Los expertos abogan por sacar el móvil del colegio: «Prohibir no es la solución, pero puede ser el camino»

Juan Ventura Lado Alvela
J. V. Lado REDACCIÓN / LA VOZ

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David Cortejoso Mozo y Antonio Rial Boubeta
David Cortejoso Mozo y Antonio Rial Boubeta Xoan A. Soler, Pedro San José

Psicólogos que trabajan con menores y adicciones alertan del riesgo de la sobreexposición a las pantallas

08 dic 2023 . Actualizado a las 20:11 h.

Psicólogos especializados en menores y los riesgos de las tecnologías abogan por retrasar el acceso de los niños a los dispositivos electrónicos, porque se está constando que afectan a su desarrollo y potencialidades formativas y los exponen a graves peligros sin hacer grandes aportaciones a su educación. Responsabilizan a la propia Administración por haberse pasado de frenada a la hora de digitalizar los colegios y apuestan por darle una vuelta al sistema

David Cortejoso: «Yo no metería dispositivos tecnológicos en el aula hasta tercero de la ESO»

El formador aboga por retrasar la entrada de las pantallas en clase hasta tercero o cuarto de la ESO

j. v. lado

David Cortejoso Mozo, profesor universitario, secretario del Colegio Oficial de Psicología de Castilla y León y formador para varios organismos oficiales, lleva desde el 2009 especializado en ayudar a menores, familias y profesionales a lidiar con los riesgos de las tecnologías de la comunicación. Conoce el caso gallego y respalda la propuesta de la Xunta, aunque la ve como un apaño parcial en una tarea mucho más amplia y profunda.

«La prohibición no es la solución, pero sí debería serlo la restricción o el retraso, porque en los últimos años se ha adelantado tanto la edad de acceso al primer smartphone, a redes sociales y a otras aplicaciones que no son aptas para estas edades que está causando un montón de problemas. Por eso digo que la prohibición no es la solución, pero puede ser el camino», apunta el experto, para quien estos movimientos responden a una demanda de los propios docentes. «Ellos mismos están pidiendo unos criterios comunes», añade Cortejoso, que cree que es una materia que se puede regular, del mismo modo que se prohíbe el consumo de alcohol o conducir vehículos hasta una edad determinada. De ahí que se muestre partidario de que cada comunidad establezca unos «criterios comunes» de aplicación en todos los centros educativos, porque los problemas están ahí, cada vez se manifiestan a edades más tempranas «y se están viendo en las consultas de psicología».

Al margen de el ciberbullying, el sexting, el grooming y otras prácticas delictivas vehiculadas a través de los dispositivos electrónicos, el psicólogo considera que las prácticas ordinarias del sistema educativo, tanto en León —donde él vive— como en Galicia, son perniciosas. Sustituir libros por tabletas, llenar las aulas de pizarras digitales y aplicaciones, mandar las tareas por Microsoft Teams o que tengan que utilizar las pantallas por las tardes para hacer trabajos y presentarlos... «Se está viendo que no tiene ningún beneficio» y, «ya no solo a nivel educativo, es que a nivel de salud sumar horas de pantallas no es bueno para ellos». Por eso, Cortejoso y el colegio oficial al que pertenece le han pedido a la Consejería de Educación de Castilla y León que se abstenga de introducir estas tecnologías en primaria. «Yo, hasta la segunda parte de secundaria —es decir, tercero o cuarto de la ESO—, no empezaría a meter dispositivos tecnológicos en el aula. Tampoco les mandaría llevar sus propios dispositivos. Si van a hacer alguna tarea, algún trabajo específico que mande algún profesor, que los aporte el propio centro, porque a lo mejor esos padres no están de acuerdo con que su hijo tengo un móvil o no se lo pueden permitir», detalla el especialista, para el que «no hay ninguna prisa. Una vez que los chicos a cierta edad empiezan a tocar los dispositivos, ya los van a tener para el resto de sus vidas. No pasa nada porque se retrase dos años, y, además, les beneficia a ellos, a sus familias, al sistema educativo y al sistema sanitario».

El especialista pone el foco en el sistema educativo y en sus responsables. «Los profesores son los primeros que deberían formarse en un uso positivo de las pantallas, que, por desgracia, sus Juntas, Xuntas... (gobiernos autonómicos) no los están formando muchas veces. Y, luego, una regulación más ambiciosa nos ayudaría a todos a tener unos criterios comunes».

