Ferrovial factura 1.443 millones al año en España y tributa 9 por beneficios

G. Lemos REDACCIÓN / LA VOZ

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El presidente del Gobierno acusa a Del Pino de no ser un empresario comprometido con su país, tras su decisión de trasladar su sede a los Países Bajos

03 mar 2023 . Actualizado a las 17:45 h.

A diferencia de grandes corporaciones tecnológicas estadounidenses como Apple, Ferrovial no nació en un garaje, sino en un ático del centro de Madrid, junto al Museo del Prado. Corrían las Navidades de 1952 y su fundador, Rafael del Pino Moreno, un joven ingeniero de caminos, acababa de adjudicarse un contrato de Renfe para cambiar las traviesas de madera que sirven de soporte a los raíles.

Con dos millones de pesetas de capital social (un dinero que en la época daba para comprar una veintena de pisos) se fundó una empresa que creció al calor de la obra pública y las concesiones: del ferrocarril pasó a las carreteras, a las obras hidráulicas y al negocio de las autopistas privadas, con la construcción a mediados de los setenta de la Bilbao-Behovia, el germen de la A-8 y la primera vía de alta capacidad financiada y gestionada por capital privado, dada la enorme complejidad del proyecto, que tardó casi diez años en completarse.

En esos años, en los que la crisis del petróleo y la inflación desbocada golpeaban la economía española, la empresa empezó su proceso de internacionalización, aunque de forma tímida, ya que la entrada en la UE y el maná de los fondos europeos permitieron relanzar la obra pública en España, dejando el cuño de Ferrovial en obras históricas como las del AVE Madrid-Andalucía, la Expo de Sevilla o los Juegos Olímpicos de Barcelona. Es a finales de los noventa, tras la integración de Agroman, cuando la firma apuesta con más fuerza por el mercado exterior, desembarcando en Norteamérica con la concesión de una autopista canadiense y ya en el 2006, el gran golpe de efecto: la compra por casi 15.000 millones de euros del gestor aeroportuario BAA y su joya de la corona, la terminal londinense de Heathrow.

Setenta años después de su fundación, Ferrovial es una multinacional que factura 7.500 millones de euros en todo el mundo y que ya no tiene en España su principal mercado: el 36 % de sus ingresos proceden de Canadá y Estados Unidos (donde el año pasado compró el 49 % de la sociedad que construye y gestionará la nueva terminal del aeropuerto neoyorquino JFK), el 21 % del Reino Unido y solo un 18 % se generan en España, donde las ventas ascendieron a 1.443 millones de euros en el 2022, de acuerdo a la memoria anual recién publicada, en la que revela que su plantilla en el país mermó de 30.700 a 5.400 personas el año pasado, tras la venta de su filial de servicios. Son, eso sí, muchos más de los cinco trabajadores que tenía al cierre del año pasado en los Países Bajos, país al que quieren trasladar su sede.

Tras esa decisión, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, acusó a Del Pino de no ser un empresario comprometido con su país: «Los empresarios tienen una enorme responsabilidad en la sociedad en la que nacen y desarrollan toda su acción y creo que en España hay ejemplos extraordinariamente positivos de grandes empresarios comprometidos con su país». «Desde luego, creo que no es el caso del señor Del Pino», zanjó.

En el informe anual, el grupo desvela a cuánto ascienden sus cargas fiscales: 540 millones en todo el mundo, un 20 % menos que en el ejercicio previo, de los que 126 los ingresó a la Hacienda española (menos que los 143 que tributó en el Reino Unido y los 153 millones que abonó entre Estados Unidos y Canadá). De lo abonado en España, solo 9 millones corresponden al impuesto de sociedades por los beneficios obtenidos —ocho veces menos que en Norteamérica y menos de un tercio de los 32 millones cargados en Polonia—, pese a la eliminación hace dos años de la exención del 100 % en la repatriación de dividendos y plusvalías de filiales en el extranjero. Una cifra que lleva a expertos fiscalistas a pensar que el anunciado traslado de la sede no estaría tanto motivado por un interés de optimizar la factura fiscal sino más bien relacionado con una posible ampliación de capital o una emisión de deuda para financiar proyectos, que serían más fáciles de cubrir cuando dé el salto a cotizar en el parqué neoyorquino.

Quién es quién

La elección de los Países Bajos no es casual. Allí tiene su sede Rijn BV, la sociedad con la que Rafael del Pino hijo gestiona su participación de Ferrovial, del 20,2 % del capital, un paquete de acciones valorado en unos 3.900 millones de euros que lo convierten en la tercera mayor fortuna de España, tras Amancio Ortega y su hija Sandra. Su hermanos María y Leopoldo, a través de otras dos sociedades (en este caso domiciliadas en España) controlan otro 8,2 y un 4,2 % de la empresa, respectivamente. A los Del Pino los acompañan el fondo británico TCI, que controla un 6 % de los títulos, y las gestoras Lazard y BlackRock, con un 3 % cada una.

Lagarde defiende un mercado único de capitales para evitar fugas y el Gobierno apunta a intereses personales de Del Pino

A la espera de que la junta de accionistas se pronuncie sobre el traslado de la sede a los Países Bajos (la oposición de más del 2,57 % del capital daría al traste con la operación), el Gobierno cambió ayer el guion y apuntó directamente contra el presidente de Ferrovial, al que fuentes de la Moncloa acusaron de orquestar la operación por «motivos personales», para esquivar el impuesto a las grandes fortunas. Y fueron más allá, al advertir que controlarán de cerca que la empresa tenga actividad en su nuevo emplazamiento.

Además del palo, el Ejecutivo lanzó algo de zanahoria, al apuntar la vicepresidenta económica, Nadia Calviño, que si el problema es que la compañía no pueda cotizar simultáneamente en el Ibex 35 y en la Bolsa de Nueva York, se podría estudiar modificar la normativa para hacerlo posible.

En plena ofensiva gubernamental para tratar de frenar el traslado, el consejero delegado de Ferrovial, Ignacio Madridejos, publicó ayer un vídeo en redes sociales instando a que «nadie dude» de la continuidad de la compañía en España. «El plan es mantener el empleo, la actividad y las inversiones, al mismo tiempo que continuaremos contribuyendo fiscalmente como siempre lo hemos hecho», apuntó, aunque la agencia Colpisa informa que, de materializarse la operación, el cambio de sede implicaría el traslado de una parte de su comité de dirección y de su plantilla en España.

Sobre el asunto de Ferrovial se pronunció ayer también la presidenta del Banco Central Europeo, Christine Lagarde, que no quiso entrar a valorar la operación, pero destacó la importancia de avanzar hacia una unión del mercado europeo de capitales que acabe con la fragmentación normativa actual y permita que las grandes compañías que quieran expandirse lo hagan sin deslocalizarse.