No solo con hábitos en casa, sino con una materia escolar. Hay profesores muy dedicados que les enseñan a los niños a leer las etiquetas de un producto. Debería incluso haber un plan nacional contra la obesidad, por todos los factores de riesgo que conlleva.