El Nobel a Machado se torna una prueba política para el chavismo y la oposición
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La opositora ha logrado aunar legitimidad interna y respaldo internacional
13 dic 2025 . Actualizado a las 12:17 h.La llegada de María Corina Machado a Oslo, tras sortear múltiples dificultades para salir de Venezuela después de meses sin conocerse su paradero, abre interrogantes tanto sobre la capacidad real de la oposición para impulsar una transición política en el país como sobre hasta dónde podrá el Gobierno de Nicolás Maduro sostener el control interno en medio de la creciente presión internacional. Machado es la primera figura opositora en más de una década que reúne legitimidad interna y respaldo internacional de manera simultánea.
El Nobel recibido por Machado va más allá de un gesto moral. El Comité Noruego, al otorgarlo, envía un mensaje claro a la comunidad internacional de un absoluto respaldo a la vía democrática, diplomática y pacífica para que el «régimen» abandone el poder y cese la «represión».
En su discurso de recibimiento del Nobel —leído por su hija Ana Corina Sosa— Machado aseguró que el año y medio fuera del radar oficial le permitió construir nuevas redes de presión cívica y preparar «una transición ordenada hacia la democracia».
La cruzada internacional de Machado, sumada a su salida y eventual regreso a Venezuela, impacta en un punto sensible del relato oficial: el control absoluto del territorio y de los movimientos de la oposición.
Para Sandra Borda, profesora asociada del departamento de Ciencia Política y Estudios Globales de la Universidad de los Andes (Colombia), esos desplazamientos actúan como una prueba de estrés para la autoridad del Gobierno venezolano. «La salida y eventualmente el regreso de ella pueden significar también un proceso de deterioro del control que mantiene el Gobierno sobre el territorio», indica. «Se suponía que nadie podía entrar y salir y se suponía que estas figuras de la oposición estaban todas vetadas y totalmente controladas por el Gobierno. Luego si ella pudo salir y además si puede volver a entrar, eso es un golpe para la imagen de fortaleza y control que tiene el Gobierno», añade.
Ese movimiento, no obstante, no se traduce automáticamente en una amenaza existencial para el chavismo. Borda señala que Machado dispone de una «palanca política muy fuerte», pero precisa de presión internacional «estratégicamente construida para sacar a Maduro del poder».
El reconocimiento a Machado también revela la diversidad de posturas en la región. Panamá, Argentina, Ecuador y Paraguay acudieron a la ceremonia de Oslo para expresar su respaldo directo, mientras que Brasil, Colombia y México mantienen posiciones más cautelosas y Nicaragua, Cuba, Rusia e Irán ven la distinción como intervencionismo.
El espejo inevitable de Guaidó
La puesta en escena internacional de Machado revive el recuerdo más reciente de una figura opositora venezolana en el tablero global. En el 2019, más de 50 Gobiernos reconocieron a Juan Guaidó, entonces líder del Legislativo venezolano, como presidente interino. Sin embargo, ese impulso no logró quebrar a Maduro y Guaidó acabó fuera del país, exiliado en Miami, tras el progresivo cierre de espacios internos. «El oficialismo ha logrado abroquelarse con eficacia», señala el argentino Juan Battaleme, profesor de Relaciones Internacionales, aunque advierte que «por primera vez, la presión de Trump parece abrir fisuras en ese cierre del oficialismo».
En ese contexto, sostiene que Machado «tiene una oportunidad mucho mayor que la que tuvo Juan Guaidó», ya que «su figura como líder de la resistencia es más sólida». Battaleme y Borda coinciden en que el capital simbólico del Nobel es significativo, pero también en que ahora hay más presión internacional hacia Maduro. El interrogante es si el chavismo optará por forzar su salida del país para neutralizar su ascenso o si permitirá su retorno, lo que enviaría una señal inédita de debilidad.
La verdadera prueba comenzará cuando Machado intente volver a Venezuela. Se verá entonces si Oslo marca el inicio de un ciclo distinto para la oposición o si, como en el 2019, se queda en un impulso político sin capacidad de alterar el poder real del chavismo.
Un veterano de guerra de EE.UU., clave en la fuga
Bryan Stern, el veterano de guerra de Estados Unidos que dirigió la operación secreta de 15 a 16 horas para sacar por mar a María Corina Machado de Venezuela, dijo que le recomendó a la líder opositora que no regrese a su país y aseguró que «nunca» ha sido contratado por el presidente de EE.UU., Donald Trump.
El fundador del grupo Grey Bull Rescue, con sede en Tampa (Florida), declaró al canal CBS que se encontró con ella en alta mar y logró trasladarla a un punto secreto en el Caribe donde tomó el avión rumbo a Oslo para recibir este miércoles el Premio Nobel de la Paz y reunirse con su familia.
«Fue peligroso. Fue aterrador. Las condiciones del mar eran ideales para nosotros, pero no eran aguas en las que uno quiera estar, cuanto más altas son las olas, más difícil es para el radar ver. Así funciona», dijo Stern al canal CBS, según recoge Efe. Reconoció que «nadie disfrutó ese trayecto, ¡especialmente María!».
Stern subrayó al canal que Grey Bull no actúa con fondos gubernamentales. «El Gobierno de EE.UU. no aportó un solo centavo, al menos que yo sepa», afirmó. «Yo soy el contratista especializado en extracciones, y nunca he sido contratado por Donald Trump», dijo sobre versiones que vinculan el rescate al entorno del mandatario.
El veterano desmintió que la recogida fuese en Curazao y evitó hablar sobre la fase terrestre. «Aún tenemos trabajo en Venezuela y no queremos poner en riesgo a las personas, fuentes o métodos involucrados», aclaró.
Cuando se encontraron con Machado, relató a CBS, «todos estaban empapados». «Mi equipo y yo estábamos calados hasta los huesos. Ella también estaba fría y mojada. Fue un viaje muy arduo», dijo Stern, quien señaló que la premio nobel de la paz es la persona de más alto perfil que ha extraído.
EE.UU. pretende incautar el crudo del petrolero apresado ante la costa venezolana
Estados Unidos trasladó este jueves a uno de sus puertos el petrolero venezolano incautado el día anterior para inspeccionar su cargamento de crudo, en un nuevo capítulo de la campaña militar que la Administración del presidente Donald Trump mantiene en el Caribe frente a Venezuela.
«El buque irá a un puerto estadounidense y Estados Unidos sí tiene la intención de incautar el petróleo. Sin embargo, existe un proceso legal para la incautación de ese petróleo, y ese proceso legal será seguido», declaró la portavoz de la Casa Blanca, Karoline Leavitt.
La operación se llevó a cabo de manera conjunta con el Departamento de Justicia de Estados Unidos, el Departamento de Guerra y la Guardia Costera, agregó.
El petrolero, de nombre Skipper y que navegaba con falsa bandera, fue incautado el miércoles por orden de un juez estadounidense por sus vínculos previos con el contrabando de petróleo iraní, sancionado por Washington, aunque en esta ocasión transportaba crudo venezolano, según el New York Times. El buque fue interceptado en un gran operativo, con efectivos estadounidenses fuertemente armados abordando la embarcación desde helicópteros y lanchas rápidas.
El presidente venezolano, Nicolás Maduro, denunció que los tripulantes del buque están «desaparecidos» y adelantó que llevará este hecho, que tacha de «piratería criminal», a instancias internacionales. Según Leavitt, el petrolero está actualmente pasando por «un proceso de decomiso» y Estados Unidos tiene un equipo de investigación a bordo que está interrogando a la tripulación.