Casi un tercio de niños pobres se van a la cama con hambre

nicolás pose REDACCIÓN / LA VOZ

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Los niños de familias con menos recursos abusan de la comida de bajo nivel nutricional
Los niños de familias con menos recursos abusan de la comida de bajo nivel nutricional Santi M. Amil

La malnutrición infantil es un problema cada vez mayor

20 abr 2024 . Actualizado a las 10:23 h.

El 75% de los niños en situación de vulnerabilidad social sufren dificultades para acceder a alimentos beneficiosos para su salud o, directamente, para acceder a alimentos de forma regular. Así lo indica un estudio piloto realizado por un grupo de investigadores del Instituto Alimentación y Sociedad de la Universidad CEU San Pablo, en colaboración con la fundación Mapfre.

El informe, que recoge los hábitos alimentarios de 175 jóvenes de entre 6 a 18 años en áreas metropolitanas de varias comunidades autónomas (entre ellas Galicia), concluye que más de la mitad de los niños en hogares de escasos recursos «han estado preocupados por la falta de algunos alimentos en sus hogares», un 27 % de ellos se «han ido a dormir con hambre» y el 11 % afirmó que habían pasado, al menos, «un día y una noche sin comer nada», estando el 29 % de los niños en situación de «inseguridad alimentaria severa».

No solo la falta de alimentos supone un problema, sino que el «hambre oculta» (malnutrición por déficit nutricional) es un peligro cada vez mayor en los hogares con menos ingresos, donde el porcentaje de niños con obesidad se duplica en relación a aquellos con más ingresos. De hecho, un tercio de los niños encuestados afirma acudir a restaurantes de comida rápida una o más veces a la semana. Los investigadores concluyen que esta mala alimentación es un problema estructural agravado por la subida de precios derivada de la pandemia del covid-19 y la guerra de Ucrania.

El director del Instituto CEU Alimentación y Sociedad e investigador principal de este estudio, Gregorio Varela, asegura que «la calidad de la dieta de los niños que han participado necesita cambios urgentes, debido a que se constata el consumo frecuente de alimentos de baja o moderada calidad nutricional».

La falta de alimentos nutricionalmente valiosos en la infancia, donde los patrones indican que los ultraprocesados ganan cada vez más terreno, estaría estrechamente relacionada con un posible desarrollo de enfermedades, especialmente de tipo cardiovascular, diabetes u osteoporosis.

La responsable del programa Infancia, Adolescencia y Familia y miembro del equipo de inclusión del área de acción social de Cáritas España, Carmen García, incide en las «graves consecuencias» de una mala alimentación en los grupos vulnerables y concluye que «hay que apostar por mensajes que promuevan mejores prácticas, protección social que garantice el acceso a alimentos nutritivos y les proteja —a las personas con menores recursos— del aumento de los precios. Y hay que hacerlo con sensibilidad, con propuestas integradoras antes que marginales».

«Es un período crítico para una correcta salud en la vida adulta»

  

La presidenta de la Fundación Española de Nutrición y catedrática de Pediatría de la Universidade de Santiago de Compostela, Rosaura Leis, insiste en la importancia de la alimentación y la salud nutricional, especialmente en la infancia, ya que se trata de un «período crítico» para un correcto desarrollo y una correcta salud en la vida adulta.

La catedrática destaca lo significativo que sería actuar en las «4 P»: los padres, como cuidadores de los niños y garantes de su buena alimentación; los profesores, tanto en las aulas como en el comedor escolar; los pediatras, en su papel de asesores a las familias; y los políticos, como gestores y promotores de políticas sociales. Además, Leis defiende que es vital educar a los niños, pues el desconocimiento es uno de los múltiples factores que agravan la situación.

«Los niños deberían ser capaces de programar su alimentación, leer el etiquetado y cocinar algo», afirma Rosaura Leis, que piensa que debería incluirse alguna materia relacionada con la alimentación en algún punto del currículo escolar.

La catedrática considera que se vive en un «ambiente generador de obesidad» en el que cada vez hay «menos zonas verdes», donde «los niños hacen menos actividad física, como el simple hecho de ir caminando al colegio», y «la oferta alimenticia es cada vez peor».

También, «debido a una mala planificación, se tiende a consumir alimentos ricos en energía, pero de escaso valor nutricional», dice Leis, que estima como estrategia fundamental para combatir el «hambre oculta» la promoción de las dietas tradicionales como son la mediterránea y la atlántica (particularmente en el caso de Galicia) caracterizadas por el alto consumo en pescado, verduras, lácteos o aceite de oliva (sobre todo en la mediterránea), productos que, según el estudio, menos de la mitad de los niños consume a menudo. Y no lo hacen por falta de recursos.