Punto final en el juicio del Alvia: ni el maquinista ni el directivo del ADIF hacen uso de su derecho a la última palabra

Xurxo Melchor
Xurxo Melchor SANTIAGO / LA VOZ

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Las defensas de Garzón y Cortabitarte solicitan su absolución y se culpan mutuamente de haber provocado el accidente de Angrois

27 jul 2023 . Actualizado a las 17:49 h.

Diez años después y tras casi diez meses de sesiones, el juicio del Alvia ha llegado por fin a su fin. El caso ha quedado visto para una sentencia que, dada la complejidad y volumen de la causa, se hará esperar, al menos hasta el horizonte de la primavera del 2024. La última jornada de la vista oral estaba reservada para las defensas de los dos únicos acusados, que tuvieron además el derecho a la última palabra. Ni el maquinista que conducía el tren que el 24 de julio del 2013 descarriló en Angrois, Francisco José Garzón Amo, ni el exdirector de seguridad en la circulación del ADIF, Andrés Cortabitarte, hicieron uso de ella. A los dos les piden cuatro años de cárcel por el delito de homicidio por imprudencia, ya que en el accidente murieron 80 personas y otras 145 resultaron heridas.

El informe final de la defensa de Andrés Cortabitarte no se desvió de la que ha sido su línea argumental a lo largo de todo el proceso e insistió en que el exdirector de seguridad en la circulación del ADIF cumplió con las normas del sector ferroviario y siempre actuó en el margen de las facultades de un cargo sobre el que, insistió una vez más, no reposaban todas las cuestiones de seguridad de la línea, ya que esta es una competencia compartida en la empresa estatal que administra la infraestructura ferroviaria. Para reforzar esta idea, llegó a decir que su patrocinado estaba sentado en el banquillo de los acusados «por el apellido de su cargo» y que se le presentaba como «una especie de Cid Campeador de todo el sistema» ferroviario.

El abogado de Cortabitarte pide por ello la absolución para él porque entiende que la firma del certificado que dio el visto bueno a la entrada en servicio de la línea no influyó en lo sucedido aquella tarde porque, a su juicio, el descarrilamiento solo se debió «a la conducta anómala e inusual del maquinista». En este sentido, recordó que después del certificado, «actuaron sobre esa línea cientos de personas que intervinieron en cuestiones trascendentales», por lo que considera que el exdirectivo del ADIF está únicamente procesado en la causa «porque las acusaciones han retorcido los hechos para poner a Cortabitarte en el centro de todo» y porque «se estaba buscando un villano» al que, sin embargo, «no se sabe de qué se le acusa», añadió.

Para la representación de Cortabitarte, en el juicio ha quedado claro que la tragedia de Angrois se debió a la desatención del maquinista, al coger una llamada de teléfono del interventor que calificó de «innecesaria» y mantenerla durante cien segundos, lo que hizo que entrara a 199 kilómetros por hora en la curva de A Grandeira, en la que la velocidad máxima permitida eran 80. Frenó, pero solo hasta 178 kilómetros por hora, por lo que descarriló. Además, le afeó a Garzón Amo que fuese en todo momento pisando el pedal de hombre muerto, por lo que el sistema interpretó que estaba atento.

Diametralmente distinta fue la visión que dibujó el abogado del maquinista en su última intervención en el juicio del Alvia. Para su letrado, Francisco José Garzón Amo no solo debe ser absuelto y es una víctima más del accidente, que también, sino que debe además debe considerársele víctima por un delito contra los derechos de los trabajadores, como recordó que ocurrió en el caso del accidente del metro de Valencia.

Para la defensa de Garzón Amo, el inicio del relato del accidente no comienza en esa llamada de teléfono, sino años antes, cuando se tomaron decisiones determinantes sobre la seguridad de la línea que «propiciaron que esa llamada fuese fatídica». En este sentido, recordó que «es el ADIF el garante de toda la seguridad ferroviaria» y, más concretamente, Andrés Cortabitarte como director de la seguridad en la circulación, y que el accidente «le podría haber ocurrido a cualquier maquinista» porque «no era una cuestión de si iba o no a pasar, sino cuándo» porque «había un riesgo inasumible de error humano» porque no se habían evaluado correctamente los riesgos. Y puso como evidencia que tras el accidente sí se pusieron nuevas señales y balizas que hacen que hoy en día el accidente ya no pueda producirse.

En su intervención, en la que dirigió varias pullas al fiscal por haber decidido al final del juicio retirar la acusación a Cortabitarte, también acusó a Renfe de no haber actuado correctamente, en primer lugar por no haber tomado la determinación de parar los trenes hasta que el ADIF corrigiese los riesgos «pese a que el peligro de la curva era un clamor».

La explicación de la causa del accidente no es para el abogado del maquinista su desatención, ya que esta se produjo porque en la línea de alta velocidad 082 no se habían evaluado ni tomado las medidas de seguridad necesarias, como no colocar señalización añadida en la curva, desconectar el ERTMS, el sistema de frenado automático, o no haberle proporcionado la formación necesaria, ya que solo se hizo por la otra vía y no en la que se produjo el accidente. Por ello, no considera que Garzón incurriese en una imprudencia «y menos aún en una imprudencia grave», especificó.

En el caso de que el maquinista resulte condenado, su defensa considera que deben aplicársele las atenuantes muy cualificadas de confesión, reparación del daño y dilaciones indebidas. La primera porque siempre colaboró con la Justicia y no ocultó datos, la segunda porque ha pedido perdón en varias ocasiones a las víctimas e incluso se ha entrevistado con algunas personalmente porque así se lo han solicitado y, la última, porque el proceso se ha prolongado durante diez años.