Entretanto, una mayoría de adolescentes son víctimas de «un scroll infinito que llaman, un deslizar el dedo hacia abajo y, a veces, no profundizar en nada». Prácticas que, como dice Cortejoso, tienen efectos negativos, porque «ya se está viendo que la configuración neuronal de sus cerebros es distinta a la nuestra. Yo no estoy diciendo que sea peor. Se necesitará más tiempo en las investigaciones para hacer una comprobación transversal, pero apuesto a que sí será peor. Es que ya se está viendo que el exceso de pantallas y la manera que tienen de ver la información se relaciona con ciertas patologías como puede ser el TDAH o las demencias digitales».

Antonio Rial Boubeta: «Nos hemos dejado cegar por las bondades de la tecnología»

El psicólogo social denuncia que están trabajando con protocolos caducados desde hace siete años 

Antonio Rial Boubeta es profesor de Psicología Social en el área de Ciencias del Comportamiento de la USC y ha dirigido varios estudios centrados en la relación de los menores con la tecnología. Le parece «muy positiva» la propuesta de la Xunta y muestra su «apoyo total» a las palabras del presidente Rueda. Le parecen una «condición necesaria, pero no suficiente». Es más, cree que habría que aprovechar el impulso de la actualidad «para hacer una buena prevención», porque «están eclosionando todos esos problemas» y, para enfrentarse a ellos, los profesionales trabajan «con unos planes 2011-2016, que fueron elaborados en el 2010 y llevan siete años caducados», pese a las reiteradas promesas incumplidas de actualización de estos protocolos para abordar las adicciones sin sustancia.

«En la última década nos hemos dejado cegar por las bondades de la tecnología», lo que ha conducido a «una sobrepresencia de las pantallas en la actividad lectiva», incide Boubeta, que da cuenta de cómo los países nórdicos, que son siempre la avanzadilla educativa, y algunos estados norteamericanos han empezado a dar marcha atrás, con menos digitalización y más docencia tradicional. Por eso aboga por la «participación y el compromiso de las familias» en esta «responsabilidad compartida» que es la formación digital de los escolares.

Para el profesor Boubeta, los peligros están a la vista. Empiezan por las «conductas de riesgo que hace diez años no existían» y en las que la tecnología es un instrumento para el acoso o el abuso. Luego, en el campo de la salud, hay varios planos. En primer lugar están las adicciones al juego en línea o los videojuegos y la salud mental en general, pero también las «modificaciones del estilo de vida», que implican, por ejemplo, sedentarismo o falta de lo que se conoce como higiene del sueño. Se altera «la convivencia familiar y entre iguales» hasta el punto de que «las tasas de violencia se multiplican por cinco». Todo ello desemboca en que «se condiciona la manera de crecer, la socialización» y hasta el tipo de persona que se está formando. «Hacen menos deporte, dejan de leer, sienten menos empatía y tienen menos capacidad para el manejo emocional y para soportar la frustración», añade el especialista, para quien existe un contexto evidente de «hiperestimulación», hasta el punto de que «modula la propia química del cerebro». Se crea una «economía de la atención» en la que, «si no eres capaz de captar la atención en los primeros 5-10 segundos, lo perdiste». Y esto opera en todos los campos, desde ligar hasta una clase de matemáticas o de historia en la que los profesores tienen muy difícil, por no decir imposible, competir contra todo el universo de colores y sonidos que ofrecen las pantallas.

El profesor de la USC propone «limitar el acceso», que los escolares «no lleguen tan pequeños» a los dispositivos, porque «no es lo mismo con 9 años que con 13-14». Y, luego, mantener «una buena higiene digital». El uso de las pantallas «no puede ser 24 horas siete días a la semana», porque eso está «condicionando su rutina», y educar es, en palabras de Boubeta, «dotar de competencias humanas». A su juicio, un chaval empático tiene muchas menos posibilidades de acabar haciéndole bullying a un compañero; uno asertivo soportará mejor la presión de grupo, y uno con buena autoestima tiene mucho menos riesgo de incurrir en ideaciones suicidas.

El experto entiende que estamos atravesando «un período de cierta crisis de los estilos educativos» con múltiples amenazas. Por ejemplo, detalla que el 40 % de los niños y adolescentes acceden a videojuegos de violencia explícita diseñados para mayores de 18 años. También advierte de que «el consumo de pornografía es alarmante», porque «el 70 % del porno que están consumiendo chicos de 13-14 años es del que se denomina hardcore, esto es, con genitales explícitos, violencia y cosificación de la mujer. Algo que considera especialmente grave porque están llegando a estos contenidos «mucho más inmaduros» y «sin una idea más o menos sólida de lo que es la sexualidad».